Sur de Córdoba- Hola Sensi, es un placer hacerte esta entrevista como autora de tu primer libro publicado y titulado Veinte teselas para un pequeño mosaico, porque siempre que alguno de nuestros colaboradores publica nos sentimos reconfortados. Te conocí fugazmente de adolescente y me encanta que después de pasados unos años estemos haciendo esta entrevista.
Sensi Budia- Muchas gracias. Yo también estoy muy feliz de colaborar con vosotros y muy orgullosa de poder intercambiar unas palabras sobre mi primera publicación poética en solitario.
SdC- Bueno, para poner en antecedentes a nuestros lectores, ¿quién es Sensi Budia?
SB- Sensi Budia es una chica de 24 años que desde que tiene uso de razón ha amado el arte en todas sus manifestaciones: la música, la palabra, la pintura, el cine… Con el tiempo, he ido alimentándome de sus diversas técnicas y he acabado por especializarme en la palabra, aunque nunca descarto aumentar conocimientos en cuanto al resto de manifestaciones artísticas. La expresión es fundamental en nuestro día a día, aunque la mayor parte del tiempo y en la mayoría de los lugares se desplace el arte al gusto por disfrutarlo, como si de un lujo se tratase. Yo lo veo como una necesidad para soportar el peso de la rutina y superar los prejuicios y las barreras de nuestras sociedades.
SdC- Tu gusto por las letras viene de largo, ¿de dónde viene esta pasión?
SB- Como te decía, desde que tengo uso de razón. Lo primero que recuerdo es que mi madre tenía una caja pequeña, de cartón, donde guardó sus cuadernos y diarios. Fue la primera literatura que consumí, nada más aprender a leer. El siguiente paso fue escribir sobre ellos anotaciones y leer libros viejos. También es cierto que no toqué la poesía hasta entrada la adolescencia, aunque la escribía sin conocer la técnica desde pequeña. Pero antes de eso, mi pasión más fuerte era la de cantar: música y letra. Mi padre me enseñaba canciones de Sabina, Serrat, Ana Reverte, Ana Belén… Puedo decir que ellos, mis padres, tienen mucha culpa de esta pasión mía interdisciplinar. Luego, vosotros, mis profesores.
SdC- No todo escritor se atreve con la poesía, algo tendrá, ¿a ti te cuesta escribir poesía? ¿cómo fluyen las ideas y las palabras adecuadas?
SB- De niña me parecía de lo más sencillo: escribía lo que sentía. A veces, incluso cantaba lo que escribía: compuse fandangos y los cantaba en casa. Durante el instituto, escribí para algunos concursos y ya recurría a figuras y tópicos literarios. Fui creciendo acompañada de los clásicos del Siglo de Oro y de la Generación del 27: me volví muy retórica y encorsetada. Entonces apareció Naufragio, la asociación cultural que dirijo desde hace tres años, y Manuel Guerrero, su anterior director y hoy mi buen amigo, me motivó a publicar. En la asociación me desarrollé como músico y poeta; pero el punto de inflexión más decisivo lo constituyó el final de mi etapa universitaria: cuando quedé finalista de la IV edición de Ucopoética (2016). Compartir cinco días de seminario con las poetas andaluzas Begoña M. Rueda, Carmen Míguez, Rosa Berbel y Alba Torrebejano fue para mí una experiencia reveladora. El poeta cordobés Javier Fernández, profesor del seminario poético, realizó un gran trabajo con nuestra creación y creatividad: nos ayudó a afrontar las imágenes, a reflexionar sobre cómo trasladar a las palabras lo que se siente, lo que se quiere, lo que se llora, lo que se desea. Aprendí la importancia de gestionar la emoción en los versos y exteriorizar lo que queremos decir en un poema, de manera que signifique como un solo signo y llegue al lector, sin confundirlo. He de confesar que la confianza que se depositó en mis versos (como digo, un tanto anacrónicos por su inspiración en los clásicos), me motivó a profesionalizar mi pasión y me hizo descubrir lo dura que ha sido y que sigue siendo la poesía. Así que, a día de hoy, diré que sí, que cuesta mucho lograr trasladar a la mente del lector actual aquello que se proyecta como punto de partida de un poema en nuestro interior: requiere muchas horas, mucha reflexión y muchos borradores.
SdC- Tu fuerte ligazón con la Asociación Naufragio, que como dices te ha llevado a presidirla, no sólo consiste en la literatura porque te he visto en funciones musicales que, por cierto, no se te dan nada mal. ¿Qué es Naufragio para Sensi Budia?
SB- Bueno, para mi Naufragio es símil de gratitud. Te decía que desde muy pequeña me ha cautivado el arte en todas sus manifestaciones, y Naufragio fue para mí la oportunidad de exponer públicamente aquello que más disfrutaba haciendo: cantar, escribir, dibujar, comentar textos, comentar películas, etc. Mis comienzos en la asociación se pueden definir como estrictamente musicales. Comencé cantando un tango junto a Manuel Delgado, mi compañero de clase. Tuve mucha aceptación por parte de mis actuales compañeros y por el público que asistía a nuestros actos. Entonces decidí asociarme y colaborar con mi música pueril y autodidacta proyectada desde el teclado eléctrico que mis padres me regalaron al acabar el Bachillerato. Desde ese momento, el desarrollo musical y poético fue paralelo. Actualmente, se añade de a estas destrezas la gestión cultural que llevo a cabo como directora, desde la distancia en los últimos meses. Actualmente, he de decir que para mí Naufragio es una responsabilidad muy importante: es, al mismo tiempo, como una madre y una hija que me llevo conmigo allá donde vaya; lo mismo Saigón, nuestra revista: la primera en amparar mis versos.
SdC- ¿Cuál ha sido la mayor satisfacción que, por ahora, te ha dado Veinte teselas para un pequeño mosaico?
SB- La mayor satisfacción ha sido el efecto de sus versos en el público prieguense. El pasado 12 de enero pude ver mucha emoción en el Museo Lozano Sidro de Priego de Córdoba. Como decía anteriormente, es todo un reto conseguir trasladar lo que sentimos a las demás personas: todos y todas somos únicos y externos a cualquier otra persona que nos rodea o no; y aunque experimentamos los mismos sentimientos, llegamos a ellos de formas distintas. Mi objetivo con este primer poemario era transmitir qué he sentido y por qué; además de lanzar un interrogante irresoluble: ¿quién soy yo? Si algún día consigo responderlo, será esa la mayor satisfacción de este primer pasito poético.
SdC- Después de esa presentación que hiciste en Priego, ahora toca tu ciudad natal, ¿qué sientes ante este inminente acto?
SB- Siento mucha emoción. Solo deseo sentirme arropada: que asistan personas que me conocen y que no, porque creo que tengo un mensaje muy importante que transmitir ese día, ya que como se organiza el acto desde la Delegación de Igualdad del Ayuntamiento de Lucena, me centraré en una lectura feminista y me encantaría poder transmitir muchos de los sentimientos que hemos experimentado (y seguimos experimentando) las mujeres cada día de nuestra vida.
SdC- Adentrémonos un poco en la obra, ¿por qué lo has titulado así?
SB- Bueno, el primer nombre que iba a llevar este poemario era Autorretrato en mosaicos, que es como se titula el poema que le da la estructura tripartita. Este poema marca un antes y un después en mi poética, rompiendo con el encorsetamiento clásico que sufrían mis versos hasta el momento. Pero cuando tomé las últimas decisiones, me di cuenta de que poner ese título era querer cerrar algo tan complejo como un autorretrato. ¿Y cómo podría hacer eso si ni siquiera yo misma me conozco al completo? Si cambiamos a cada segundo y no sabemos dónde estaremos mañana o quiénes seremos, ¿cómo delimitar mi yo? Así que decidí elegir el número 20 por dos motivos: el primero, porque son veinte los poemas que hay en él (o, mejor dicho, teselas); y el segundo, en homenaje a uno de los primeros libros de poesía que leí: Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Neruda. Curiosamente se da la mera casualidad de que el escritor ipagrense Vicente Núñez publicó en 1985 un poemario titulado Teselas para un mosaico; esto es algo que descubrí a través de un desconocido que comentaba mi título en una publicación de Facebook del perfil de alguien que asistió a la presentación de Priego. Me parece un dato curioso, dado que conozco la poesía de Núñez, pero desconocía ese título impreso por la Diputación de Córdoba. Al mismo tiempo, lo considero una bonita casualidad y homenaje inconsciente a un gran poeta de la tierra. Eso sí, todavía me queda por comprobar si la casualidad ha ido más allá y algo tuvieran que ver mis teselas con las suyas o si solo nos quedamos en el título, lo cual no sería complicado, pues las teselas son parte del mosaico, que es, supongo, lo que ambos pretendíamos elaborar.
SdC- ¿Dirías que te vas “desnudando” en cada tesela para llegar al “desnudo integral” en el mosaico?
SB- Podría ser… Funcionaría bien como marketing de la venta del libro, pero tengo que decir que no se trata de una composición progresiva: de ahí que me inspire en el mosaico como composición final, porque da igual por dónde comience el puzle o dónde termine (si es que se acaba): al final todas las piezas encajan formando un pequeño e inacabado mosaico que ni yo misma soy capaz de vislumbrar. Físicamente, bastaría con el reflejo en un espejo o una foto; más allá de eso, no sabría dibujarme. Por eso me escribo, con diferentes colores (porque no todo es blanco o negro), formas (porque no todo lo culto es clásico ni todo lo moderno es nuevo), y resinas (pequeñas dosis de realidad) para fijar las piezas.
SdC- He oído por ahí que tu libro también tiene mucho de filosofía, ¿lo crees tú así?
SB- Creo que lo que comenzó como un proyecto poético que pretendía presentarme como poeta ha acabado convirtiéndose en una reflexión del yo, y ahí nos movemos inevitablemente en el terreno de la Filosofía. Así que diría que sí. Es más, ello me permite reivindicar el espacio y el tiempo que esta disciplina debería ocupar en nuestro día a día, así como en materia de Educación. Reflexionar sobre quiénes somos, cuándo cambiamos, por qué sí y por qué no nos ayudaría a tomar determinadas decisiones y a encontrar la felicidad en la reflexión, en la meditación y en la aceptación equilibrada entre lo que tenemos y lo que deseamos alcanzar.
SdC- Manuel Guerrero ha prologado tu obra, ¿qué me puedes decir de ese prólogo?
SB- Diré que dice mucho más de lo que hay en él escrito. Manuel tuvo muy poco tiempo para escribir el prólogo, y en la edición, publicada por el Ayuntamiento de Priego (Colección Manantial), había poco espacio para ello. Así que se trata de un prólogo breve y conciso pero en mi opinión acertado, que aborda la problemática que expongo relacionada con búsqueda filosófica del yo partiendo de la comparación con el anime Evangelion de Hideaki Anno. Para mí, desde luego, es todo un honor que tome tal obra de arte como referente para introducir mis versos.
SdC- A veces, cuando uno termina de escribir algo y se relee se encuentra con un deseo de cambiarlo casi todo, ¿te pasó a ti esto? Si es así, ¿cuántos tachones hiciste hasta decir se acabó?
SB- ¡Claro que sí! No te sabría decir cuántos tachones ni cuantos borradores he hecho de estas Veinte teselas. Algunas de ellas ya habían sido publicadas en revistas y antologías, como se puede ver en el propio poemario; pero hay muchas inéditas. Los inéditos son esos hijos que estamos deseando de ver brillando, pero que al mismo tiempo nos causan un tremendo miedo: dudas de si llegan al lector, de si son claros o confusos, de que su belleza distraiga del mensaje, o de que no estén a la altura parar transmitirlo. Al fin y al cabo, eso es ser escritora o poeta: errar una y otra vez, tachar, borrar, destrozar, romper, recomponer, estructurar… Ser el demiurgo que soluciona un desenlace para comenzar otro caos. Incluso ahora, con el texto publicado, tacharía o reformularía algunos detalles; pero hay que saber cerrar y pasar página.
SdC- Aunque supongo que andarás muy liada con tu tesina, con tus clases y con los actos de Naufragio, a lo mejor te queda tiempo para tener en mente otro proyecto literario, ¿es así?
SB- No concibo la vida sin actividad. Quienes me conocéis sabéis que soy una persona que necesita estar ocupada con proyectos. De hecho, desde el momento en que toqué de forma física este poemario por primera vez, he pensado en continuar con esta labor para no enfriarme. Este poemario se ha re-compuesto durante unos meses en los que he vivido mi primer parón académico. Cuando entregué el manuscrito a Manuel Molina González, sentí un inmenso vacío, un vértigo que me hacía escribir todos los días, aunque solo fuese un verso sin rumbo ni trayectoria. Pero ahí está, el material listo para lo que pueda surgir de nuevo. Así que sí: estoy deseando de organizar un nuevo caos, derruirlo y reconstruirlo una y otra vez, hasta pulirlo, ver su rostro y poder nombrarlo.
SdC- Con Sur de Córdoba colaboras escribiendo artículos, que es otra faceta literaria. ¿Has pensado alguna vez escribir otro tipo de literatura, como novela, cuentos…?
SB- No lo descarto. Me parece tan complejo escribir un poema como un texto narrativo o dramático: son técnicas literarias, pero operan de forma distinta. Casi como códigos distintos que comparten materia prima y alguna que otra cosa más: de hecho, en el poemario quise incluir un texto en prosa poética para demostrarlo: Mi piñata de cumpleaños. Pero no son la misma cosa, aunque creamos que sí por ampararse todos bajo el nombre de Literatura. No obstante, como digo, no lo descarto, pero por el momento me siento más “cómoda” trabajando textos poéticos. Al fin y al cabo, la dificultad o facilidad reside en uno mismo, no en lo externo. Culpar de facilidad o dificultad solo es una excusa.
SdC- Sensi, algo muy importante, ¿dónde se puede adquirir tu libro?
SB- Pues por el momento se puede adquirir durante las presentaciones de este, dado que la colección del ayuntamiento no tiene distribuidora y no está en librerías. Es decir, que el “punto de venta” más próximo es el próximo viernes 16 de marzo en la Casa-Palacio de los Condes de Santa Ana de Lucena (a partir de las 19:30h; media hora antes del comienzo del acto. (Risas). No obstante, espero poder distribuirlo pronto o hablar con alguna de las librerías en las que he organizado actividades con la asociación para venderlo así.
SdC- Dame una razón por la que tú creas que quien lea esta entrevista se pueda sentir atraído por tu obra.
SB- En pocas palabras diría que la razón principal es porque somos personas y en mi obra hablo de sentimientos. Al final es lo único que realmente importa de estar vivo: sentir, estar sano o sana y amar(se); o eso pienso ahora mismo yo. La vida nos rompe a cada uno de formas distintas, pero hay que saber reconstruirse y seguir adelante. A veces, la poesía o los animales nos demuestran más empatía que muchas personas de nuestro entorno.
SdC- Casi siempre se hacen agradecimientos por cada obra escrita, ¿para quién son los tuyos? ¿Y a quién le dedicas Veinte teselas para un pequeño mosaico?
SB- La obra lleva la siguiente dedicatoria: a mis padres, Sensi y Alejandro. Por ellos estoy aquí, y por sus ánimos soy quien soy. A ellos agradezco haberme motivado a convertirme en filóloga y hacer lo que más me gusta: aprender y enseñar. También, implícitamente, a mi pareja y a mis amigos, que tanto me han animado a volar; y a todos los autores y autoras que aparecen citados en sus páginas, que no son pocos: porque también soy la persona y la poeta que soy gracias a las lecturas que he hecho sobre sus versos. Por ello aún no puedo cerrar ese autorretrato: ¡me queda tanto por leer y aprender!
SdC- Sensi, te deseamos desde ésta, tu casa, que se cumplan todas tus expectativas y que sigas deleitando a los que aman la literatura. Nuestra enhorabuena.
SB- Muchísimas gracias; gracias por la entrevista, por el calor y los ánimos. Me doy por satisfecha con vuestra labor y calidad humana. Gracias.