Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Cuidado con el estado de bienestar

Mucho se lleva hablando de las diferencias que hay entre los partidos de izquierdas y los de derechas. Es evidente y notorio que la perspectiva económica no se aborda de igual manera desde un lado que desde otro. La derecha tiende a adoptar posturas neoliberales, mientras que la izquierda lo hace con tendencias más sociocomunitarias. Pero lo cierto es que un mundo tan globalizado hay veces que la diferencia no se aprecia en alto grado.

Dicho esto, me retrotraigo al tiempo de la Transición española, pero no para juzgarla ni para hacer apología sobre ella, ni buena ni mala, sino porque fue el momento que se cambió de régimen político en España y se pasó de una dictadura a una democracia. Muchísimas esperanzas había en la sociedad de la época que ansiaba aires de libertad, una nueva forma de gobernarnos infinitamente más participativa y donde se cerraran brechas sociales, entre otras muchas ilusiones contenidas.

Nos dimos una Constitución que en su época fue casi un milagro, no solo por el consenso al que se fue capaz de llegar, sino porque el texto era considerado muy progresista. Y esa carta magna ha sido la encargada de guiarnos hasta nuestros días, aunque ahora no pare de hablarse de que hay contenidos que merecen una reforma, pero que ningún partido cuando ha estado gobernando ha sido capaz de proponerla y ponerla en marcha.

Ese carácter progresista ha sido el que ha hecho que los distintos partidos que han gobernado desde entonces hayan estado muy preocupados de los aspectos sociales, porque no cabe la menor duda de que avanzando en esos aspectos se conseguiría un estado del bienestar para la mayor parte del espectro social. Y así hemos vivido. Instalados en un estado donde el dinero ha fluido con mucha facilidad y los bancos parecían hermanitas de la caridad, la gente se ha acostumbrado a lo bueno. Y eso no es malo en sí mismo, pero hemos creído que eso iba a ser así siempre. Y no.

La crisis económica anterior, la que negó Zapatero, puso de moda la frase, que pronunció el olvidado Pepiño Blanco, que decía que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Mucho se ha discutido sobre ello, porque eso quería decir que la crisis se produjo por culpa de la gente y de su tren de vida. Y lo que no hay que olvidar es que ese tren de vida es el que nos habían marcado los gobiernos del PSOE y del PP, que pugnaban por ofrecer en sus programas electorales las mejores ofertas para seguir viviendo mejor. Poca diferencia había en sus políticas sociales, ese era el escaparate más evidente para ellos donde exhibían su ‘con nosotros todo va bien’.

Pues bien, llegados a este punto no sé si sería oportuno no alegrarnos de haber conseguido tal bienestar social. Me explico. La gente, como parte de la condición humana, se ha acostumbrado a lo bueno, sin haber aprendido a que, cuando todo no sea tan bueno, hay que vivir de otra manera. Mucha gente no ha aprendido a ahorrar, lo que siempre se ha hecho por si llegan tiempos peores. Se ha vivido muchísimo al día, disfrutando de todo al máximo, incluso pidiendo préstamos para divertimentos totalmente prescindibles. Parecía que nadie se privaba de nada; ‘si el vecino lo tiene, yo también lo tengo, y más opulento si es posible’. Se quiera o no reconocer eso ha sido así.

Y tras la crisis aludida no se ha aprendido nada, ya no hay quien baje a muchos del estado de bienestar perpetuo. Ahora estamos inmersos en otra crisis económica por culpa del coronavirus, y ésta es de imprevisibles consecuencias, pero lo peor es que está asociada a una crisis sanitaria hasta el momento desconocida que se ha llevado ‘palante’ hasta el momento a 48.596 personas en España. Y me preocupa mucho que tras el confinamiento primero, el de los aplausos a las ocho, el resistiré y el quédate en tu casa, que dicen que fue masivo y ejemplar, se pasara al ya estamos hartos, nos están privando de libertad, todo es un invento y yo hago lo que me da la gana. La Navidad está ya ahí, esa parte de desaprensivos piensa seguir viviendo sin freno, se divertirán en fiestas muy concurridas sin escrúpulos, y las cadenas de contagios posteriores se volverán a disparar, subiendo ese número de fallecidos hasta no se sabe cuánto.

Hay que pasar una Navidad diferente, y eso va a significar hacer sacrificios, pero no olvidemos que es por el bien de todos. ¿Que fastidia? Pues sí, sobre todo por los abrazos y besos que se van a quedar sin dar, pero pensemos que los estamos ahorrando para cuando sea posible romper la hucha y darlos todos de golpe. Aquí no hay política que valga, no hay ni derecha ni izquierda, hay personas que deben demostrar su condición con gestos claros de solidaridad, y hoy la solidaridad pasa por la contención. No nos equivoquemos en lo del estado de bienestar, seamos prudentes.

Sea como sea, les deseo a los lectores una feliz Navidad.