La resiliencia es la capacidad de afrontar reveses, en todos los sentidos de la vida, de manera continuada. Es lo que antaño llamábamos, menos pomposamente , entereza.
De ambas, Pedro Sánchez, dispone de un saco.
Nadie duda a estas alturas, que es un político sólido, con un objetivo claro, aunque para muchos, entre los que me incluyo, sin la misma densidad en su trasfondo ideológico, marxista en este caso: tengo unos ideales, pero si quiere, señora, los puedo cambiar, tengo otros (Groucho Marx).
Que Sánchez recuperara la Secretaria General de su partido viajando por España con su coche y su gasoil, habla de la moral inquebrantable de su carácter, el cual mantiene incólume frente a las influencias externas. Lo que piensa, es lo que ha de hacerse, en el Gobierno y el Partido, dejando para otra ocasión, aquello del consenso y la democracia internas en los Comités Federales.
Por todo ello, me extrañó sobremanera la expresión de su cara en la del lunes pasado, día después de otra derrota electoral: Rictus forzado y sonrisa profidén, impropios de quien hasta ahora, se ha sentido tan seguro. Ya resulta extraño aplaudir y celebrar otra nueva derrota, pero aún lo es más, celebrar que “se ha resistido”... Celebrar la resistencia... ¿A qué?... A la fachosfera, el fango y la maquinaria de la derecha y ultraderecha... Sánchez sabía el lunes, cuando más fuerte sonaban los aplausos, que esta vez algo había cambiado: Por muchas sonrisas que viéramos, los problemas no se han ido.
El mismo lunes los independentistas catalanes, mostraron su faz: no permitirán que gobierne quién ganó....usted no hizo lo mismo señor Sánchez, se apresuró a indicar el tahúr Puigdemont días pasados ??. La presión judicial, ahora desde Europa, no cesará sobre Begoña Gómez y el desmoronamiento de la coalición de Gobierno por su izquierda, es más que evidente. Por no hablar de los asuntos del “comer”... Presupuestos prorrogados, Sanidad muy tocada desde la pandemia, Educación con reformas continuas, Política Hídrica para todo el país pendiente “in aeternum” y sobre todo la crispación ambiental, de la cual el Gobierno es sin duda un actor principal.
No. Sánchez sabía el lunes, a pesar del aplauso y las sonrisas, que el clima es distinto, que el aire sopla en otra dirección y que su ciclo ha pasado el Rubicón: a partir de ahora, solo queda descender.
El problema será la manera de hacerlo. En gestiones tan sumamente personalistas como la de Sánchez, este periodo se antoja, largo y penoso, pues su resiliencia (otra vez el término), aparecerá, en esta ocasión a abandonar el poder en tiempo y forma.
Nadie es eterno, ni en política ni en la vida, e irse en su momento es un arte, que engrandece a quién lo practica.
Doña Concha Piquer y Toni Kross son señeros ejemplos de este fenómeno, tan difícil de practicar de irse en el culmen. Sería interesante de imitar, señor Sánchez, aunque usted sea del Atlético de Madrid, y le escueza un poco la 15º Champions del vecino de enfrente. Lo digo por la referencia a Kross.