El domingo 26 espero iniciar el día contento y terminarlo feliz y no solo por la relajación personal que me ha proporcionado esta campaña. Es la primera vez tras las elecciones andaluzas de 2012 que no miro las manos de los guardianes del tarro de las esencias revolucionarias. Por si escondían un piolet.
Tampoco he escuchado farfullar “renegado” o “traidor” por defender- lo mismo que en las europeas, autonómicas, municipales y generales precedentes-que tan míos eran lxs compañerxs de IU como lxs de Podemos, ni he tenido que escribir contra el sempiterno Cainismo que atrapa a las Izquierdas. Lo importante era consolidar la brecha abierta en la muralla del Sistema y no pelear por los méritos de quien hizo el agujero.
Porque como repetíamos hasta el hartazgo desde el Colectivo y el FCSM la suma podía tener efectos multiplicadores y el “contamíname, mézclate conmigo” siempre nos ha sentado bien a quienes nos consideramos vinculados al pensamiento de José Díaz, Dolores Ibarruri y Julio Anguita.
No, la felicidad de la noche del domingo es independiente del resultado final y viene por haber puesto el granito de arena en la urdimbre que ha permitido tejer una Alternativa ilusionante. Pese a nuestros fallos y pequeñas miserias.
Nadie puede negarnos que se ha logrado fijar la agenda y situar que tipo de políticas son nuestras rivales. Clarificando de camino las dos únicas posibles opciones de gobierno y dejando sin discurso (y lo que es mejor sin coartada) a los Pedros y Susanas acostumbrados a gritar la llegada del lobo para defender la (in)utilidad de concentrar en su partido el voto que “pare a la Derecha”. La misma con la que al día siguiente de cada elección pactaban sin rechistar las políticas de sufrimiento y recortes impuestos por la Troika.
Por primera vez desde 1977 estamos en condiciones de devolver la jugada y llamar al antiguo votante del PSOE para que agrupe el voto alrededor de las candidaturas de Unidos Podemos. Pero con un “matiz” esencial: la garantía de que ese voto se utilizará para lo que se dice en campaña y no encontraremos las sorpresas desagradables de las anteriores ocasiones agazapadas en la letra pequeña del contrato (Otan sí, reconversión salvaje, recortes sociales, reforma exprés de la Constitución...).
También siento alegría por haber visto el verdadero retrato de Albert Rivera/ Dorian Gray. No ha podido ocultarlo ni disimular lo que es. El lacayo servicial que sonríe mientras proclama engolado: “Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor [del Ibex 35]”.
O porque me encanta incluirme entre “los malos” cuando el pretendido insulto sale de unas bocas que han chapoteado con la corrupción y no han dicho ni pío ante tanto dolor ajeno causado por sus acciones de Gobierno.
Y porque deseo ver dibujarse la sonrisa en el rostro de mi madre que a los noventa y un años paladea, esta vez sí, que es la hora de los suyos.
Estamos seguros de llenar las urnas. Votos comunistas, socialistas, socialdemócratas, ecolos, republicanos, indignados, puteados...etiquetas intercambiables al no ser excluyentes que al aunar voluntades corales han puesto en pie el arco iris de esperanzas.
Se palpa el nerviosismo en sectores acostumbrados hasta ahora a generar miedo. De ahí las tretas sucias que nos regalan. Pero sabemos geografía y situamos sin dificultad en el mapa a Venezuela. Pero también a los maestros asesinados en México, al país con más millones de desplazados – Colombia-, la miseria que asola África por las decisiones neoliberales, la dictadura teocrática de Arabia Saudí o las centenares de vidas segadas por la intervención en Irak, Afganistán, Siria o Libia. Ventajas de la enseñanza pública de calidad. La que quieren arrasar.
Por ello es básico que sigamos alimentando la inquietud que les invade y que la acrecentemos en estos últimos días. ¡Que sientan la fuerza del voto honrado!
Lo dicho: Dediquemos el 26J al disfrute. Sin olvidar que lo verdaderamente importante empieza el 27. A partir de lunes nos vemos en la lucha. En la de la calle y en la de las ideas que dan hegemonía.
Para terminar el artículo vamos a hacernos una foto de familia. Dí “Unidos Podemos”. Sonríe por favor.