Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

El covid travesti

A lo mejor por esa ambigüedad en el trato lingüístico, las feministas progres no han saltado de indignación con pancartas a la calle gritando desaforadas.

Este feminismo progre y absurdo que sufrimos actualmente, refleja amén de una falta de cultura humanística, una idealización política basada en la falta de ideas y proyectos avanzados y positivos en beneficio de todos. Este desatino nos ha llevado a la arbitrariedad en el lenguaje que vemos continuamente en todos los políticos y en aquellas personas que al hablar en público no quieren mostrase al margen de lo políticamente correcto en la actualidad, sin importarles caer en el ridículo.

El español (cuyo origen es el latín) se puede considerar el tercer idioma más hablado del mundo y quizás sea el más rico como lenguaje en cuanto a fonética, palabras e interpretaciones. En su gramática se distinguen tres géneros, femenino, masculino y neutro. El masculino es el género no marcado por lo tanto (sirve  para designar a los individuos del sexo masculino y a toda la especie sin distinción de sexo) y el femenino si es género marcado por lo que solo sirve para designar al género femenino tanto en singular como en plural.

Ya se ha hablado y escrito mucho sobre la reiteración innecesaria en el lenguaje oral, optando en el escrito por utilizar el símbolo de la arroba, @,  para evitar problemas y no me voy a repetir. El artículo va en consonancia con el sustantivo, de modo que la es  femenino y le o el masculino,  pero me gustaría que se dieran cuenta lo ridículo que resultaría decir por ejemplo la oreja y el orejo, o ¿sería el oreja?. Si decimos “el ordenador” nos referimos a una computadora, pero si decimos “la ordenadora” pensamos que es una señora muy dedicada al orden, o tendríamos que decir ¿“la ordenador y el ordenadora”? Sin embargo si decimos “los ordenadores” dependiendo del contexto de la frase sabremos si se están refiriendo a unos computadores o a unas personas muy ordenadas.

Sería muy conveniente que toda persona que deba hablar en público, periodistas, presentadores y sobre todo los políticos que tanto abusan de ello, dieran un repaso o aprendizaje a las reglas gramaticales sobre los géneros, artículos, adjetivos, pronombres etc. y se dejaran de tantas estulticias que lo único que sirven es para idiotizar y empobrecer un lenguaje del que tendríamos que sentirnos todos muy orgullosos.

Considero que es una forma de enredar innecesaria que resulta hasta fea sobre todo si se utiliza usando el plural. La mujer que se sienta ofendida o no representada si  no se utilizan los dos géneros juntos en la plática, que hable en singular.  Parece ser que el día que se enseñaba en  clase estos temas, debieron hacer “novillos” y se la perdieron muchos parlamentarios actuales.

Con el covid, desgraciadamente tan de moda, ocurre tres cuartos de lo mismo. Aclaremos. Si hablamos refiriéndonos a la pandemia, como enfermedad extendida debemos utilizar el artículo femenino puesto que ambas palabras son femeninas, aunque quedaría más completo anteponer alguna de ellas. Si nos referimos al covid como virus, debemos decir el covid porque los virus se tratan con género masculino.

A lo mejor por esa ambigüedad en el trato lingüístico, las feministas progres no han saltado de indignación con pancartas a la calle gritando desaforadas.

No quiero ni pensar, si se aprueba la ley de educación que está pergeñando la ministra del ramo donde se desprecia el esfuerzo, el trabajo bien hecho, la responsabilidad, al grado de incultura superlativo que va a llevarlo y del que serán rehenes las próximas generaciones. Evidentemente eso es lo que pretende este gobierno porque es mucho más fácil manipular un país sin ideas, ni libertad de pensamiento y por supuesto sin criterio propio para saber distinguir lo correcto de lo que no es. Cambiar una sociedad próspera en otra empobrecida  y subsidiada, haciéndoles creer que el gobierno es su único salvador. La llamada clase media, que es la que sustenta la economía con su trabajo diario desaparecerá, los grandes capitales se marcharán, los políticos cada vez más ricos, porque solo gobiernan para sus bolsillos y el resto vivirá de las míseras limosnas que les den para tenerlos aborregados y calladitos.

Me apena mucho ver así de negro el futuro de un país rico en historia, rico en lenguaje y literatura, rico en todas las artes, rico en bondad de sus gentes pero muy pobre en memoria y en cultura.