Parece ser, al menos así se lo cuento yo a mis alumnos, que el símbolo de la paz es una paloma no porque la dibujara Picasso, sino que éste se basó en el pasaje bíblico donde Noé mandó una paloma después del diluvio para tener certeza de que el agua ya no cubría la superficie, y al regresar la paloma con una ramita de olivo en su pico se entendía que todo estaba en calma, o sea, en paz. Sea como fuere este animal ha quedado como un icono pacifista que se ha ganado el respeto de la gente.
Rizando un poco el rizo, también se usa como símbolo de la paz un logotipo creado por Gerarld Holtom y que en sus inicios lo que simbolizaba era la lucha por el desarme nuclear. No es otro que el círculo dividido por la mitad por una línea a modo de diámetro y desde su centro dos radios que bajan a ambos lados a 45º de ese diámetro (véase la imagen adjunta). Y curiosamente hay quien dice que lo que hay dentro del círculo es esquemáticamente la patita de una paloma, cuando el creador británico en lo que se basó fue en las letras N y D, de Nuclear Disarmanet, y su iconografía en el lenguaje de las banderas. Estoy seguro de que lo primero está más en el argot popular que lo segundo, así que la paloma vuelve a estar presente en otro símbolo de la paz.
Y la paloma como inspiradora de poemas dónde la dejamos. Neruda se preguntaba: “Es paz la paz de la paloma? / El leopardo hace la guerra? / Por qué enseña el profesor / la geografía de la muerte? ...” Y yo me pregunto, ¿qué sospecharía don Pablo para preguntarse eso? Manuel Acuña también le cantaba así: “… Adiós, paloma blanca / que huyendo de la nieve / te vas a otras regiones / y dejas tu árbol fiel; …” en un llanto de desesperación puesto que lo había salvado de sus tristezas. No puedo dejar al margen al maestro Machado, que también es atraído por ellas: “… la sola y vieja y noble razón de mi rezar / levantará su vuelo suave de paloma, / y la palabra blanca se elevará al altar”. Y cómo no, Lorca al que cantó Amancio Prada: “Este pichón del Turia que te mando, / de dulces ojos y de blanca pluma, / sobre laurel de Grecia vierte y suma / llama lenta de amor do estoy parando.” Pero si de cantar se trata y de éxito conseguido termino con Serrat que cantaba los versos de Alberti y nos decía que: “Se equivocó la paloma. / Se equivocaba. / Por ir al norte, fue al sur. /Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba…”.
Y repasando versos y canciones me viene a la memoria la Endecha española que oí por primera vez en la voz de Rosa León, y que a la letra de María Elena Walsh le puso música Victor Manuel, que decía: ¡Ay, paloma!, / que bajas a la Rambla / de Barcelona / con la muerte en las alas, / sola. ¡Vaya por dios! No podía estar más de moda esta estrofa. Ya sabemos que el presidente catalán, ese que tiene apellido de salchichón, está dispuesto a cargarse a la paloma de la paz y al sursum corda con tal de ir contra la Constitución y celebrar su referéndum secesionista. Si una endecha es una canción triste, este curioso título de Endecha española y esos versos espero que no sean premonitorios de lo que pueda pasar ese primero de octubre, en esa Cataluña marcada por la corrupción de los que la han gobernado bajo el catalanismo separatista encubierto y la tienen sumida en verdaderos problemas de todo tipo. Problemas, generados por una pésima gestión política, que enmascaran una y otra vez bajo el grito del independentismo. No entiendo cómo algo tan claro no es capaz de verlo una amplia, que no mayoritaria, sociedad catalana; es que no hay más ciego que el que no quiere ver.
Y para terminar voy a hablar de mis palomas, palomas no de la paz, ni poéticas, nada bucólicas ni visionarias, y sí de cosas más mundanas. Porque los que vivimos cerca del Paseo de Cabra estamos hasta las narices de soportar la colonia de palomas que existe desde hace ya tiempo y que se multiplica sin cesar. Porque nos destrozan las terrazas, los tejados, las macetas, ponen los coches hechos una porquería con sus asquerosas cacas (alguien a lo mejor está afirmando si ha aparcado por aquí). Ya no sabemos qué hacer, el concejal de Medio Ambiente fue informado personalmente por mí de este hecho y, que yo sepa, salvo una inspección ocular no se ha tomado absolutamente ninguna medida.
En el telediario de ayer también salió la noticia de este mismo problema en un pueblo, y basta con poner en Google: noticia problema con las palomas, para descubrir que son muchísimos los sitios que sufren lo que sufrimos los vecinos de este barrio. Nos dicen que precisamente la plaga de gatos en el Paseo ahuyenta de allí a las palomas que se han refugiado en las cercanías. No lo sé. También que las palomas están protegidas y no se pueden matar. Tampoco lo sé. Y que el problema tiene difícil solución. Eso no lo sé, pero sí que me preocupa, porque de alguna manera los derechos de los ciudadanos tendrán algún valor ante los de las palomitas, no las de papel, sino las que obstruyen canalones con sus defecaciones, ensucian patios y terrazas e invaden tu casa hasta llegar a meterse en el salón de alguna de ellas.
Para colmo, pretenden anidar en las jardineras que adornan los balcones, no tienen bastante con comerse los tallos tiernos que pretenden crecer, que como te descuides te ponen los huevos y osan ir a incubarlos. No sé si habré cometido algún delito, pero yo quité esos huevos y los tiré inmisericorde, esperaré a ver si viene alguien a ponerme las esposas… Mientras, voy a pedir desde aquí ¡medidas YA! contra esas palomas que más que de paz, para nosotros son de guerra, y como me decía un vecino, “un día vamos a tomar las armas y verás qué pronto se acaba el problema. Total, en un país donde las corruptelas, y más y más corruptelas, se soportan con un sí, pero no pasa ná, qué más da tomarnos la justicia por nuestra mano.”. Yo le contesté un sí, pero no, porque todavía confío en la justicia y que desde las instituciones hagan algo, pero mi paciencia, Catilina, tiene un límite, y traspasado entonces también musitaría yo que se equivocó la paloma, se equivocaba…