Jo Nesbø (Oslo, Noruega, 29 de marzo de 1960) es un escritor y músico noruego. Líder y cantante del grupo musical de rock noruego Di Derre. En 1997 publicó su primera novela negra.
Antes de iniciar la crónica de esta novela que entusiasma y altera el sistema nervioso, quiero advertir al posible lector, que no la confunda con Sangre y arena una novela de Vicente Blasco Ibáñez publicada en 1908 e inspirada parcialmente en la vida del torero sevillano Manuel García Cuesta El Espartero, muerto por una cogida en la plaza de toros de Madrid en 1894. A los dos autores los separa el tiempo vivido, pero no la calidad literaria. Tan distintas resultan magistrales con temas tan diferentes.
Nuestro narrador y a la vez el personaje más descollante Olau, disléxico, tipo extraño. Asesino a precio fijo que trabaja por encargo para un tal Daniel Hoffmann. Curiosamente este capo deoficio muestra la tapadera de hombre de negocios.
Nuestro Olau tiene cuatro actividades que no puede asumir. Una es conducir un coche tras un atraco por acelerar la velocidad con lo cual se descubre a sí mismo. Nada de atracos de bancos por el estado psicológico en el que suelen quedar algunos empleados. Nada de traficar con drogas por ser algo sucio: Y odio a los chulos de putas. Y pone el ejemplo de una amiga suya y su novio yonqui entrampado que la obligaba a prostituirse. Bueno pues con estos mimbres y criterios que señalo, nos adentramos en la lectura que desde la primera página ya atrapa.
Olau se lleva muy bien con su jefe, que es dueño de la empresa de taxis más importante de Oslo. El capo Hoffman le ha encargado la “lotería”, que mate a su bella y hermosa mujer de nombre Corina, procurando que no despierte la más mínima sospecha de que ha sido un encargo del propio marido. Nuestro personaje pacientemente se prepara y vigila desde un apartamento vecino todos los movimiento de esa bella y extraña criatura. Aquí se crea una nueva situación con el asesinato por encargo, cuando Olau descubre que la señora de su jefe Hoffmann, a cierta hora de la tarde es visitada por un tipo joven. Entra en la vivienda para hacer lo propio de una pareja enamorada, al menos eso parece, en el sofá francés de alargadas proporciones. Antes, él, la calienta con unas bofetadas.
El caso es que Olau empieza a sentir extraño cariño por Corina. Hasta el punto que en vez de liquidarla, decide cargarse al joven chulesco sin más contemplaciones. Y cuando se lo comunica Hoffmann éste le grita desesperado:“¡Has matado a mi hijo único!” El caso no es para menos y al mismo tiempo misterioso, por lo cual nuestro personaje decide llevarse con él a la bella Corina a un lugar seguro. Como leerá el lector, la historia en ese Oslo con frió de veinte grados bajo cero y la sangre de los asesinados, se refleja e impresiona sobre la blanca nieve. La aventura toma un curso distinto, pues en ella se producen reacciones desde distintos puntos y criterios provocando un estado de tensión en la narración y pensando en los posibles lectores, me obliga a ser cauto y no descubrirlos por un servidor.
Pero algo me obliga a comentar que este personaje de Olau aumenta su tamaño natural, adquiriendo una personalidad a su manera humana. Un cambio que le lleva a recordar su niñez y juventud con un padre alcohólico que maltrata a su madre y le exige todo el poco dinero del que ella dispone. Una víctima del machismo degenerado, que obliga al hijo a tomar unas decisiones dramáticas, donde la necesidad de cariño durante su niñez y juventud, al recordar los tiempos vividos, muestran un palpitar del corazón demasiado humano y el sentimiento hacia María, esa criatura tartamuda y coja que trabaja de cajera en unos almacenes. Un día él le regala una caja de bombones y ella le da gracias conmovidas. ¡Genial!. Bueno, ¿y qué sucede con la bella corina en la historia? Lo siento lector pero si lo cuento todo la lectura de esta magistral novela en un Oslo bajo cero pero por otro lado muy caliente le sustraería su envolvente contenido. Si les gusta la lectura de Sangre en la nieve -traducción de Mariano González Campos/ Bente Teigen Andersen-, tomen entre las manos Sangre y arena de Vicente Blasco Ibáñez. También merece la pena leer la novela de un escritor de literatura perenne.