Todo ha sido iniciar la lectura de Don de leguas (Siruela nuevos tiempos), y quedar apresado en la tela de araña de tensa intriga ajustada a los cánones de la novela negra, que han escrito con acierto y amena narración las cuatro manos poseídas de prestancia y humor que bien componen Rosa Ribas y Sabine Hofmann. Y mi mente despierta a su memoria, que suma años, cuando la lectura y sus testimonios la arrastran al pasado vivido que expone esta narración de tan intensa trama y denuncia en el transcurrir cursivo por la Barcelona de 1952 que, sin intención premeditada, comparo con los tiempos que corren más mal hacia atrás que bien para adelante. Y es que la distancia en años resulta considerable, lo cual no impiden que muchos de los métodos que transcurren en esta historia ofrezcan una triste semejanza, convirtiendo en herederos del reciente pasado al presente que ofrece a los que sumimos años y recuerdos poco agradables que se muestran en las circunstancias reales que se describe en Don de lenguas.
La ejemplar protagonista de la novela es Ana Martí, primeriza en los afanes del periodismo que le viene de casta por su padre que fue director de La Vanguardia, pero que dada la identidad republicana ha quedado marginado y “fichado”, teniendo que buscarse la vida trabajando en unos almacenes y escribiendo novelitas del Oeste americano, lo que hicieron otros muchos castigados por le dictara franquista. Y en ese mundo de posguerra se desvive la joven Ana cubriendo ecos de sociedad, cuando el director del periódico la sorprende al encargarle cubrir el asesinato nada menos que de Mariona Sobreroca, conocida y atractiva viuda de quien fue un renombrado médico de la burguesía barcelonesa. El caso parece prometer y resultar ser la primera oportunidad profesional para ella. Aunque no tan óptimo es tenerse que entender para ello con el inspector Isidro Castro de la Brigada de Investigación Criminal, un tipo duro y tajante, adicto al Régimen, que aceptará de mala gana que esa Ana cubra la investigación.
Y con estas armas que no son muchas para una joven periodista en un campo dominado por el machismo feroz con mentalidad de que la mujer está para cumplir las reglas de las tres K del fascismo (Iglesia, hijos y cocina) resultará nada fácil. Mujer inquieta no tardará mucho en encontrar pistas que la irán alejando de la versión y criterios de la policía que se debe atener a los dictados que le llegan desde arriba, aquellos que exigen la mayor discreción para evitar escándalos, pues quedan, pocas semanas para el Congreso Eucarístico a celebrar en Barcelona.
El Gobierno de la dictadura quiere ofrecer una “imagen impoluta de la ciudad, pues está en juego la legitimidad internacional del Régimen”
Historia donde caminan de la mano el género negro y lo histórico con un tono cultural sobre el lenguaje representado por Beatriz Noger prima de Ana, una eminente filóloga, a la que acude Ana para en principio hacerle unas simples preguntas lingüísticas sobre ciertas misteriosas cartas encontradas entre los papeles de la mujer asesinada. Lo que para sorpresa conducirá a una bifurcación de caminos buscando complicidades que pueden provocar el descorrer cortinas que ocultan a personas influyentes de la alta sociedad barcelonesa metidas en el ajo, Aquí, pues, el peligro que ambas mujeres corren concientes de haber asumido una investigación contraria a la ordenada por la policía que se siente presionada desde arriba por cerrar el caso con ”éxito” en una sociedad que vive marcada por el silencio de la censura y la represión, luego “la paz y la honestidad” de un régimen corrupto no debe ser escándalo de cara a la galería. De aquí el imperativo de mayor urgencia ya que el acontecimiento religioso se acerca con su espiritual fervor cristiano y la bendición del Vaticano.
El conjunto narrativo no es otro que una excelente novela bien estructurad su desarrollo en la década de los cincuenta bajo una dictadura que esta pareja de escritoras sacan a la luz crítica sutilmente.
Realidad social en la que vive la capital de Cataluña planteada desde un ángulo diferente a, por ejemplo, la que magistralmente nos ha ofrecido el enorme novelista catalán Juan Marse también bajo la miseria y crueldad del Régimen dictatorial. En Don de lenguas podemos encontrar esa amalgama compuesta por funcionarios, y políticos corruptos, porteras entrometidas, policía violenta y ladrones de buen corazón. Entre los que se eleva la valentía y arrojo de Ana y los conocimientos lingüísticos y literarios de Beatriz que con sus armas, aparentemente simples, como se considera la cultura, resuelven el caso. Una rica y agradable lectura y algo de tristeza el reflejo de aquel triste pasado.
Añadir nuevo comentario