Erase una vez una carta, intrépida, atrasada, revoltosa, con incertidumbre, sin ver el final del trayecto a corto plazo, complicada, discutida, muy esperada, expectante. No se negó a nada, siempre que se necesitaba de su servicio se ofrecía a cumplirlo a rajatabla, era dócil, servicial, generosa.
Esta mañana me he despertado nerviosa, pensaba ¿Será hoy cuando llegue a mi destino o seguiré durmiendo el sueño de los justos sobre una mesa o en algún cajón de la casa?
El otro día vi cómo me buscaban ansiosa y desesperadamente en el buzón al mismo tiempo que disimulaban tal situación por no querer contar a nadie la tan deseada espera. ¿Qué buena nueva encerraré dentro de mí para tanto desconsuelo al ver que no llego en el tiempo deseado? ¿Será una declaración de amor o tal vez una sorpresa inesperada?
Cuando empezaron a vestirme hubo sus más y sus menos en el seno familiar, que no pongas eso, pon esto otro, así no queda bonito escríbelo de esta manera, así se pasaron un buen rato todos los miembros de la familia hasta que por fin, quién portaba mi aguja dio un golpe sobre la mesa y con ceño enfurecido mandó salir a todos del salón. Una vez tranquilo se dispuso a seguir vistiéndome con suavidad y ternura, pensando que la persona a la que iba dedicada daría un gran salto de alegría al tenerme entre sus manos.
¿Con qué me habrá adornado mi traje? Es triste ser portadora de algo e ignorar su contenido. Solo por intuición puedo adivinar si se trata de un romance porque llevo un olor especial, si es de una madre a sus hijos entonces llevo una carga tan emotiva que entre los kilos de ternura y los consejos a veces soporto sobrepeso. La de los desengaños son demasiado pesadas porque los reproches, frustraciones, insultos y demás, llevan tanto lastre negativo que a veces me resultan un tanto irrespirables.
Reconozco que las buenas costumbres se están quedando en el olvido, no es lo mismo tomar entre tus manos la pluma o el pincel y dibujar sobre mi cuerpo tus deseos, pensamientos, peticiones, galanterías…, mientras piensas que la persona que me va a desvestir se llenará de satisfacción, contra la frialdad de un mensaje de whatsApp que se envía y reenvía de forma impersonal a todo el mundo. Más rápido si es, lo acepto, pero pierde todo el encanto de la intriga, de dejar volar la imaginación llenando de colores vivencias pasadas, recordando algo importante que hacer, algún deseo…
Con mis compañeras de vida fija, duradera, con variaciones pero funcionarias, tengo poca relación porque al sentirse tan arropadas por las altas instituciones gubernamentales se vuelven un tanto inhóspitas, además mientras más condecoraciones de sellos y pólizas llevan en su escote, más presumen y la verdad, ¡no las soporto!
Pero…, a pesar de todo no me siento triste, sé que siempre habrá alguna persona que me tendrá guardada con cariño entre sus más preciados objetos, que aunque ajada por el tiempo y coloreada mi piel, sentiré el calor de un pecho enamorado, de unas manos temblorosas, del aroma de un café…, me haré un hueco entre algunas fotos, estampas, pañuelos y muchas cosas más que a veces se guardan sin saber por qué, pero que al contemplarlas de nuevo llevamos el recuerdo a aquellos que en su día nos dieron la oportunidad de viajar y llenar de colores las vidas pasadas y presentes.