Hace unas semanas hablaba con un amigo de determinado político autonómico que ejercía cierto liderazgo en su localidad natal, y me comentaba que en cierta ocasión un amigo suyo del partido político opuesto, a quien tiene por bastante objetivo en sus apreciaciones le comentó, refiriéndose al citado político, que en el fondo lo que este pretendía era acostarse con las mujeres de todos sus incondicionales seguidores.
Quizá sea un poco exagerada tal afirmación o acaso venga propiciada por la rivalidad política, pero me dio que pensar porque no sería la primera vez que un santón que parece que tiene la solución para todos los problemas del mundo termina aspirando a algo tan a ras de tierra como acostarse con la que se tercie. Hay muchos ejemplos de sectas que han terminado en orgía. En último término, los utópicos, salvapatrias y visionarios muchas veces han terminado siendo unos pichabravas. Las sospechas del amigo de mi amigo bien podrían ser una precaución, fruto de quien ya tiene algo de experiencia de la vida.
Al oír esta anécdota, a mi lo que se me vino a la memoria fue el caso de Maharishi Maesh Yogi, que a muchos quizá no les diga nada, pero es un caso típico de lo que acabo de exponer. Este señor, nacido en India en 1917, se hizo famoso por inventar la “Meditación Trascendental”. No me quiero detener en explicar los mecanismos de esta técnica de relajación espiritual. El que quiera, que lo busque en Google, que ahí viene todo. El caso es que este tipo parecía puro espíritu con sus técnicas y sus meditaciones. Bastante bien se le debió dar el asunto porque sus clientes eran sobre todo gente rica y snob a quienes siempre cobró buenos honorarios. Así da gusto meditar.
Entre los incautos que tuvieron noticia de él estuvieron los Beatles y un numeroso grupo de músicos de rock y jóvenes artistas de cine con los que organizó un macroencuentro en India, en el verano de 1968 para darles a conocer y practicar la meditación trascendental, y por supuesto, cobrarles unos buenos honorarios por tan altos servicios.
Cuando ya llevaban unas cuantas semanas de éxtasis, había entre el alumnado quien estaba metido a fondo en la meditación trascendental, aunque había otros como John Lennon que empezaba a tener la mosca tras la oreja. Fue entonces cuando ocurrió un hecho esclarecedor: Maharishi fue pillado queriendo violar a Mia Farrow, que entonces era una joven actriz americana de 23 años. Aquello despertó la indignación en no pocos meditadores y provocó que John Lennon le mandara a tomar por culo abandonando inmediatamente la comuna de meditación trascendental al confirmar que el gurú no era sino un vulgar charlatán y viejo verde que quería aprovecharse de jovencitas ingenuas. O sea, la misma historia de siempre; no hay nada nuevo bajo el sol, que diría la escritura sapiencial bíblica.
Como John Lennon—y en general, cualquier artista—saca arte de todo lo que le pasa en la vida, inmediatamente compuso una sensacional balada alusiva al ídolo destronado que llevaba precisamente este título, “Maharishi”.
Cuando ya en Londres, en los estudios Abbey Road, junto con los compañeros del grupo le dieron forma e hicieron los arreglos, George Harrison le conminó encarecidamente a John que cambiara el título y las alusiones explícitas al santón, ya que las acciones legales no dejarían de llegar en caso contrario. Al parecer, le costó convencer a John, que quería darle su merecido al iluminado de la India con la única arma de que disponía, la música. Al final logró convencerle y la canción pasó a llamarse “Sexy Sadie” en vez de “Maharishi”.
Cualquiera que no conozca un poco a fondo el Álbum Blanco de los Beatles y la génesis del mismo, pensará que la canción se refiere a una tal Sadie que era muy sexy, pero no, se refiere a Maharishi, aunque con la suficiente precaución como para evitar una demanda por injurias, que hubiera sido puesta en caso contrario pues estos tipos tan espirituales son especialmente amigos del dinero y no pierden ocasión de conseguirlo incluso a través de las indemnizaciones por vía judicial.
La letra de la canción decía inicialmente lo siguiente: “Maharishi, ¿qué has hecho? / Has hecho a todos tontos, / Maharishi, rompiste las reglas, / para que todos las vean por los suelos. / Maharishi, pedazo de idiota, / ¿Quién carajo te crees que eres? / ¿Quién carajo te crees que eres?”.
En cuanto a la letra definitiva de Sexy Sadie, cualquiera la puede ver en Google. Que la busque quien esté interesado. Como canción, es insuperable. El piano de Paul, la guitarra de George y la voz de John son sublimes, como para oírla y tararearla indefinidamente sin cansarse; pero Sadie es una chica que no existe.
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