Su reciente obra, El léxico de los pescadores de Almería de ayer y siempre, es una aportación rigurosa, singular y diferenciadora. Riquísimo inventario lingüístico de la memoria colectiva de los marineros con más de ochocientos vocablos y frases.
ENUNCIAR EL MUNDO. Y con él todo el espíritu humano que lo define y expresa en la palabra que alienta un cosmos propio y ajeno. En cierta manera bautizamos el mundo con cada palabra que empleamos. Es la génesis de lo creado y recreado. El origen o principio de algo que entonamos y hacemos pervivir con su uso. Y ese algo toma cuerpo en el sonido de la palabra que lo designa, que lo hace nuestro, que nos orienta hacia el sentido y la sensibilidad que contiene y con la que nos atrevemos a revertir en los labios la imagen que sonoramente acude a ellos para incitarnos a describirla. En ese pronunciamiento la memoria viva de las palabras conforma la biografía de los seres humanos y su incipiente manejo del lenguaje, en según qué facetas emplee su quehacer, su labor, su mirada adiestrada y ajustada en lo rudimentario o refinado, en lo especializado o genérico, en la actividad intelectual o manual, en la medida que se es cauce por el protagonismo activo de su ejercicio o desembocadura como espectador circunstancial atraído por las palabras, por su modo y ademán con que se encarnan y dinamizan en la corriente que fluye. En rumano y eslavo antiguo la palabra «luz» sirve también para designar el mundo, ya que el mundo es lo que está iluminado, lo que se ve. Las palabras son teas encendidas con las que el ser humano descubre la conciencia e identidad del mundo. Pensamiento y sentimiento, haz y envés de la hoja que se desprende del árbol donde la sabiduría hizo acopio con la escritura en forma de libro –liber, parte interior de la corteza de los árboles-, pero que antes fue oralidad. Es decir, la cultura popular, la supervivencia, el resurgimiento de lo ancestral en cuanto a lo sagrado y ceremonial. La tradición oral es nacimiento, rito y geografía de las palabras. La huella en el aire de nuestros rasgos.
EL LÉXICO DE LOS PESCADORES DE ALMERÍA DE AYER Y SIEMPRE. La importancia de esta obra radica en tres aspectos fundamentales que, al margen del proceso propiamente científico que una edición de estas características requiere, entroncan con el testimonio de las vivencias definidas en el continente marino, el compromiso irrenunciable con el tesón y la abnegación de unos hombres que se debatieron en él y la afirmación intelectual en la categorización de la tradición oral como vestigio inmaterial. De ahí que cada palabra sea la pequeña intrahistoria de aquella otra que no solo trasluce el ejercicio profesional de los pescadores en sus más variadas facetas y vertientes. Lo es también desde el apartado medioambiental, paisajístico, climatológico, ornamental, gastronómico, náutico, arquitectónico, histórico, anecdótico, etnográfico, etnológico, del folclore y biodiversidad marina. En suma un compendio de alumbramiento sobre el habla de los pescadores almerienses, pero que, en cierta manera, lo es también como señala el autor de la cosmogonía que encierra la mar: “Los pescadores han sido siempre uno de los grupos humanos más fuertes y definidos en la vida social. Ellos son poseedores de un universo lingüístico lleno de variedad y riqueza, desconocido generalmente por el resto de los hablantes de la comunidad a que pertenecen, porque desde tiempo inmemorial ha sido grande la distancia entre el mundo de la mar y el de «la tierra» (como lo llaman los propios marineros)”.
ANTONIO CARRILLO ALONSO. El estudio exhaustivo que nos refiere el profesor almeriense no es fruto acomodado y exclusivo de una investigación al uso. Tampoco lo es como resultado del eco de terceras informaciones o segundos informantes y una posterior adecuación académica. La construcción de esta obra léxica, es consecuencia directa del avatar vital del propio autor y la resonancia de sus ancestros como norte afectivo. Pero, sobre todo, como patrimonio rescatado del olvido, que se convierte en baluarte, amparo y defensa de un tiempo en el que los hombres y las mujeres atendían con abnegada y vigorosa dedicación sus labores en mar y tierra, respectivamente, “Otro aspecto importante en el pescador era su papel en la vida familiar. El hecho de pasar muchas temporadas fuera de su hogar –generalmente en los caladeros norteafricanos- le concedía a la mujer un papel relevante en la familia, porque ella era la que realmente se tenía que encargar de la economía doméstica y la educación de sus hijos”. Es cuestión mayor significar esta circunstancia para hacer correlación ajustada entre el conocimiento filológico y el marinero que profesa esta obra. Este último como ascendencia familiar vinculada a la población de Carboneras. En la introducción –de obligada lectura para contextualizar la importancia de la misma y reparar en la observación preciada del viario de las palabras que nos esperan-, esta determinación se imbrica y fundamenta en el profundo asentimiento que comporta, “Las fuentes de información para la elaboración de este trabajo han sido las más directas, al haber faenado en los barcos familiares por los caladeros peninsulares y marroquíes, especialmente durante las vacaciones escolares. De aquí la familiaridad con este mundo léxico tan particular. Esto nos ha proporcionado bastante garantía y seguridad para las definiciones del léxico de los pescadores, algunas de ellas difíciles de precisar por la complejidad que encierra a veces el vocablo que se define, particularmente en sus matices diferenciales con el significado de otro término perteneciente al mismo campo semántico”. Esta recurrente apreciación revierte en la fidelidad entre el acontecer y la expresión. Si bien mantiene el compromiso con el cauce que “otras voces autorizadas” irrigaron, entre las que destaca Manuel Alvar López.
LAS REMINISCENCIAS DE ESTA OBRA, editada en diciembre de 2019 por el Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación de Almería, Área de Cultura y Cine, se encuentran en el trabajo del propio autor publicado en 1989 en el Boletín de la Real Academia de la Lengua, bajo el título Léxico marinero de Almería. Su influencia en otros niveles socioculturales. Han transcurrido treinta años desde entonces, en los que se ha sedimentado el poso de su acervo lingüístico. Contrayendo el irrenunciable propósito que vieran la luz las más de ochocientos palabras y frases. De las que en un considerable porcentaje -70 por ciento aproximadamente- no están recogidas por la Academia. A ello se une el estudio comparativo con otras publicaciones que van desde Diccionario Hispanio-Latino (Elio Antonio de Nebrija, 1495) hasta el Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía (Manuel Alvar, con la colaboración de Antonio Llorente y Gregorio Salvador, 1961-1973). La publicación contiene una traza no menor al incluir un interesantísimo aporte ilustrativo con fotografías –en su amplia mayoría corresponden a la colección del autor- que favorecen el conocimiento. Muchas de ellas con valor historiográfico como la propia portada de la obra. Lástima que la edición no haya asumido, al margen de las fotografías originales en blanco y negro, las contemporáneas, que impresas en color hubiesen establecido para el lector matices visuales al que el cuidado texto se refiere. Como son, por ejemplo, las especies marinas, y más concretamente las que por su semejanza requerirían un plus estético.
LEGADO DE BIENES LITERARIOS PARA LOS LECTORES. Las publicaciones del profesor Antonio Carrillo poseen como valores intrínsecos la sobresaliente exigencia revestida de sencillez, el compromiso intelectual ausente de escaparatismo y la honestidad celebrada como discreción. Entre ellas destacan: Hacia una explicación sociológica del Flamenco. Las coplas, una biografía colectiva (Universidad de Granada, 1977); El Flamenco, como expresión y liberación (Almería, Cajal, 1978); La poesía tradicional en el cante andaluz. De las jarchas al cantar (Sevilla, 1988, Biblioteca de la Cultura Andaluza, nº 78, con prólogo de Emilio García Gómez); Gustavo Adolfo Bécquer y los cantares de Andalucía (Madrid, Fundación Universitaria Española, 1991); y Fernando de Herrera, Góngora y Soto de Rojas: su relación con la lírica arabigoandaluza (Diputación de Sevilla, 2008). A ellas se unen Pescadores del Sur. Orillas de Carboneras (Arráez editores, 2013) de género narrativo, y La pesca en Almería (1900-1976). Importancia de las familias marineras de Carboneras, Estepona e Isla Cristina como puntos migratorios (Arráez editores, 2017), un amplísimo documento científico, que junto a esta última componen una trilogía, donde el lenguaje adquiere el misterio cifrado de aquellos hombres que anduvieron sobre las aguas como Jesús, el marinero que en Pescadores del Sur reflexiona de esta manera, «la mar abre las carnes por todas partes y enseña a los hombres a ser hombres”, según él mismo decía. Aquella mar que le hizo comprender que quizás sería necesario que las personas sufrieran las injusticias para poder llegar a ser justos (…) Sería tan bueno poder querer las cosas siempre con el corazón. Es lo único que tenemos todas las personas y míralo…-se dijo en voz baja». Voz que rumorosa nos descubre un luciente mundo de palabras marineras.