ARQUEOLOGÍA. Situado en el término municipal de Cabra (Córdoba), en las proximidades del lugar llamado “La Sima”, ha tenido lugar un nuevo hallazgo de carácter arqueológico. En dicho yacimiento, hallado e identificado por Francisco Cañete Piedra y Francisco Javier Montes Barea, actualmente, en superficie, podemos contemplar los restos de una estructura formada por, al menos, tres muros levantados con piedras (de muy diferentes tamaños y sin desbastar) calzadas con lascas o ripios del mismo tipo de roca. Todo ello en un lugar plagado de cerámica romana e invadido por una espesa vegetación.
En cuanto a la construcción, situada en la parte superior de una ladera, destacar que los muros que la forman están orientados con los puntos cardinales. El espacio interior, colmatado por el propio derrumbe del edificio y el paso del tiempo, forma hoy, accidentalmente, una especie de terraza. Todo el emplazamiento se encuentra muy alterado debido, entre otras cosas, a su antigüedad, exposición al medio, abandono humano e invasión del complejo por el bosque, reutilización a lo largo de los siglos, etc. La máxima alteración parece haber ocurrido en un pasado relativamente reciente, correspondiendo a un intento de domesticar la zona con fines agrícolas, lo que transformaría la mayor parte de las estructuras primitivas en los enormes majanos que hoy se contemplan.
Con referencia a los restos de los muros decir que, el muro norte, del que solo vemos su cara interna, mantiene una longitud de unos 11 m. en línea recta, alcanzándose unos 0,60 m. en su punto más alto conservado (midiendo desde el suelo actual) y una anchura aproximada de 1 m. El muro sur, visible solo en su cara externa y prácticamente paralelo al anterior, conserva una longitud aproximada, en línea recta, de 20,50 m. y una altura de 1,10 m. Se ignora su anchura pues sería necesario excavar para determinarla. Por último, el tercer muro, que se une a los otros dos cerrando la construcción en su extremo oeste, conserva una longitud externa aproximada de 5 m., una anchura cercana a 1 m. y una altura de 0,60 m.
Con respecto a la zona oriental, parece existir una prolongación del muro sur hacia el noreste, consistente en una línea de piedras irregulares de tamaño medio cuya trayectoria es más bien curva, tal vez buscando apoyo sobre la roca madre. El avanzado estado de ruina general, que en este punto se acentúa, no permite determinar por ahora el trazado original de los muros, aunque hay bastantes indicios para pensar que la unión entre los muros sur y este no formaría una esquina de 90 grados.
Material cerámico muy fragmentado, disperso y abundante, Tegulae, terra sigillata (incluso con decoración impresa), ánforas, ladrillos, cerámica común y de almacenamiento. A falta de excavaciones, la ausencia de material ibérico y la abundancia de cerámica romana obliga, en principio, a aceptar una ocupación prolongada de este lugar en época romana.
Su cercanía a otros yacimientos como “La Sima”, que no dista más de un kilómetro lineal, y su buena visibilidad, implican una posible función de control del territorio y de los recursos vinculados a la ganadería y agricultura. Haciendo hincapié en la visibilidad, se trata de un balcón natural que abre hacia gran parte del pie de monte occidental de las Sierras Subbéticas Cordobesas, divisándose otros muchos yacimientos como “El cerro de Santa María”.
Por otra parte, en origen, este espacio rectangular se construye adosado a un potente afloramiento rocoso en la cresta del monte, cuya parte superior ofrece un plano prácticamente horizontal. Este afloramiento, que hoy aparece como un gran majano, podría haber constituido, en principio, el punto más alto alrededor del cual se situarían otras estructuras. Desgraciadamente, la mitad norte, se encuentra totalmente arrasada y cubierta por una masa vegetal que impide sacar conclusión alguna.
Característica principal del yacimiento es su gran complejidad a la hora de interpretarlo si nos basamos en los elementos que allí aparecen. La técnica constructiva presenta un estilo semi-ciclópeo bastante arcaico, alternando piedras grandes y pequeñas calzadas con ripios, típico en culturas como la ibérica e incluso anteriores. Por tanto, sería absurdo, al menos en esta ocasión, datar las estructuras existentes tomando como referencia el registro material (puramente romano). Aunque la antigüedad del emplazamiento es patente, también es evidente su reutilización a lo largo de los siglos, existiendo muestras de reconstrucción de los muros en la esquina noroeste. Como en tantos otros yacimientos, tras un periodo de abandono, los nuevos ocupantes del lugar, conservan, construyen o destruyen según sus necesidades e intereses.
Este hallazgo de relevancia, además de enriquecer el patrimonio arqueológico del pueblo de Cabra, va a obligar a una revisión más detenida de yacimientos tales como “La Sima”o “Las Tesoneras”. Además, aportará nueva información para el estudio de la articulación del territorio en época ibero romana en el término municipal de Cabra, que se está llevando a cabo por parte de Mónica Camacho en la tesis doctoral "Recintos fortificados ibero-romanos en las Sierras Subbéticas y Alta Campiña cordobesa" dentro del Proyecto de I+D+i "Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la Alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz y Cerro de la Merced, Córdoba)".