Este término, según la Real Academia, significa actitud de la persona que no acepta los comportamientos, opiniones o ideas distintas de las propias o no transige con ellos.

Cuando se expresan opiniones en negro sobre blanco y se difunden en un medio público, se hace para que se lean y opinen, ya sea a favor o en contra, de lo que se hace alusión. Lo entretenido, a mi modo de ver, es que se discrepe, para poder mantener un intercambio de ideas que siempre son enriquecedoras.   Ni que decir tiene que dentro de los límites de la corrección y buenos modales.

Es preferible hablar en términos generales que personalizar, ya que esto último implica haber contrastado muy fielmente la opinión que se hace pública, pues de lo contrario, en caso de no ser cierta, se puede caer en la calumnia o en el absurdo, ambas cosas totalmente execrables. También es conveniente firmar lo que se escribe, pues los que se esconden bajo el anonimato demuestran no tener el valor suficiente para dar la cara y responsabilizarse de sus criterios, o bien, no están totalmente convencidos de lo que dicen.

El pseudónimo queda muy bien cuando se escribe una novela o cualquier otro tipo de libro y se viene haciendo desde antiguo, pero en los artículos de opinión, que es algo directo, no está suficientemente bien visto.

Se puede escribir por muchos motivos, como forma de vida, (periodistas, literatos), para cumplimentar sus ingresos económicos, por divertimento, como evasión, etc. pero sea cual sea el motivo, el escritor deja entrever, a veces sin querer, otras queriendo, su forma de ver la vida, sobre todo en los artículos de opinión. Evidentemente en una novela, biografía, etc.,  no tiene caso.

En una sociedad democrática y de libre expresión como presumimos de vivir, cada uno puede expresar sus opiniones sin interferir en las de los demás, sin tener que vituperar a los que no piensen como ellos. La intransigencia, la incomprensión, la falta de buena voluntad, el desconocimiento, ha traido  a lo largo de la historia muchas calamidades y penurias precisamente, por no haber tenido ese intercambio de ideas de forma cordial. No debemos olvidar que el sistema educativo tan deficiente que sufrimos, facilita muchísimo todo este tipo de problemas, empezando en los propios colegios con ese acoso infantil y juvenil que se ha visto acrecentado por el afán de difundirlos a través de las redes sociales y que han llevado hasta el suicidio a más de uno.

Las ideas deben rebatirse con teorías, intentando o no, convencer al contrario razonando su exposición con argumentos, pero de manera tranquila, sin acaloramientos, sin personalizar, para que de una manera ágil, fluya esa interrelación tan enriquecedora e instructiva de los debates y las tertulias.

A lo mejor es la edad la que me hace ver la vida con otra perspectiva aunque en el fondo ceo que son los principios.  Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él (Kant).