Fino acierto editorial esta cuidada edición por parte de Nórdica Libros, de la prosa y verso en lengua de Cervantes, de textos del famoso creador del universal y mítico cuadro El grito, drama y humanismo universal, acompañada con una acertada selección de sus pinturas. El pintor refiriéndose a sí mismo señalaba que, de idéntico modo que Leonardo da Vinci había estudiado la anatomía humana y diseccionado cuerpos, él intentaba diseccionar almas. Razón firme y creadora para que los temas más frecuentes en su obra fueran muestras desafiantes de las tragedias humanas. Una actitud y compromiso consigo mismo que el propio creador manifiesta:”Mi pulso es o bien impetuoso e incluso de violentos ataques de nervios – o lento con una melancolía expresiva”
Un fuerte sentido emocional inunda de colores y de fuerza sus lienzos que paralelamente podemos desentrañar en su reflexiva escritura. Esa narrativa explicando historias y personajes, que propician al lector la relación con el espectador: subjetividad no disimulada cuya sinceridad ofrece al afortunado que abre el libro, la posibilidad de adentrarse hacia un mayor conocimiento compresivo de su obra pictórica. Salir a pasear por ese camino de las afueras de la gran ciudad, desde el que puede contemplar la ciudad. Allí se detiene y medita, espectador exigente y comprometido. Mirar como el sol se pone en el horizonte y las nubes, según su descripción, se teñían de sangre. El fiordo estaba extrañamente iluminado: “Sentí como un grito a través de la naturaleza. Me pareció oír un grito. Pinté este cuadro, pinté las nubes como sangre verdadera. Los colores gritaban”. Tras sus caras convertidas en máscaras el artista estudia los personajes humanos que desfilan por las calles de la vida.
“La manera en la que se mira también depende del estado de ánimo y de cómo se encuentra uno en general. Esta es la razón por la que un motivo - puede verse de machas maneras y eso es lo que hace interesante el arte” Esta actitud observadora y a la vez exigente que lleva consigo mismo, fueron las que marcaron la solidez y originalidad de su obra a la que sus reflexiones plasmadas en la escritura que tanto contribuyó, enseña esa peculiar escuela con la que Munch logra su galería de personajes con las máscaras protectoras que conforman lo que se conoce universalmente como El friso de la vida. Un conjunto de cuadros pintados hacia finales del siglo XIX, que el pintor asumiría para el resto de su vida creadora. “Cuando menciones El Friso de la vida y los distintos cuadros que denominan simbolistas o literarios has de recordar que simultáneamente se daba una línea artística lateral – Estos cuadros fueron pasos hacia los posteriores murales y pintura del Aula de la Universidad-. Consiguiendo lo que “Schopenhauer consideraba imposible: hacer palpitar el grito. Para ejecutar ese imposible, Munch construyó un espacio abismal en el que chocaban las líneas ondulantes y las rectas”.
Y en toda esta larga exigencia el propio creador se encuentra frente a una accidentada vida. “Recibí en herencia dos de los peores enemigos de la humanidad – Las herencias de la tuberculosis y la enfermedad mental – La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles negros junto a mi cuna” Amor y odio, tenebrosidad, una constante en su existencia ocupada por la angustia, junto a las pasiones emocionales, que configuran los arquetipos de la vida anímica del hombre moderno incrustada en la propia condición humana, siendo sus temas frecuentes relacionados con las tragedias del hombre. Nada le fue ajeno desde la constante soledad. Soberano esfuerzo creativo con el que hallar esa estancia en la que poder volcar su personalidad existencial y creadora de un genio de la pintura, que curiosamente ofrece un paralelismo en la claridad de la escritura muy semejante a otro genio de la pintura Van Gogh. Henry David Thoreau escribió esta famosa frase: «El grueso de los hombres lleva una vida de callada desesperación» Él supo plasmarla en la pintura.
Comentarios
oportuno el artículo
Señor Vélez, muy oportuno su articulo sobre Edvard Munch ya que el Thyssen recoge una interesantísima muestra en su museo de Madrid, ojalá la traslade al de Málaga para poder ir a verla. Efectivamente este artista es "Muncho" más que El Grito, es el expresionismo en todo su esplendor y así hay que disfrutarlo.
Enhorabuena.
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