En todo el mundo humano siempre está lo que se dice y lo que se hace, en cualquier referencia humana, en cualquier intención humana. Más en concreto, sí, en todo ser humano se produce lo que se dice y lo que se hace. Unas veces relacionados, otras veces con sus diferencias y otras veces contrapuestos.
A ver, lo que se dice (dependiendo del que lo dice) puede ser racional o no, violento o no, interesado o caprichoso o no, irreal o imaginario o no, estúpido o superficial o no, liante o enturbiador o no. El caso es que el carácter, la personalidad, la situación, la necesidad, la preparación-formación y la motivación mueven, en cada cual, lo que se dice. Nada más cierto, cada persona, según sus recursos y sus capacidades reales, da un singular resultado en lo que dice.
El decir, además, está reglado socialmente a través de un lenguaje que varios o muchos conocen, ¡claro!, permitiendo eso el entendimiento humano y, a gran escala, el entendimiento social por el cual todos seguimos lo que otros dicen, obedecemos las normas cívicas que muchos (en su preparación) establecen y proyectamos así un camino común (socialmente) para hacer frente a todos los problemas sociales en el mundo.
Ya aquí, sin duda, sale el sentido humanitario o responsable por el cual tenemos que aceptar un compromiso social-comunitario para ser mejores, esto ¡no tiene vuelta de hoja!
Sin embargo, a muchos les gusta escaquearse, ir a lo suyo, atender más a sus egos o codicias, tomar indignas ventajas para vivir o aprovecharse de que los demás (o el pueblo en general) hacen ya las cosas por ellos. Se puede determinar, pues, que son pillos, o que son insolidarios o falsantes (en el compromiso comunitario antedicho).
También, la dichosa sociedad funciona como un escenario en donde se quiere hacer ver (y casi forzosamente a base de buenas triquiñuelas o presiones de poder) que muchos son “lo mejor de lo mejor” sin ser lo mejor, que trabajan lo que no trabajan, que cumplen las normas cívicas que, en realidad, no cumplen. He ahí que ya todo es pasto deshumanizado de HIPOCRESÍA, o enmascaramiento de intenciones.
La hipocresía, sin rodeos, está ideada como unas “estrategias” para hacer pasar socialmente unas dignidades humanas por otras (que siempre serán indignantes), o para vender leche sin ser leche (no diluida en agua), o para vender pan sin ser pan, ¡exacto! La hipocresía, en claro, solo produce “desinformación de fondo” o falsedad y además la enseña o la transmite a la sociedad, que es lo peor.
En consecuencia, ya tanto que se va haciendo por tal gratuita desinformación no permitirá nunca que se especifique “lo que se hace” en la sociedad, no, no permitirá que se diga “lo que se hace realmente”, porque haya una conciencia o una decencia “de buen hacer” que sirva de referente a la sociedad misma o a lo que merecen todos.
Lo que se dice es y será interminable, incluso hacia la total desproporcionalidad o desfachatez. En cambio, lo que se hace es solo eso que, realmente, se hace, sin más, aunque ya se haya intentado disimular o tapar. ¡Oh!, se dicen demasiadas cosas que no tienen ni pies ni cabeza, se dicen demasiados mensajes que solo sirven a un interés de poder o a una estupidez. Incluso se dicen locuras, ¡manipuladamente tan bien dichas!, que parecen corduras (¡para quien se las crea!). Cierto.