Un rasgo propiode la literatura infantil clásica es mostrarun universo de sueños y deseos. Ofertar un mundomágico en el queesposible escapar de cumplimientos acuciantes,responsabilidades y obligaciones contraídas, simplemente,chasqueando los dedos.
Con esto y desearlo,una existenciacaprichosa y amañada,acomodada a la voluntad, se materializade la nada. Por desgracia,son quimeras. Inaplicables como doctrina sociopolítica para gobernar y gobernarnos.
Viene esto a cuento,precisamente, porlasituación del posible rescatee intervención de España por parte de la UE. Movida por la desconfianza,en queel Gobierno españolsea capaz de corregir, con una economía en recesión,el elevadodéficit público (diferencia negativa entre los ingresos y gastos en el conjunto de las administraciones públicas). Acumulado en los últimos años.
El Gobierno,atribulado por elriesgo dela intervención, se atropella enuna gestión de cien días. En algunos momentos improvisada, en otros desatada,y siempre forzada.A contrarreloj, por las circunstancias y a traspiés, por la celeridad;va sacando adelante, con el apoyo de la mayoría con la que cuenta en el Parlamento, unas reformas(en sustancia restrictivas), que quizásnecesitarían una mesura y estudio más profundo. Pero, dadoel contexto, así vienen desde Europa, exhortadas,cuando no impuestas. Como quiera que sea, este endiablado escenario le está causando un creciente desgaste que, por el momento, no tiene visos de remitir. Y que ya le ha dejado la primera cicatriz, en Andalucía.
Laoposición, desde que dejó de gobernar, ha experimentado una metamorfosis maravillosa. De modo que ahora pareciese que por mor de un bebedizo haya olvidado que, en gran parte, su inacción,falta de medida en el gasto e indolencia, disfrazada de benevolencia social,nos han traído a esta estación de aprietos económicos.Verdadero origen de lasperturbaciones sociales.Y aunquehan sidoinanes en cuanto a prevenir elalcance de esta catástrofe socioeconómica, y dejan para otros su resolución.Exigen, parapetándose tras la identidad ideológica, soluciones tan portentosas como imposibles, eso sí, sin aventurar salida viable alguna.
Así, mientras la UE tensa todavía más el arco de las restricciones, amenazando con saetearnos conlalanza de la intervención. Uno de los problemas acuciantes, en esta tesitura de apremio, es la política de financiación autonómica. En concreto, el aumento desbocado y desajustado desusgastos (con respecto a los ingresos) y,por ende, elendeudamiento. Y que, posiblemente, en algunas, como Andalucía, iría acompañado de un ocultamiento de su verdadera dimensión. Aquí también, con una sensatez voluble, el PSOE que cuando gobernaba promovió y apoyó la Ley de Estabilidad Presupuestaria; que persigue reducir de modo progresivo, entre otros,el déficit de las CCAA, hasta extinguirlo en el año 2020. Tan sólo siete meses después, y al borde del desastre de la intervención, ha votado contra su aprobación.
Ésta,es la quimérica manera de ver las cosas de una oposiciónque se aleja de la dura realidad,sumergiéndose en peripecias internasy en la búsqueda del protagonismo perdido.Rehuyendo pechar conun complicado entorno. Mientras se aparta (con la excusa de que no se aceptan sus irrenunciables prerrequisitos) de una postura constructiva y de colaboración con el Gobierno.Refugiándose, alterando el evidente orden de prioridades, en la acción sindical, en la proclama callejera y en la demagógica defensa de un nivel de bienestar social; que sostenido con fondos públicos, esahora, al borde del abismo, a todas luces,temporalmente insostenible.
Porque, acaso, de modo paradójico entiende que éste es el camino para reconciliarse, a toda costa, con la sociedad y defender, interesadamente, la parcela de poder político que le queda en el ámbito autonómico. A pesar de hacer dejación irresponsable de sus funciones.
Pero, érase que se era que,de no cambiar de rumbo, si las turbulencias pasaran y las circunstancias mejorasen, aún sin sucooperación, como consciente oposición. Tal vez, entonces, no habrá pócima prodigiosa para desmemoriar al electorado. Y puede ser, que los votantes dispongan que colorín, colorado, por mucho tiempo, tu cuento se ha acabado.
José Antonio Rodríguez
Licenciado en Derecho. Asesor jurídico
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