“Ruido" era el nombre una nueva revista juvenil egabrense, denominada cultural, que comenzó su andadura allá por los meses de abril y mayo de 2001. Uno de los responsables de aquella denominada revista cultural definía la nueva publicación en la prensa local como una "revista miscelánea, que trata cualquier tema, [...] incluso si alguien quiere escribir sobre deportes, puede hacerlo". Dicho responsable nos informaba de que estaban dispuestos hasta sacar una página dedicada al deporte, como muestra de su talante abierto y comprometido.
Como educador especialista en Educación Física, como deportista y como amante de la cultura en todas sus manifestaciones, me vi en la obligación moral y personal de intentar desmadejar el falso tópico que enfrenta a la cultura con el deporte. No es menos cierto que en nuestra ciudad el ámbito denominado "cultural" se halla muchas veces alejado de la educación físico-deportiva, mostrando, a veces, ciertos complejos psicológicos respecto al mundo del deporte y de la educación deportiva. Y seguimos prácticamente igual.
Se suele asimilar el concepto de cultura con la literatura, la poesía, la pintura, el teatro... Hasta tal punto llegamos a este tópico que los definidos o autoproclamados "representantes de la cultura" rechazan o jamás han sobresalido por su amor al deporte o a la educación deportiva.
No se puede negar que el deporte supone un importante cambio cualitativo con una gran carga innovadora en funciones, significado y sentido, equivalente a la que cabe atribuir a la revolución industrial, la cual, a su vez, constituye uno de los principales factores explicativos y configuradores del proceso que ha hecho del deporte el fenómeno socio-cultural que es en la actualidad. No podemos atacar al deporte por su faceta agresiva, competitiva... como no podemos atacar a la literatura por un libro de Ana Rosa Quintana o por la actitud mercantilista de Lucía Etxebarría en un “programa basura”.
Por lo que a mí respecta, la realización de actividades físicas o prácticas corporales, ya sea bajo la forma de competición, de juego o de ejercicio, y pertenezca o no al campo de lo que se define como deporte hoy en día, puede considerarse un elemento de la cultura humana que ha estado presente, de alguna manera, en todas las épocas y lugares. Por ello mismo, su estudio ontológico, teleológico y evolutivo no puede llevarse al margen de las circunstancias, azares, avatares... que han condicionado la génesis y el desarrollo de nuestra especie.
No hay contradicción entre deporte y cultura, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Mario Benedetti ... muestran de forma fehaciente que debemos desprendernos de un complejo alimentado por los que Manuel Alvar denomina “eruditos a la violeta”, una clase social muy vigente.
Debemos utilizar el deporte y actividades culturales como medio para la consecución de un gran objetivo: la promoción del entendimiento entre las personas.
El deporte es recreación, pasatiempo, y distracción; así como también un instrumento para la promoción del civismo y el sentimiento de pertenencia a una sociedad.
El deporte es un fantástico medio para el entendimiento humano, particularmente cuando no se trata únicamente de ganar sino también de producir sudor, divertimiento y desafíos.
El Deporte es un instrumento de utilidad para movilizar a los jóvenes a tomar parte en actividades solidarias, medioambientales, voluntarias...
Deporte y Cultura son facetas de una misma identidad: El ser humano.
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