Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Lo difícil es construir. Lo fácil destruir.

Desde anteayer no para de rondarme en la cabeza una estrofa de la canción de Aute “Sin tu latido”. En concreto la que dice: “...tan terrible es el odio /que ni te atreves a mostrarme tu desprecio/pero no me hagas caso/ lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo...”.

El run run empezó al conocer la nueva iniciativa de Errejón y se hizo clamor al leer la respuesta de Iglesias. Definitivamente ni entiendo ni comprendo este mundo de la movida madrileña. Es lo que tiene ser cordobés y de pueblo.

Hasta anteayer pensaba que en la Izquierda teníamos claro lo que se nos avecina tras el triunfo de la derecha extrema y la extrema derecha en las elecciones andaluzas y que íbamos a ponernos como tarea colectiva el remar con bríos en la misma dirección para ilusionar y sacar de la abstención a desengañados y hastiadas del rifirrafe interno. Las elecciones europeas, municipales y autonómicas podían servir de punto de partida.

También que -por lo que tiene de símbolo y propaganda– en la capital se iba a pelear unidos para mantener el gobierno municipal y se intentaría arrebatar la comunidad a los hermanos Dalton con una candidatura encabezada por un número 1 solvente. 

En mi ingenuidad, con la limitada visión de un habitante de la periferia, creía que Unidos Podemos presentaba un buen primer espada llamado Iñigo Errejón respaldado por todos y todas. También que llegaban tiempos de unidad y cierres de fila por encima de nuestras pequeñas miserias por muy legítimas que fuesen.

Hoy ya sé que no me puedo ganar la vida como pitoniso pues cuando afloran personalismos y caudillismos lo que debería ser un proyecto colectivo deja al descubierto los pies de barro. Lástima que el candidato de Más Madrid no siga la senda de su tocayo de Loyola (“En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación“) para huir de decisiones drásticas pero desde fuera, analizando los tiempos que ha manejado, da impresión de que su meditado movimiento ha tenido mucho de frialdad y muy poco de calentón.

    Si como cuentan los medios comunicó la iniciativa sólo media hora antes de hacerla pública a su teórico ¿amigo? y compañero de partido Pablo (algunos no conceden ni ese tiempo) aun sabiendo que iba a dar un vuelco al panorama político y que ninguneó a los aliados de IU, queda claro que Errejón- si le conviene - es capaz de guardar un secreto.

Tal vez sea una virtud. Lo negativo es que recuerda la forma de proceder, el comportamiento poco ejemplar de otros personajes. La veo muy similar a la de Rosa Aguilar cuando dejó un escueto mensaje a Cayo Lara anunciando su renuncia a la alcaldía de Córdoba para ser consejera mientras todo dios en el PSOE y alrededores conocía sus intenciones.

Cuando los dirigentes ensayan “juegos de tronos” o diseñan ingeniería política, destejiendo de noche la hipotética unidad conseguida durante el día ¿son conscientes de como tensionan o erosionan las ilusiones de quienes apostamos por la unidad de acción sin sobresaltos?

¿Qué nos aporta el camino elegido por Errejón si viene acompañado de una pelea de gallos? ¿Suma porque añade pluralidad o resta porque en definitiva su pirueta aleja? 

¿“Ahora Madrid” fue una invención de Carmena o lo que es hoy Carmena se debe al empuje que dieron los vientos del cambio a las candidaturas municipales?

¿Sirve de algo no creer en reyes ni tribunos para luego hacer culto a la personalidad?

Son decenas las preguntas que nos asaltan porque cada día son más escasas las certezas. Una sí: a la Izquierda nos fascina y ensimisma el cuadro de Goya “Saturno devorando a sus hijos”.

Ojalá todo quede en vodevil y Pablo no termine parodiando a Niemöller: “Vinieron primero por Sánchez Mato y yo no dije nada porque yo no lo era".

Construir alternativa política es tarea ardua y difícil, destruir ilusiones colectivas es más sencillo. Sacar la faca albaceteña a las primeras de cambio puede que nuestro sino. ¿Seremos capaces alguna vez de situar al verdadero enemigo o continuamos eternamente la sesión de harakiri? 

Empecemos entonces por creernos que ninguno es imprescindible porque todos somos necesarios. 

Marx nos oiga.