José Luis Casas Sánchez
Haber nacido en Cabra me concede la condición de egabrense, pero en cuanto ciudadano, desde un punto de vista jurídico, he sido vecino en distintos municipios, si bien desde hace unos años he vuelto a pertenecer a la población como habitante de derecho. En este tiempo he conocido tres gobiernos municipales diferentes: una mayoría andalucista en coalición con el PP; una mayoría socialista en coalición con IU y una mayoría popular en coalición con el PA. No caeré en el simplismo de afirmar que son el mismo perro con distinto collar, por cuanto las diferencias ideológicas entre los diferentes partidos están muy claras y sus líneas prioritarias de actuación también, pero sí entiendo que hay algunos elementos de continuidad, para mí importantes aunque no faltará quien los considere anecdóticos.
Desde que volví a vivir en Cabra me encontré con una evidencia que a veces he comentado con amigos y conocidos: me resultaba más cómodo pasear por las calles de Córdoba, allí había más posibilidad de hallar zonas tranquilas donde caminar y conversar a la vez. Por supuesto que en ello tiene algo que ver el tamaño de la ciudad, pero entiendo que esa pretendida paz que proclaman en los pueblos ya no es tal, o al menos no en el mío, en el nuestro.
Cuando comparo las tres corporaciones con sus diferentes equipos de gobierno me encuentro con que no ha habido ningún cambio en aspectos que afectan a la vida cotidiana de los vecinos y que quizás sean aquello que demandan (demandamos) en primera instancia. Así, las calles continúan con el mismo grado de suciedad, más aún si existe algún contenedor de basura en la zona, aunque por supuesto se deba reconocer el esfuerzo por mantener limpio el centro, en particular la plaza del ayuntamiento y calles adyacentes, por donde todos pasamos, pero parece que se olvida el resto del viario urbano. En segundo lugar, no he visto que descienda el ruido provocado por los vehículos, motos y coches mantienen sus niveles de siempre, acompañados muchas veces por la música que convierte algunos automóviles en verdaderas discotecas ambulantes, sin olvidar que diversos jolgorios como victorias de un equipo de fútbol o una boda convierten las calles en zona libre de silencio, a pesar de que esas prácticas contravienen las ordenanzas municipales, pero se ve que ni la policía local ni ningún miembro de las diferentes corporaciones municipales se han dado cuenta, y me consta que no padecen de sordera. Tercero, las aceras siguen consideradas como espacio donde aparcar, a veces por razones tan imperiosas como sacar dinero del cajero de un banco u otra aún más importante: que así aparco en la puerta de mi casa. Cualquier ciudadano puede dar un listado de lugares donde se aparca a pesar de la prohibición, lo vemos a diario, como también lo hará la policía local y los miembros de la corporación, pues me consta que ninguno padece de ceguera. Y cuarto, en todos estos años no he se ha adoptado ninguna medida para facilitar el uso urbano de la bicicleta, aunque, eso sí, se construyó un velódromo que sin duda es mucho más caro que cualquiera de las campañas que se puedan realizar a favor de un medio de transporte sano y no contaminante.
Insisto, quizás todo eso sea anecdótico y los equipos de gobierno estén preocupados por cuestiones más importantes, como el fomento del empleo y el crecimiento económico, pero estoy convencido de que todos agradeceríamos algún avance, por tímido que fuera, en mejorar nuestras condiciones de vida en los espacios comunes.
José Luis Casas Sánchez
Historiador
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