En la versión del mito que prefiero1 un dios Apolo enamorado le promete a la hija del rey de Troya el don de la profecía a cambio de sus favores sexuales. Una vez conseguido el regalo Casandra se negó a cumplir el trato, por lo que el dios le escupió en la boca y le retiró el don anexo de la persuasión. Consecuencia: aunque dijera la verdad nadie la creería.
En un relato adaptado al siglo XXI, la adivina vendría envuelta en el ropaje de Unidas Podemos para advertir de los peligros inherentes a la “fascistización” creciente de la sociedad, pero el dios (transmutado en tertuliano-presentador de radio/ televisión-empresario de hostelería) conseguiría el mismo resultado de hace mil quinientos años: que nadie le hiciera caso. Es lo que tiene no saber explicarse.
De lo ocurrido ayer podemos ( y debemos ) extraer varias conclusiones: hemos sufrido una derrota sin paliativos, que se ha llevado por delante las leyendas del “cinturón rojo”, el “no pasarán” y la “abstención de izquierdas”. Mientras -lo que es mucho más preocupante- la serpiente del Fascismo ha puesto tranquilamente sus huevos con la complicidad/ neutralidad del 54% de los madrileños que optaron por aplaudir o mirar para otro lado.
Una de las primeras medidas que debemos tomar es reconocer nuestra debilidad sin entrar en un análisis de sumas y restas que suenen a trampas en el juego del solitario. De nada sirve coger la calculadora para demostrar que los votos PP+Ciudadanos ( +38% si quitamos el 3.57% mantenido por los naranjas) del 2019 dan una cifra ya cercana al 44.73% de ayer, ni resaltar que el espacio Más Madrid+UP llega al 24.18% ,sumando 7 diputados y casi un 4% , si olvidamos que en la apuesta “todo o nada” se lanzó el órdago de que el PSOE iba a ser el “ hermano mayor de la izquierda” y principal dique de contención del ultraderechismo. Las urnas nos lo han devuelto “capitis deminutio”2 con 13 diputados menos y una caída en su porcentaje de votos del 10.45%.
Nadie obligó a pedir como deseo una relación clientelar, se impuso como algo “natural” en el discurso político de la campaña de UP (como si fuese un tridente futbolístico Di Estéfano, Puskas y Gento / Bale, Benzema, Cristiano) pese a las muecas de desagrado del candidato Gabilondo. La realidad, tozuda, ha mostrado la quimera sobre la que se sustentaban los deseos.
Todo ello sin minusvalorar el efecto de la demonización sufrida por el candidato Iglesias. Convertido en “Payaso de las bofetadas” 3 sobre el que verter todo el odio y toda la bilis, despojado de su condición humana al despersonalizarlo (“rata”, ”coletas”, ”chepa”) víctima propiciatoria de una propaganda – tesis de Goebbels – al alcance, por su simpleza, del encefalograma más plano. Lograron dar forma en él al “enemigo común” que une a los participantes en el aquelarre. Decía Raúl Solís en un artículo de campaña que "el odio a Pablo Iglesias y Unidas Podemos no se ha fabricado solo". Tenía razón, pero es hora de que empecemos a preguntarnos también por qué ha sido capaz de prender como la hierba seca.
Y sí, visto por ejemplo el tratamiento dado ayer por los medios de difusión a las matanzas auspiciadas por el gobierno de Colombia, comparándolo con lo que hacen cuando hay un conflicto en Venezuela, no dudamos de que alguien intenta pensar por nosotros. Pero si siendo tan descarados les sale bien la jugada algún detalle esencial se nos está escapando en la observación.
Si a ello sumamos que el partido de la izquierda que sale mejor parado de la contienda electoral es el que no participa en “el gobierno más progresista de la historia”, puede que tengamos que pedir cita también en el frenopático4.¿ Y si amplios sectores populares nos estuvieran viendo en el mejor de los casos como una élite ilustrada ajena a los problemas de su día a día? ¿Aplicando nuestro programa vivirían mejor? Seguramente. ¿Nos creen? Por lo que se ha visto en Madrid, no mucho.
Toca la eterna pregunta que tantas veces nos ha visitado para nuestra desgracia. ¿Y ahora?
Aunque resultados como los de ayer te hacen dudar del final de la frase y su rotundo “...ni nos domesticaron”5,confiemos en el espíritu de Marcelino. El de los acostumbrados a caer en la lona y volver a levantarnos para seguir peleando cuando nos creen noqueados. Plenamente convencidos de que la batalla que se pierde con seguridad es la que no se da.
Dentro de dos años, el domingo 28 de mayo de 2023, Madrid volverá a ir a las urnas en aplicación de la Ley Orgánica que regula el Régimen Electoral General. Es el tiempo que tiene garantizado a priori el "ayusismo" para terminar de desmantelar lo Público. Aunque con la calculadora en la mano y la experiencia del 4M se vean ya mandando hasta 2027.
Pero la primera cita está a la vuelta de la esquina. Como no se fortalezcan los movimientos sociales y el trabajo capilar desde la base, en 754 días estaremos repitiendo un artículo parecido a éste.
Aunque los madrileños corran también un riesgo al haber simplificado tanto la ecuación (“preferimos las cañas en libertad a los derechos y la sanidad”) y mostrarse tan extremadamente entusiastas del “trumpismo cañí”: que el resto del país empiece a tomarles- en genérico- el mismo asco que su Extrema Derecha y Derecha Extrema inoculó contra los catalanes.
Desde hoy 5 de mayo los cazadores taurinófilos empezarán a buscar otra pieza a batir, una vez cobrada la de Pablo. Tiene todas las papeletas de llamarse Yolanda (nivel nacional) o Mónica (plano autonómico). En esta tesitura me gusta recurrir, para no olvidar, a los clásicos. En esta ocasión a Julio Anguita.
A un Julio encarnado en la praxis política y no el santón al que encomendarse cuando truena. Julio vivo en su pensamiento y no un remedo idolatrizado al que se procesiona dos veces al año cuando toca efemérides .El que decía nítidamente:" la gente que vuelve a votar a ladrones es responsable de lo que está pasando." Pues eso, Nos conviene no olvidarlo
Para terminar, al paso atrás de Pablo le regalaría un poema de Darcy Ribeiro6 :
Y también otra frase de Julio, como un clavel de abril: ”El que al perder el coche oficial sienta que ha perdido su vida, es tonto químicamente puro. Un indigente moral y, si se me permite la palabra, un gilipollas».
Tú no lo eres
