Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Saquemos a pasear los cinco sentidos

Tenemos otro, el sexto sentido, oculto e intuitivo.

Los órganos de los sentidos son los encargados de hacernos ver, oír, oler, gustar y tocar activando los mecanismos fisiológicos de la percepción, teniendo de este modo un sinfín de sensaciones personales e intransferibles  que cada cual interpreta a su modo.

Extenderme en la función de cada uno no es mi intención, pues de sobra son conocidos, solo los utilizaré como complemento circunstancial al artículo de hoy.

Empecemos por el situado más alto en la anatomía humana, la visión.  Todos son importantes y todos nos reportan un número variado de oportunidades tanto positivas como, haciendo uso de nuestra libertad, evitar las negativas, pero quizás este sentido sea el que más puede agrupar sentimientos, disfrutar de todo lo bello que la naturaleza nos regala cada día, el color de las flores, el cielo estrellado, las caras de nuestros seres queridos, el placer de leer… También evita golpes innecesarios, por ejemplo, torceduras de tobillo por ausencia de mantenimiento municipal y, por consiguiente, mal estado en el suelo peatonal, la suciedad en algunos lugares, edificios abandonados con el riesgo que actualmente ello conlleva, falta de alumbrado, descuido en parques y jardines, el encuentro con personas poco gratas para el que no lo desee ver…

La audición. El oído es el órgano  por el cual percibimos los sonidos y participa también en la función del  equilibrio. Las sensaciones  que  llegan a nuestro cerebro pueden ser de lo más variopintas, desde una bella melodía  que nos puede transportar a idílicas emociones, el susurro de la persona amada, escuchar la llegada de un ser  querido,  las primeras palabras de un hijo… a escuchar gritos, sonidos estridentes, y a políticos demagogos que pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino, prometer cosas imposibles de cumplir, ya Quevedo decía: ”Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”, hablar de las pensiones siempre para meter la mano y nunca para llenar el cajón, hacer sordera en problemas acuciantes para la sociedad,…

El olfato. El olor, quizás sea este el sentido más evocador  ya  que los vínculos entre el olor y los centros de memoria son tan fuertes  que nos llevan fácilmente a través del tiempo y la distancia. Los olores tienen  el poder de conseguir  que te dé un vuelco el corazón al poder degustar sin probarlo el sabor de una comida de la infancia, recuperar sensaciones vividas en un jardín bajo un tilo, paseando entre rosales, acariciar una fragancia en tu subconsciente. La huella olfativa en nuestro cerebro es la encargada de activar el recuerdo y todas las sensaciones justamente de los momentos en que acontecieron … El olor a chamusquina, además de poder identificar la combustión de algo que se quema, también en sentido figurado nos hacer reconocer aquellas situaciones que van tomando un mal cariz predisponiéndonos al rechazo. También este olor se mantiene en la memoria aunque no en la histórica presente, ya se encargan los políticos de manipular lo suficiente en  beneficio de cada uno  de ellos y hacer olvidar o no conocer aquello  que no les interesa.  Este sentido nos da la oportunidad de poder distinguir, antes de degustar, un buen vino de otro regular al igual que teniendo buen olfato político distinguir uno bueno de otro mediocre o pésimo…

El gusto.  El paladar podemos decir ser el sentido más fino y basto a la vez pues la gastronomía es uno de los placeres más orondos que se produce dentro de los cinco. A través de las papilas gustativas de la lengua podemos diferenciar lo dulce de lo amargo, lo salado de lo soso, etc. Es el más fácil de llevarnos al precipicio de la obesidad con las posibles enfermedades  que ello arrastra.  La prudencia es la virtud  que equilibra los posibles desmanes de la gula y mantiene el peso ideal, la buena educación y conciencia gastronómica forman parte de ella, pudiéndola disfrutar todos aquellos  que la poseen. Los parados, los  que no llegan con su sueldo a fin de mes por ser tan pírrico  que apenas pueden tomar una comida al día, los pensionistas  que tienen  que alimentar a hijos y nietos con una pensión de vergüenza, todos ellos y alguno más tienen la prudencia por  obligada imposición, por contra, el pleno cardenalicio desde sus ancestros  y los políticos al uso, estos últimos, una vez llegados al poder empiezan a dar de sí perimetral a lo ancho en medida inversamente proporcional al bolsillo de los contribuyentes. 

El tacto. Aquí podemos distinguir dos acepciones: una, percibir las cualidades de los objetos permitiéndonos percibir los riesgos tanto internos como externos  para nuestra salud. Esto lo hacemos con las manos al tocar algo, cuando acariciamos, cogemos, la cruzamos con otra mano amiga o querida, proporcionándonos sensaciones placenteras, si notamos calor excesivo evitamos quemarnos…, es decir, lo mismo nos da placer que nos alerta de algún peligro existente.  Otra es, tener tacto,   que consiste en comunicar tu mensaje con la suficiente habilidad de no ofender a los interlocutores. De esto saben demasiado nuestros políticos, ya  que de manera subliminal van lavando el cerebro a las generaciones jóvenes y a todos aquellos  que se dejen manipular para  que de manera fácil y cómoda sean manejables y asequibles a sus intereses.

Todos y cada uno de ellos nos hacen sentir una serie de sentimientos, emociones y sensaciones tan necesarios en nuestra vida, que no tendría mucho sentido vivir si careciéramos de ellas.

Tenemos otro, el sexto sentido, que se refiere a la capacidad de intuir (del latín in y tueri mirar hacia adentro) ciertas circunstancias. Debemos tomarla en cuenta para prevenir y evitar momentos desagradables. Este sea ha atribuido mucho a la mujer, que por el hecho de serlo solemos ir tres pasos adelante, pero como estamos en la era de la igualdad… ahí lo dejo.