Viendo el discurso de investidura del representante del PSOE me ha dado la impresión de estar en un teatrillo colegial ante un alumno que no se si calificarlo de avispadillo o ingenuo, parlanchín, ávido de publicidad y ambicioso de protagonismo, nervioso al saberse esculcado por miles de ojos para intentar descifrar lo más íntimo de sus intenciones y que por petulancia o por vergüenza no se atreve a poner en público. A mi modo de ver ha hecho un discurso de oposición en vez de un discurso de investidura.
Empezó diciendo que no iba a emplear ninguna descalificación al gobierno en funciones y ha estado casi 40 minutos en total descalificación amén con otros tantos intercalados durante su discurso.
Habla de diálogo, y para empezar ha organizado junto con el presidente del congreso, un monólogo sin posibilidad de debate, algo que no había ocurrido nunca en 30 años de democracia.
Habla de no línea roja y no ha tenido reparos en negar por 17 veces el dialogo con el partido popular, siendo éste, el más votado en las últimas elecciones, creo que si presume de mano tendida, lo menos que se puede pedir es hablar con todos los grupos políticos, de todas las tendencias, derechas, izquierdas, centro, laterales y debatir consensuando ideas.
Sánchez ha dado un discurso basado en mucha palabrería, no se ha metido en profundidades que le resultaran molestas, ni aclarado nada.
Se ha dedicado a hacer guiños a la izquierda y a Podemos, agradecer a Ciudadanos su apoyo, a descalificar al Partido Popular y a pedir repetidas veces el voto para la próxima semana.
Dice desbloquear la situación política, provocada por el mismo, sin quererlo reconocer y achacárselo al PP.
Bien es verdad que Mariano Rajoy, no ha cumplido las expectativas que se le había encomendado al darle la mayoría absoluta. Ha decepcionado a muchos de sus votantes pues aunque ha sabido sacar económicamente al país del hoyo en el que estábamos sumidos, no ha reformado cuestiones tan importantes como la independencia de la justicia, la igualdad en las distintas comunidades, recortar el despilfarro económico de los cargos puestos a dedo en la administración pública, etc., no voy a enumerar una lista ya por todos conocida. Cosas que se podían haber hecho al margen de la situación económica que hemos, y seguimos sufriendo, y sobretodo saber explicar y comunicar los avances positivos que ha realizado
Podemos habla claro, dice sin tapujos los que pretende en caso de llegar al gobierno, nadie se puede llamar a engaño, si alcanzara algún sillón, de lo que pudiera llevarse a cabo en esta legislatura.
Lo más sensato, a mi modo de ver, sería un gobierno que contara con la experiencia del PP y con ideas jóvenes y nuevas del PSOE y C’s, nos daría estabilidad y de cara al exterior mostraríamos un perfil responsable, cumplidor, consecuente con lo reflejado en las urnas, dando así, tranquilidad a los inversores e intentar que regrese la fuga de capitales que se está llevando a cabo.
Veremos en qué queda toda esta amalgama de dimes y diretes, de amores y odios, de aplausos y zancadillas. Tenemos la picaresca, la envidia y corrupción incrustada en lo más íntimo de nuestro ADN y con estas semillas ¡Que trabajo cuesta despegar!