Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Cosas del… ¿arte?

Aprovechando la cercanía de ARCO (feria de arte contemporáneo), recuerdo que hace un tiempo aparecía en los periódicos y en la televisión una noticia que contaba cómo algunos visitantes de un museo de arte moderno habían confundido unas gafas puestas en el suelo de una exposición con una obra de arte de la misma. Estas gafas, alejadas de representar cualquier idea artística, pertenecían a unos jóvenes que, indignados por la "concepción demasiado amplia del arte moderno", decidieron tratar de demostrar todas las patrañas que se enmascaran en el mundo artístico actual.

Tras esto, comencé a pensar sobre todo lo que había aprendido sobre arte y deduje que qué menos que comenzar a replantearse la idea de arte y ver si de verdad hemos llegado a un punto en que cualquier objeto firmado por un prestigioso artista se convierte en una obra artística.

La RAE, en su segunda acepción, define arte como “manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. Esta definición, aunque algo escasa para mi gusto, demuestra que no existe ningún requisito más que el propio para designar a algún objeto como tal. Pero, ¿entonces cualquier cosa es arte?

Como ya he dicho antes, y creo que se debería hacer en todas las cuestiones, se debe empezar por un rápido recorrido desde el comienzo de su historia hasta el presente para poder responder adecuadamente. 

Según la propia Historia del Arte, las primeras representaciones que podrían tomarse como tales serían las creadas por los hombres prehistóricos en la Edad de Piedra. Más tarde, como toda disciplina, el arte evolucionó hacia unas formas mucho más definidas y realistas, llegando así al conocido como arte antiguo. 

Continuando con este desarrollo, encontramos el arte clásico, considerado incluso hoy día como el referente de nuestra estética ideal. Gracias a él, el arte llegó a representar las figuras naturales con total realismo y una naturalidad impensable en las anteriores etapas. Las proporciones perfectas en la escultura, las nuevas edificaciones basadas en los órdenes y en la mesura y la pintura mural, casaban perfectamente con el gran desarrollo de la música, la lírica y cualquier arte conocido hasta la fecha. Tales fueron su evolución y su importancia, que hasta llegarán a tener una segunda vida unos siglos más adelante.

Junto al comienzo de la Edad Media, el arte pictórico sufre un golpe y su evolución se ve mermada frente al rápido desarrollo anterior debido a la nueva sociedad que se había creado, con figuras mucho menos realistas y alejadas de los ideales clásicos por la gran importancia que supone el imperante simbolismo. Por otro lado, el arte arquitectónico sufrió una revolución estética que permitió erigir enormes catedrales gracias a una serie de nuevas medidas arquitectónicas. Las bastas edificaciones oscuras del románico dieron paso a vastas catedrales góticas sujetas por numerosas series de arbotantes que permitían soportar el gran peso de las bóvedas y los ingentes rosetones. La literatura, por ejemplo, se vio reservada a unos pocos y sufrió una reducción notable y mayormente se centró en temas meramente eclesiásticos y traducciones de obras anteriores. Finalmente, la música consiguió alejarse del vástago de la Iglesia y, a causa de esto, se desarrollaron una serie de obras llamadas “profanas”.

La siguiente etapa a tener en cuenta es la Edad Moderna y más detalladamente el Renacimiento, que surge en Italia y que supone una vuelta al arte clásico en busca de contrarrestar el oscurantismo medieval. En pintura, se volvieron a representar temas religiosos cristianos, pero esta vez con cuerpos apolíneos y perfectos. La arquitectura retomó los órdenes clásicos y los adaptó a los gustos de la época, dando como resultado construcciones caracterizadas por sus proporciones exactas y su luminosidad, claro reflejo de la unión de las disciplinas anteriores. En escultura y en pintura, también encontramos figuras realistas y temáticas profanas junto a las religiosas. Las obras llegaron a ser tan obsesivamente perfectas respecto a la naturalidad que incluso se hicieron avanzados estudios de perspectiva. La literatura tuvo un gran avance gracias al invento de la imprenta y el humanismo como preocupación principal fue decisivo para el desarrollo de los primeros diccionarios y gramáticas con estudios, que resultaron imprescindibles para el surgir de la picaresca, la novela de caballerías y la poesía del stil nuovo. Continuando con este marcado antropocentrismo, la música gozó de una perfecta polifonía y el teatro de unas representaciones cada vez más cercanas a la realidad. Como es sabido, el final de esta etapa desemboca en el Manierismo, una corriente que servirá de puente hacia el barroco, con obras cada vez más recargadas, alejadas de lo real y en busca de reflejar sentimientos más que realidades perfectas.

Con la llegada del barroco y de su ornamentación, la arquitectura se desarrolló en una continua lucha entre volúmenes, curvas, sombras y juegos ópticos para el vidente. A su vez, la escultura adquirió un carácter dinámico y expresivo que llevó a las obras a simular el movimiento de los objetos representados. Con la pintura y su doble vertiente, la naturalista y la clasicista, se desarrollan obras con marcado interés en el claroscuro por parte de la primera y con una búsqueda de la idealización por parte de la segunda. La literatura del Barroco se ve marcada por un enorme pesimismo y un lenguaje muy recargado y metafórico. Tanto es esto, que el actual adjetivo “barroco” refiere a este tipo de enrevesadas narraciones. La música y el teatro barrocos se vieron caracterizados por unos giros fuertes y unos temas decadentes y pesimistas. Como en todos los finales de etapa, el Barroco evolucionó hacia el Rococó, una etapa que supone la exageración máxima de lo exuberante y el interés por las formas. Como hecho a resaltar, la creación de L’Enciclopédie, que marcó el paso a la era moderna gracias al racionalismo. El Neoclasicismo será el culmen de la Edad Moderna, volviendo una vez más a las formas y los preceptos clásicos, pero sin olvidarse de su más cercano predecesor.

Ya en el siglo XIX, se produce una vuelta a los órdenes anteriores con los llamados “neos” (el neogótico, neorrománico, neomudéjar, etc). Todos ellos caracterizados por el anhelo de las formas anteriores. Debido a la Revolución Industrial y a la integración del hierro, el acero y el hormigón, la arquitectura se vio fuertemente desarrollada y se crearon nuevas formas nunca antes pensadas.

Con el Romanticismo, la imaginación, el sueño y el sentimiento se abrieron paso en las obras, dando como resultado pinturas muy expresivas y llenas de expresividad. Con el Sturm und Drang alemán, la literatura y el teatro se ven también representadas por la marcada expresión de lo sublime y lo tenebroso así como la crisis existencial de la sociedad, que pone de moda el suicidio como reflejo del desapego de la sociedad de la época.

Tras estas, se crearán el Realismo, el Impresionismo, Simbolismo, Modernismo, etc.

Y llegamos al siglo XX, siglo en que la revolución estética entra en la polémica que se planteó al principio del artículo debido a que el arte se dirige a la sociedad de los sentidos, que toma la moda con una mirada consumista y en la que surgen diversos movimientos de vanguardia que buscan un cambio en la concepción del objeto artístico: pasar del arte de objeto al arte conceptual.

El referente escultórico más claro de este tipo de composiciones será la Fuente de Duchamp, un urinario que, mediante el recurso del readymade trata de mostrar la belleza de los objetos alejada de las concepciones clásicas. 

El movimiento vanguardista acentuó esta polémica con la llegada de movimientos que representaban un reto a la hora de ser interpretados por el vidente, ya que debían ser reproducidos y entendidos en su propia situación. Con ello, el Cubismo, el Expresionismo y todos los demás bautizados “ismos”, pasan a la esfera artística contando con gran número de defensores... y también de detractores.

Esculturas como las de Chillida, pinturas como las de Botero o Picasso o edificios como la Torre Einstein expresionista de Mendelsohn consiguen hacerse hueco en una sociedad que tuvo que hacer un ejercicio de limpieza de todo precepto anterior y tratar de entender las nuevas formas y todo lo que ello conlleva.

Y ahora, viendo cómo ha evolucionado el arte a lo largo de los siglos, me pregunto: ¿entonces cualquier cosa que un artista lleve a cabo es arte? ¿Cómo puedo saber quién es artista y quién no? ¿El arte moderno es totalmente personal o podemos marcar unas reglas exactas que lo definan?

Tengo claro y asumido que estas preguntas son imposibles de responder, pero tras haber hecho todo este rápido paseo por la historia del arte, me he percatado de que cada ciclo era una ruptura a vista de los demás y cada uno de los nuevos movimientos no se podía entender en ojos del anterior. Debido a la difícil perspectiva del tema, se me vienen a la cabeza otra serie de respuestas imposibles de contestar: ¿qué pensaría Miguel Ángel de una pintura de Giunta Pisano o de Goya? ¿Qué pensarían Quevedo y Góngora de la poesía de Garcilaso o Catulo? ¿Qué pensarían Mozart o Paco de Lucía del rap de la calle de Natos y Waor? Pues estoy seguro que lo mismo que algunos piensan de las obras modernas, que están llenas de elementos innecesarios y no tienen sentido estético alguno según su propia visión del arte. Además, estoy casi convencido de que lo tacharían de herejía contra el arte, todo por culpa de esa dificultad que tenemos los humanos de entender aquello que es diferente a lo que nos han dicho desde pequeños.

Por tanto, y como autoconclusión, pienso que el arte es aquello que nosotros queremos percibir como tal. Creo que cada individuo debe ser libre de desarrollar su obra tal y como desee y que el arte es totalmente subjetivo y acogido a gustos y concepciones personales. Defiendo que el arte es un modo de expresión y, como tal, debe ser abierto en función de aquello que cada individuo quiera expresar con su obra. Quizá hoy día no entendamos ciertas cosas porque todavía andamos anclados en las concepciones clasicistas y no sabemos entender más que aquello que nos ha sido inculcado como “bonito” o “bueno”.

Desde un vestido a una fuente, desde un mural a una simple lata de conservas. Todo lo que el ser humano crea es arte y debe ser entendido como tal. El arte no es solo un lienzo, pieza musical, libro, estatua o edificio… el arte es universal y se encuentra en todo aquello a lo que queramos reconocer como arte.

Y finalmente, respecto a la anécdota del principio y más para aplaudirles que para recriminarles nada, me dirijo a aquellos que sacaron sus cámaras de fotos y móviles para capturar una foto de las gafas e intentaron entender por qué el supuesto artista las había colocado y qué quería expresar con ello.

Hago un llamamiento a que aprendamos a ser abiertos de mente y entendamos que no todo es lo que a nosotros nos gusta ni cómo nos gusta. Aprendamos a darle una segunda oportunidad a las cosas y a mirar desde una perspectiva diferente cada vez que veamos una obra. El arte es expresión y, como tal, debe estar entendido y supeditado a la situación en la que se encuentre y no puede NUNCA atenerse a la objetividad total.