“El macarthismo es un episodio de la historia de Estados Unidos que se desarrolló entre 1950 y 1956. El contexto de la guerra fría era particularmente tenso en la medida que la Unión Soviética experimentaba con la bomba atómica en 1949, Mao Zedong llegaba al poder ese mismo año y la guerra de Corea empezaba en junio de 1950.”
Me viene al pelo aquellos años escalofriantes del macartismo, “Casa de brujas” contra la libertad de expresión creativa e intelectual. Justamente ahora, ante este Trump que vuela sobre nuestras cabezas, cuando releo la novela Canadá, sorprendente y emotiva obra del escritor de origen judío Richard Ford. Historia conmovedora para el lector sensible, pues, reconocido es el maestro de la literatura norteamericana. Pura justicia literaria.
Claridad manifiesta del valorado novelista cuando señala, que "la literatura tiene que ver más con la artesanía que con el arte". Criterio que se confirma con esta excelente novela merecedora de su título Canadá, pues ese inmenso país vecino del suyo, no menos rico, es la geografía en la que un niño-hombre por circunstancias que la vida provoca se ve obligado a cruzar la frontera buscando refugio, para vivir una inesperada aventura llena de emoción y sumisiones entre desaliento y aguerrido pulso. La constancia realista del adolescente, interpretando su papel de enternecedor protagonista Dell Parsons, que a sus dieciséis años las circunstancias de azarosa existencia le obligan a participar como persona mayor.
No me atrevo afirmar que Canadá pueda ser la mejor novela de Richard Ford, mas esa madurez y ternura que ofrece, la condición tierna, melancólica y exquisita de la que está poseída, es una narración que atrapa. En ella cuenta la historia de este muchacho, sus acontecimientos y sinsabores, al ser detenidos su padre y madre por haber robado un banco, aventura de aficionados chapuceros víctimas de su propia inadaptación social. Es una historia que conmueve al lector sensible por encima de toda la devoción a tan reconocido maestro de la literatura norteamericana actual. Reconocimiento lícito con toda justicia literaria, pues de la otra balanza mejor callar.
Este joven personaje, hijo de una familia aparentemente normal, el padre fue militar y participante en una guerra desde un bombardero, contienda que siempre marcaría a la persona cuando tras la batalla medita los hechos, protagoniza una ficción humana, demasiado humana, muy de América, resultando al mismo tiempo desafiante. Y en ese mundo de adultos se encuentra nuestro protagonista cuando con tan pocos años es víctima de la situación provocada por el padre, que arrastra en su disparatada aventura de atracador “perfecto” a la madre y, que al ser ambos detenidos la situación del inquieto Dell se convierte en un serio problema, pues para colmo su hermana gemela cansada de tanto sinvivir decide abandonar la casa. Dell se ve solo y con el peligro de ser recogido por la administración e internarlo en un centro de menores. Entonces decida huir a sus 15 años, conducido y protegido por una amiga de la familia a Canadá, aventura no buscada que le obliga a convertirse en adulto en su lucha por la vida apoyada en la fantasía propia de la edad.
Al parecer la novela nació por una apuesta con Raymond Carver. “Allá por 1986, cruzamos la frontera Carver y yo para cazar gansos salvajes” Y Ford confirma en las primeras líneas de esta historia de calidad y emoción “Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego los asesinatos que vinieron después. El atraco es la parte más importante, ya que nos puso a mi hermana y a mí en las sendas que acabarían tomando nuestras vidas. Nada tendría sentido si no se contase esto antes que nada”. Cierto, que ese imaginado idílico atraco cocido en la mente del padre envuelto por el desasosiego, es la base de esta historia del muchacho obligado a actuar como hombre, sin abandonar la fantasía propia de la edad. Lo que pasa la factura de la desolación de una quimera de un destino familiar derrumbado que ya anunciaba un lamentable final.
Corrían los años sesenta cuando la aventura de Dell Parsons debe enfrentarse a la lucha por la supervivencia en el desolado entorno de Montana. Envuelto en la soledad que agita su mente porque “la soledad, he leído, piensa él, es como estar en una larga cola esperando a que llegue el turno, ese primer puesto donde, según se te ha prometido, algo bueno va a sucederte”. Ante este sobrio panorama en una situación que se puede calificar de explotación por la persona que ha aceptado, conociendo su situación de fugado, acogerlo, teniendo para ello que realizar unas obligaciones laborales, que, no son las propias para su edad. Esto lo conduce a la inevitable pérdida de la inocencia, tanto del recuerdo de los padres encarcelados como el camino que le queda por recorrer. Paso decisivo y obligado que lo lleva a alcanzar la madurez, convertirse en adulto por medio de la resistencia y el amor propio, donde la lucha forma parte del sostenimiento para poder abrirse camino en la vida y terminar de componer este retrato de una frágil familia americana destrozada, que nos viene contando este narrador adolescente fiel a unos principios insobornables. Una historia que reboza humanismo expuesto con el mejor estilo de un auténtico maestro, que de nuevo muestra su personalidad y compromiso con la sociedad y la literatura.