La monarquía está en un momento delicado, hay que mojarse, fajarse y dar la cara, no basta con fotos pactadas y buenas palabras.
Tenemos en la actualidad una situación política que resulta a todas vista como poco inverosímil.
La llamada centro derecha, derecha o ultraderecha, no se ponen de acuerdo para poder gobernar de modo más racional de lo que hasta ahora se ha hecho. Es el resultado que han dado las urnas en las últimas elecciones, pese a todo el oscurantismo habido en los votos por correo. Sin embargo parece que los que ganaron fueron los otros, la izquierda o ultraizquierda. La derecha no acaba de enterarse que para combatir al adversario hay que hacerlo con sus mismas armas, sin pusilanimidades, cogiendo al toro por los cuernos y embestir verbalmente al igual que hacen las izquierdas, advirtiendo también que ellos gobiernan con las extremas izquierdas. Estas tienen el mantra del miedo para convencer a la gran mayoría social e inculta que sufrimos, y dicho sea de paso, consecuencia de todos los gobiernos habidos desde la democracia, preocupados en mantenerse en el poder en vez de consensuar una buena educación para tener una sociedad con criterio propio, conocedora de la verdadera historia de nuestro país para evitar cometer los mismos errores de antaño. Han conseguido lo que se propusieron, una sociedad aborregada es muy fácil conducir por donde se quiera.
Pues bien, si las izquierdas tienen el mantra por voz del PSOE del miedo y la mentira, las derechas lo deben desmantelar repitiendo una y otra vez todas las mentiras aclarando, por activa y por pasiva, el desastre económico, constitucional, jurídico y social al que nos ha llevado el gobierno de Pedro Sánchez.
Es inconcebible que lo que costó tantos años unificar, por mor de unos cuantos ineptos, chupópteros y demás, guiados por un ególatra patológico, destruyan un país que cuenta en su haber con ser el más antiguo del mundo, con un gran patrimonio artístico y cultural, con una forma de vida envidiable, se vaya todo al garete. En el exterior no dan crédito y en el interior tampoco.
Tenemos una monarquía que nos representa en el mundo como unificador pacifista. Ahora que nos estamos tirando los trastos a la cabeza es hora de su actuación. La constitución le da margen para ello. No se puede permitir que gobiernen partidos que quieren el separatismo, la destrucción de la constitución y monarquía, del sistema judicial, de la desigualdad económica y lingüística entre las distintas comunidades etc..Igual que el rey emérito paró un golpe de estado en 1981, le toca al actual poner orden en todo este desbarajuste que sufrimos. Preparación tiene para ello, dependerá de si quiere hacer uso o no, de quien se deje aconsejar y del valor que le acompañe.
A mi modo de ver debe reunirse con los grupos de las derechas conjuntamente, llamarlos al orden, sacarle los colores y convencerles de que se dejen de hacer bravuconadas absurdas, se unifiquen y gobiernen de forma sensata y equilibrada. Reunirse también con los grupos de las izquierdas (los que quieran ir) y hacerles ver que la democracia consiste en tener cambios de gobierno de manera natural, sin enfrentamientos callejeros ni destrozos de mobiliarios. Cuando la ignorancia grita la inteligencia calla, pero no es el momento ni la de los partidos políticos ni la de la monarquía.
La monarquía está en momentos delicados, hay que mojarse, fajarse y dar la cara, no basta con fotos pactadas y buenas palabras.