José Antonio Rodríguez
Llegó el 20 de noviembre, con él las elecciones generales y el resultado del escrutinio cambiará, de forma radical, el escenario político nacional y por extensión también el institucional. En paráfrasis evangélica, todo lo (tantas veces) anunciado, se ha consumado; el PP obtiene su mejor efecto electoral, 186 diputados y 136 senadores, que suponen la mayoría absoluta en las Cortes Generales, en consecuencia, gobernará en una situación de privilegio, en modo alguno digo de comodidad, porque gobernar en las actuales circunstancias va a ser todo, menos apacible.
Para empezar, sin aún conocer la exacta realidad de las cuentas públicas del Estado, en particular el déficit, exigen, algunos, a Rajoy que publique las inmediatas medidas que asumirá. Podría pensarse que presumiendo que serán necesariamente rigurosas; pretenden, con malicia, que comience cuanto antes a desgastarse en el Gobierno. Sin embargo, el electo ni siquiera es Presidente y, como es lógico, carece de Ejecutivo, o poder sobre el B.O.E. Así que habrá que esperar hasta la investidura, para comentar estas primeras determinaciones.
El PSOE, con la arriesgada apuesta de la Ejecutiva Federal por Rubalcaba (ahora confirmada como otro dislate), no ha podido evitar para la próxima legislatura, una disminuida representatividad, pues solo contará con 110 congresistas y 48 senadores. Porque el candidato socialista y adláteres en la cúpula del partido que, por una u otra causa más o menos confesable, lo apoyaron; partían de un mal augurio electoral, que propició la gestión del Presidente Rodríguez Zapatero, agravado por el hecho de que simbolizan el continuismo y son corresponsables de esa administración. En buena lógica, así ha sido entendido por el electorado; considerándolos como parte del problema, no como solución. Alguien dijo que “la tierra solo es del viento” y el viento de la soberanía popular, se los ha llevado; la resistencia a aceptar y cumplir esta decisión, implica multiplicar el daño al partido que confió en ellos y al que posiblemente utilizaron, en pos de unos intereses no concordantes con los de la militancia, a la que debieran haber encarnado.
Es justo reconocer que Zapatero, tal vez sobrecogido y superado por la realidad postelectoral, tras el naufragio del PSOE en las urnas, parece que persigue, como Secretario General, que en el Congreso del partido anunciado para febrero del 2012; tenga, de partida, las mismas posibilidades cualquier aspirante a la Secretaría. Aunque si los comprometidos por el último Ejecutivo del desastre, Rubalcaba y Chacón, se ofrecieran, sin rubor, como candidatos (apoyándose, acaso, en el manejo del aparato del partido), entonces la desfachatez de ambos, pero principalmente del primero, no tendría parangón dado el hundimiento electoral. Es de esperar, por el normal devenir democrático en España, que haya cordura en el partido (militancia y dirigencia) para elegir, invirtiendo en una completa regeneración, a un Secretario General que en los próximos cuatro años reflote al PSOE; haciéndolo reaparecer como una atrayente alternativa y leal oposición, por aguardo de muchos y el bien del país.
Por otra parte, el 20N también ha servido como una auditoría popular de la gestión de los gobiernos locales salidos del 22M. Y aunque pienso, que no son comparables los comicios municipales y los nacionales, sí pueden ser tomados, estos últimos, como un indiciario barómetro de la aceptación o reconvención al mandato municipal, hasta el momento. Siempre dejando claro que en estas elecciones generales, el voto mayoritario ha ido dirigido, en especial, a reprobar a un PSOE, que ha perdido peligrosamente la percepción de lo cardinal. Solo en esta consideración veamos, en base a lo escrutado, lo que trasciende en Cabra; (caso que por vecindad conozco).
El PP logró, en la ciudad, en las locales de mayo 5096 votos y en las generales de noviembre 5770. Aunque se puede conjeturar que esta diferencia responde, en parte, a un trasvase de sufragios procedente de votantes de una formación afín, pero no representativa en el ámbito estatal; no es menos cierto que denota, en sustancia, que la población no desaprueba la gestión de los populares.
Entiendo que, esta anuencia, es el reconocimiento del electorado a que al paupérrimo contexto de falta de liquidez encontrada, en la toma de posesión, empeorado después por un mayor endeudamiento al, inicialmente, comunicado (todo, contaminado legado de la administración anterior); el PP ha reaccionado con soluciones responsables y que persiguen causar el menor quebranto económico a los administrados.
Por lo visto en el desenvolvimiento cotidiano y en los plenarios de la Corporación, las principales directrices de actuación son: Primera, concienzuda revisión y minoración, en lo posible, del gasto; junto a la optimización de los recursos. Segunda, específica sensibilidad hacia las necesidades sociales. Tercera, procurar la colaboración y ayuda de la Diputación provincial. Cuarta, adoptar por coherencia, como propia, la divisa de los gestores administrativos; trabajo ímprobo todo vence. Quinta, buena sintonía con su socio de gobierno, el PA, obviamente por la benéfica predisposición de este.
Cumplido el análisis y evitando incensar de forma inmerecida, ha de concluirse que de seguir en el mismo, perseverante, ejercicio; no existen tachas que nublen el horizonte popular, por ahora.
José Antonio RodríguezLicenciado en Derecho. Asesor jurídico
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