Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Se nos fue “el filósofo”

Rememorando sucesos de mi adolescencia en reunión familiar, conté cómo un cura, que a la vez era mi profesor de religión en mi etapa de bachillerato en el Aguilar y Eslava, me denunció a mi padre por la actitud interrogativa que yo tenía durante sus clases. Era evidente que a mí me surgían dudas por doquier, y las de ámbito religioso creía que donde mejor me las podían aclarar era en unas clases de religión, pero se veía que no, que el cura no estaba por la labor de debatir ni contestar dudas, sino de evangelizarnos en aquella España que, muerto el dictador, se dirigía a un estado de libertades a toda prisa. Mis dudas se acabaron cuando un día me contestó que las preguntas se respondían con la fe, influyendo también la bronca de mi padre…

Me interpelaban mis oyentes que por qué daba religión si ya empezaba a tener claro mi ateísmo. Mi respuesta fue clara, porque en aquel BUP o dabas religión o dabas ética, y estando de profesor de ética Francisco Gálvez Dios, con su infinita exigencia y la inquina que también me cogió en sus clases de filosofía por ser preguntón y mostrar dudas y desacuerdos, no quedaba más remedio que aguantar al cura, que fue lo que hice, en silencio, después de lo relatado.

Y hablando de Francisco Gálvez Dios, fallecido tristemente hace pocos días, quiero contar cómo de ser casi enemigos, terminamos al cabo del tiempo siendo amigos, incluso en alguna ocasión ha sido colaborador de este periódico como opinador.

La filosofía de tercero de BUP empezó siendo una asignatura que me hacía reflexionar, Paco Gálvez hacía que nos planteáramos cosas de diferentes puntos de vista, a veces para terminar sin saber cuál era el verdadero, o pensando que no hay sólo un punto de vista cierto. Lo malo era que cuando él nos daba alguna certeza esa era incuestionable, y yo, claro, la cuestionaba. Las tiranteces surgieron pronto y yo, temiendo luego las notas, intentaba morderme la lengua lo más que me daba mi orgullo protestón. Efectivamente, llegaron las primeras notas y en todas me ponía un 4’5, así que el insuficiente iba a la saca. En la segunda evaluación mi nota media era también de 4’5, y dijo que para animar a los que tenían esa nota, que éramos unos cuantos, nos iba a poner suficiente. Así sucedió para los demás, pero no para mí. Le pedí explicaciones de por qué yo tenía insuficiente con la misma nota que los demás y me dijo, así como él decía las cosas, que porque a mí no me había querido aprobar. Así, sin más y sin menos. Y yo qué hice, pues levantarme y decirle que ya no volvería a ir a sus clases en lo que quedaba de curso. Tranquilamente cogí mis bártulos y salí por la puerta oyéndolo decir, muy alterado, que saliera de su clase, como si no fuera eso lo que estaba haciendo. Y cumplí mi palabra, a cambio de tener que aprobar la filosofía pendiente yendo al nocturno.

El tiempo pasó y cada uno por nuestro lado. Cuando entré en la docencia coincidí con Paco en algún curso del CEP, iba a comenzar la LOGSE y nos teníamos que poner al día, y al cruzarse conmigo me miraba con cara de “este qué hace aquí”. Ya estábamos al mismo nivel, y yo me vanagloriaba de mirarlo con chulería.

Y siguió pasando el tiempo, y resulta que su entrañable mujer, Mari Carmen García, se hizo muy amiga de la mía, la UNED las unió y también yo me uní a esa amistad con ella. Sin duda fue una mujer excepcional, valiente e inteligente, que supo ganarse el cariño de cuantos la rodeaban y que, curiosamente, al no ser valorada en el instituto Aguilar y Eslava, donde Paco ha trabajado siempre, se fue a Lucena y fue la artífice de la organización del Salón del Estudiante que la vecina localidad ha organizado durante muchos años.

En las comidas de la UNED tanto Paco como yo estábamos invitados como cónyuges, y fue en una de las primeras cuando le conté la injusticia que antaño cometió conmigo, quedándose pensativo me contestó: “pues si eso lo hice, es verdad que fui un hijo de puta”. El tío ni se acordaba, cuando a mí eso no se me olvidará jamás. Pero ese reconocimiento hizo que nos acercáramos y que hayamos podido tener una sincera amistad, ¡quién me lo iba a decir a mí!

Y Francisco Gálvez Dios, que quedó solo al fallecer Mari Carmen, se nos fue también sin tener una enfermedad grave, el corazón se le paró definitivamente después de que le diera varios avisos. Una pena, y lo digo con toda sinceridad, muchos lo recordarán para siempre, para bien o para mal, depende de la experiencia como alumno de cada cual, afortunadamente yo pude conocerlo mejor ya de mayor y sin la vitola de profesor ganaba mucho. Aunque seguía llevándole la contraria en algunas cosas, él no cambió en tozudez, mi recuerdo será sin duda para bien.

El último whatsapp que me mandó días antes de su fallecimiento era una frase redonda de esas que él gustaba y que dice: “la filosofía no es para producir filósofos, es para sacudir conciencias.”

Desde su agnosticismo, descanse en paz.

Pd- Y sigue la guerra, no se debe olvidar que Ucrania fue invadida por Rusia y que siguen muriendo inocentes.