En este verano abrasador que estamos sufriendo todos buscamos el aire acondicionado, las playas, las piscinas o cualquier artilugio para poder mitigar los sofocos que nos atormentan. Es época de vacaciones y descanso para todos los que tiene la suerte de tener un trabajo, sobre todo si es fijo, ya sea por necesidades económicas o de índole vocacional, como el caso que me ocupa en este escrito.
El papel de la iglesia y la obra social que realiza es de sobra conocida por todos, y el dinero que ahorra al estado también, aunque algunos se empeñen en ignorarlo o decir lo contrario.
Por medio del sacerdocio, Dios creó y gobierna cielos y tierra. Mediante este poder Él exalta a sus hijos obedientes, llevando a cabo “la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39; D. y C. 84:35-38). En la vida terrenal, el sacerdocio es el poder y la autoridad que Dios da al hombre para obrar en todas las cosas necesarias para la salvación de los hijos de Dios.
El sacerdote es el pastor que cuida al rebaño, que mas que ovejas, yo diría borregos pues con estas leyes de enseñanzas que nos mortifican, están adocenando varias generaciones. El laicismo imperante junto con este vivir falto de valores esenciales, favorece la falta de fe y de creencias religiosas. Si a esto sumamos el escaso interés que muestran algunos jerarcas y responsables diocesanos no es de extrañar que las iglesias se vean escasas de fieles.
La semana pasada asistí a algo insólito, al menos a mi me lo pareció, y no solo a mi sino a varias personas que nos encontramos en la misma situación. El sábado día de Santiago, patrón de España está considerado como día de precepto, de hecho la misa de la tarde seguía siendo del sábado y no correspondía a la del domingo. Como los obispos tiene plena libertad de gobierno en sus diócesis, no se si en la iglesia que ocurrieron los hechos estaba dispensada o no, lo cierto es que en la de Santa Fe, situada en la zona costera de Los Boliches, un grupo de feligreses nos disponíamos oír misa de 11 (parece ser su hora habitual) y nos dieron, no con la puerta en las narices porque se encontraba abierta, pero si un bofetón sin mano. Sin mayor explicación dijo el cura que “como estaban las tiendas abiertas no había misa, que el que quisiera oyera la de la tarde”. Así, sin más.
Luego se quejan de la poca asistencia a los actos litúrgicos. Cuando van, sin el debido respeto mucha gente, sobre todo en el vestir, etc., pero creo que deberían hacer un poco de examen de conciencia y ver si están obrando como deberían. No son políticos pero se comportan como tales. No explican las cosas que hacen y por qué se hacen o dejan de hacerse, hablan dando por hecho que todos saben o deben saberlo, y no es así. Y ya puestos diré, que las homilías no deben durar más de 8 minutos pues la gente desconecta y les da igual lo que digan. Deben ser concretos, explicar el contenido evangélico pero sin repetir lo que anteriormente se acaba de leer, dando las normas que cada uno deba seguir en la vida actual.
Aunque generalice, afortunadamente no todos son así, pero si hay muchos.
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