Si pudiera formular una pregunta a la Oligarquía que nos desgobierna, sería ésta:” ¿Tan tontos somos?. ¿Tan listos os creéis? “.

Quisiera descartar así que la lucecita del Pardo, perdón, de la Moncloa, por pasar las noches en vela buscando nuestra felicidad, está viviendo un arrebato místico que le hace tener visiones de un territorio idílico llamado Españilandia.

Por lo tanto sólo me quedaría una hipótesis: nuestra clase dominante ha decretado que estamos a punto de alcanzar la Tierra Prometida (fin de la crisis), pero como de natural somos duros de mollera y estamos atados cara a la pared de la caverna, no vemos la luz que decía Platón, sólo sombras. Muy a su pesar se ven obligados día sí y al otro también a repetirnos la Buena Nueva porque NO NOS ENTERAMOS.

Nuestra sordera ha provocado la salida en tropel de Gobierno, Patronal y estómagos agradecidos de la última semana. Todos repiten el mismo mensaje: la recesión acaba, lo peor ha pasado,el túnel llega a su fin, España mejora...

Como no tienen pruebas palpables y no sirven los amañados informes de sus bien remunerados equipos de “sabios expertos”, se creen capaces de imponer unas mentiras tan burdas mediante el gastado sistema de repetirlas hasta la “zafiedad”.

A poco que analicemos la situación nos preguntamos: ¿dónde están los indicadores de la cacareada mejoría?. No os molestéis en buscarlos. No existen.

El Paro sigue por encima de los seis millones, bajadas coyunturales al margen. Las maravillosas condiciones de trabajo que iba a crear la enésima Reforma Laboral han aumentado un 25% las demandas por despido injustificado mientras convertían en papel mojado derechos consolidados y Convenios.

A   la Banca la están saneando con nuestros impuestos pero aumenta espectacularmente la morosidad de un agobiado ciudadano de a pie que no se merece rescate alguno.

Las puñaladas -con saña y alevosía- recibidas por Servicios Sociales, Sanidad o Enseñanza Pública dan para un capítulo aparte.

Mirando los números globales, el único incremento reseñable sería el de ese 5'4% de nuevos millonarios en dólares (más de siete mil personas). No nos preocupemos por el dato. Ha sido convenientemente neutralizado con el recorte del 5% en el número de estudiantes con derecho a beca.

Y ya está prevista la Reforma Tributaria que haga pagar aún menos a quienes ya no pagan casi nada.

Para convencer al populacho (tal es la inquina y el tesón con que nos machacan que así deben conceptuarnos en su fuero interno) del sacrificio inevitable , ponen sobre la mesa modelos de comportamiento cívico- social intachables y edificantes: gerifaltes de la Banca y Patronal – Blesa, Díaz Ferrán – encarcelados, Casa Real al completo, PP de Bárcenas, Camps y demás emprendedores, nacionalistas del Palau, saga Pujol, PSOE de EREs y obediencia ciega a los dictados de la Troika, obispos de Conferencia Episcopal tan afanados en combatir los pecados del sexo que no perciben los estragos causados por el modelo económico que respaldan y santifican.

El país del que hablan estos días los Rosell, Montoro o Borbón no existe. Es una tramoya copiada de las puestas en pie por el príncipe Potemkin en el siglo XVIII. El decorado artificial esconde un paisaje cada día mas yermo y a una ciudadanía acogotada.

Sólo tienen que terminar de convencerla de que ha vivido, comido e incluso muerto (permisos por defunción de un familiar: ¡qué ordinariez!) por encima de sus posibilidades.

La única verdad de todo el tinglado es la de que unos pocos nos han robado muy por encima de nuestras posibilidades.

Para empezar a quitarnos el pie del cuello se hace necesario recuperar el lenguaje. Necesitamos la voz que vuelva a llamar a las cosas por su nombre: saqueo, robo, explotación, dominio de clase, capitalismo salvaje.

Y reclamarnos ciudadanos con derechos, personas que se han cansado de ser pisoteadas.

Recordemos los versos de León Felipe. Dejemos constancia de que al decir tan sólo lo que hemos visto, sabemos todos los cuentos y no vamos a consentir que sus patrañas ahoguen nuestros gritos de angustia.

Empecemos por destrozar su última fábula: quienes aseguran que las injusticias y las mermas de derechos traen progreso MIENTEN.