SOCIEDAD. 'Voces tras los datos: una mirada cualitativa a la violencia de género en adolescentes', es el título de un trabajo impulsado por la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales, a través del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM). Su autora es la socióloga Carmen Ruiz Repullo. En dicho estudio se constata que los chicos y chicas que han entrado en la espiral de la violencia de género a lo largo de sus relaciones, lo han hecho sin ser conscientes de ello, y que este problema hunde sus raíces en los primeros años en el concepto del amor romántico.
Según este trabajo, una de las conclusiones más llamativas es que ese modelo de masculinidad hegemónico tiene también su reflejo en las propias relaciones sexuales de las parejas que viven violencia de género, ya que en la totalidad de los casos las víctimas han sufrido algún tipo de violencia sexual. Los primeros signos de la violencia de género en la adolescencia, desde los celos y las humillaciones hasta el control del móvil y las redes sociales, tienden a justificarse en nombre de un ideal de amor patriarcal, donde se considera normal que el varón imponga sus criterios o quiera controlar a "su chica".
Estudio cualitativo
El estudio cualitativo ha sido realizado a través de entrevistas en profundidad a 22 víctimas adolescentes que son usuarias del Programa de Atención Psicológica a Mujeres Menores de Edad Víctimas de Violencia de Género del IAM, así como a seis chicos condenados por violencia en el ámbito familiar y que consta que han ejercido maltrato con sus parejas.
A partir de las entrevistas realizadas a las víctimas, el informe concluye que las chicas han sido socializadas en un modelo de amor-sufrimiento con el que ellas se identifican ante una película, un libro o una canción. A partir de ahí, todas las encuestadas reflejan ideas consolidadas como "el amor para toda la vida", "la media naranja", "los celos como signo de amor" o la esperanza de que "el amor lo cambia todo". Por su parte, ellos reproducen el modelo cultural de masculinidad hegemónica: líderes de grupos, chulos y malotes entre otros.
Tanto las chicas como los chicos creen que "el hombre duro y difícil" es el más atractivo, reproduciendo así los roles culturales aprendidos, pero sin ser conscientes de que ese mismo modelo determina las relaciones de pareja asimétricas y machistas.
Los jóvenes entrevistados se autodefinen como tranquilos y no se identifican inicialmente como machistas, pero a lo largo de las entrevistas expresan su tendencia a pensar que las chicas se dejan impresionar por dinero y poder, que los celos son signos de amor o que determinadas prendas de ropa son propias de "facilonas que provocan". Tienden a no expresar sus sentimientos (con la idea de que "los chicos no lloran"), en sus conversaciones dan un gran valor a la virginidad de ellas, y utilizan la desconfianza y los celos como excusa para actuar de manera violenta.
Asimismo, el informe pone el foco en la violencia sexual, toda vez que las chicas que han mantenido relaciones sexuales con el chico agresor han sufrido formas de violencia sexual de diversos grados, desde las más sutiles a través del "falso consentimiento", hasta las más severas como la violación o agresión sexual. Lo más llamativo es que gran parte de las víctimas tiende a normalizarla, al justificar que hacían prácticas no deseadas como muestra de amor, siempre bajo presión de ellos.
Redes sociales
El estudio también refleja el uso por parte de los agresores de las redes sociales y las nuevas tecnologías para ejercer la violencia de género, si bien se aprecia que el control tecnológico está tan extendido en la adolescencia que en un principio no levanta sospechas y, de hecho, se ve como señal de amor.
El estudio insiste en la naturalización e invisibilización de las distintas formas de violencia de género por parte de la juventud, por lo que apuesta por una mayor sensibilización de este sector poblacional, con especial incidencia en el ámbito de la educación sexual y el respeto a los límites de la pareja.
Este trabajo será utilizado como material didáctico en los talleres coeducativos en institutos, así como en la asignatura andaluza 'Cambios Sociales y Género', de oferta obligatoria en la ESO. Según ha adelantado la consejera, el estudio servirá de base para el diseño de medidas de aplicación de la futura Ley andaluza de Igualdad de Género, que prevé reforzar la coeducación de manera transversal en todos los ciclos educativos.