El amplio y embriagador mundo de la ficción literaria es la mejor arma de defensa contra la irrealidad de lo políticamente correcto.
El tiempo, ese espacio que un día fue la esperanza de muchos poder soñar limpio, lo han infectado con pesticidas que esparcen falsedades recompensas y música cacofónica de pan y circo sin conciencia culpable o del ridículo, aunque sobrados de descaro y cinismo. No existe perdón y precio para indemnizar donde nos están llevando, no es rencor, solo ético principio justo y valeroso. De nada podemos los de abajo arrepentirnos ni admitir confesiones dudosas. El perdón no es posible, porque ellos con la espada y la cruz y don dinero están cegando y mancillan un espacio de inconmensurable belleza, supliendo a los verdaderos dioses por la intolerancia, expulsando aquellos otros que dialogaban con hombres podridos.
No existe humanidad alguna en esos muros con los que se viene cerrando el paso a las libres palabras con derechos a la vida, que disparan contra mentiras balas de razonamientos e ideas que claman sed de justicia ante esos sillares que pretende confundir y dividir con huellas ensangrentadas, aunque de rezos nos inunden. Muros carceleros de palabras como ética y tolerancia. Son espacios sin paisajes, guetos de clausura y crueldad. Cercanas mañanas que irán helando el corazón a medida que avanza la mentira, la explotación y la miseria.
Sí, llegará el día no muy lejano, la fecha, en que este país de cuyo nombre me da vergüenza acordarme, que la vecindad será vigilada estrechamente por los acólitos del poder establecido controlando a los vecinos sospechosos por actitudes políticamente incorrectas. De tal manera que irán delatando, por ejemplo, aquellos ciudadanos que hastiados de tantas mentiras, para pasar el rato, suelen ver los telediarios y discursos políticos oficiales y obligatorios con el sonido quitado.
Entonces, estos acólitos tras previo informe denunciarán ante la gallarda justicia nacional, veladora de la conducta espiritual del pueblo a quien los subversivos quieren llevar por los malos caminos, desvirtuando los valores patrios. Y noche tras noche, los guardadores del orden a sueldo irán pegando patadas a las puertas por mandato superior de los valores espirituales, entrarán furiosamente en nuestras casas y nos sorprenderán en tan subversiva costumbre de no prestarle atención a los medios oficiales de comunicación. Entonces, el gallardo ministro de turno dictará a los obedientes jueces de su cuerda la condena a aplicar, que será justa pena por burlarse del estado del bien estar de los de arriba y de las mitras que cuidan las almas para que suban limpias al reino de los cielos. Comprenderán que es solo un sueño, que tal vez algunos está teniendo según lo que en voz baja se escucha Si es así, les ruego no vean malicia en el cuento, es solo triste desencanto.
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