MÚSICA. Después de haber trabajado en julio con Fernando Velázquez, compositor de bandas sonoras como El Orfanato o Lo imposible, en el Teatro Maestranza de Sevilla, de tres conciertos consecutivos en el III Festival Internacional de Música de Cine “Provincia de Córdoba” días después, y de abrir la temporada lírica del Gran Teatro de Córdoba con la zarzuela “Los Gavilanes” hace un mes, el Coro Ziryab sorprendió a público y crítica este último fin de semana estrenando su nuevo espectáculo, “Black. Una historia de música negra”, en el Teatro Góngora de Córdoba. Y sorprendió sólo por el aparentemente imposible corto plazo con que renueva sus proyectos, ya que sus seguidores están ya acostumbrados a la tan inusitada como admirable versatilidad que demuestra en sus conciertos. No hace todavía dos años que este coro se aventuró con su primera producción propia, “Rock & Choir”, y entre Córdoba capital y la provincia (Posadas, Cabra, Montoro, Montilla…) miles de personas disfrutaron del gancho de su originalidad. Y en su afán por seguir avanzando en este campo de la fusión y demostrar las infinitas posibilidades que ofrece una formación coral han puesto en cartel un nuevo órdago al panorama musical.
“Black” es una propuesta tan genial como valiente –otra de las cualidades que descollan en este coro- ideada por Javier Sáenz-López, director titular de la formación cordobesa y creador del original espectáculo. Tal y como verbalizó al comienzo del concierto, se trata de rendir un sentido homenaje a la música negra “y a su indudable influencia en el devenir de la historia de la música del siglo XX hasta la actualidad”. Para ello, Sáenz-López, dando cuenta de su experiencia como profesor de coro en el Conservatorio Profesional de Música de Córdoba y su búsqueda inquieta de explorar nuevas fronteras musicales, ha seleccionado una veintena de temas de los años 50 a los 70, arreglándolos para coro polifónico y banda. Así, del blues al disco, pasando por el góspel, rhythm & blues y el soul, “Black” presenta innovadores versiones de canciones consagradas de Stevie Wonder, Etta James, Aretha Franklin, Louis Armstrong o Ray Charles.
El Coro Ziryab se presenta abriendo el concierto con un cautivador arreglo de Sunny (Bobby Hebb, 1966), para dar paso seguidamente al otro pilar musical de “Black”, la cantante Ana de Lois y su brillante banda ideada para la ocasión, levantando pasiones entre la concurrencia con su I feel good, de James Brown. En algunos temas solo acompañada de la banda, y en otros junto al coro, esta joven pero ya asentada cantante de soul cordobesa muestra su voz de profundo etnicismo y su elegante estilo para abordar canciones de muy diverso rango dentro de ese profundo mar de la música afroamericana estadounidense. La Ana de Lois Band está formada, además, por Alfonso Aroca al piano, Loren Gómez a la guitarra, Juanma Castillejo al bajo, Antonio Jiménez a la batería y un fundamental trío de vientos, compuesto por los mejores en su género del panorama local (Rafa Martínez al trombón, Arturo García a la trompeta y Cristóbal Agramonte al saxo). Entre todos consiguieron dar un magnífico sinfonismo al nada fácil repertorio y sacar tanto el espíritu más hondo como el más festivo que albergan las partituras del programa.
Resulta importante señalar que tanto Ana de Lois como los otros seis solistas que deleitaron al auditorio salen íntegramente de las filas del coro, lo que da aún más valor al espectáculo. Así, las jovencísimas Esperanza Delgado, Mª José Jiménez, Azahara Urbano y Miriam Zulueta, cada una en su estilo, consiguieron levantar a los presentes de sus asientos cantando por los Jackson Five o el sugerente Lady Marmalade de Patty Labele, mientras que Sergio Reina y su O happy day dio el momento más festivo de la velada musical entendiéndose como el coro que consiguió transmitir a los oyentes el espíritu elevado del góspel original. Sin olvidar a la serena Lourdes Torronteras, que defiende el tema de Roberta Flack con todo la garbo que necesita. Porque en “Black”, coro y solistas son un mismo espíritu, y eso se nota desde la butaca.
Para el final del concierto quedaba lo que es, en realidad, el principio motor de toda la propuesta: la fusión. Nadie puede imaginar que el celebérrimo Aleluya de G. F. Haendel pueda suscitar palmas al compás salvo que el Coro Ziryab lo versione con soul junto a la banda, interpretando un arreglo sublime, delirante y de lo más atractivo. Si a alguien del público le quedaba alguna duda acerca del soberbio entendimiento entre dos estilos separados por siglos de evolución musical, se esfumó al escuchar este fin de fiesta. Un teatro lleno dos días seguidos –a pesar del puente y la lluvia-, más de mil espectadores, música para todas las edades, de la inmortal, de la imprescindible. Un coro que canta bailando y baila cantando, siempre con betas de humor y romanticismo. Una inagotable paleta colores en el monótono gris que a menudo nos rodea. El aire fresco que pide la cultura del hoy, y una apuesta segura para hacernos más felices. ¿Qué más se puede pedir…?. “Black”.
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