Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Puertas

Primera mañana en nuestras vidas de tantas cosas que hacemos por primera vez... Son tan diversas y tan variadas como ir a la guardería, al colegio, al instituto o cambiar de centro educativo en algún momento de nuestra escolaridad, tal vez ir a la universidad o empezar en alguna empresa donde realizarás las primeras prácticas, la primera visita a la oficina de empleo, el primer trabajo remunerado, las primeras oposiciones, la primera cita para la hipoteca en el banco, en el notario...  El primer amor, la primera relación sexual, la primera pareja con la que convives... La primera visita al médico solo o sola, acompañando a otros... Siempre ha existido esa posibilidad, ese nuevo espacio, ese lugar novel o situación primigenia a la que acceder.

Tú alma ante lo desconocido, casi siempre va cargada de inseguridades e incertidumbres, aunque no lo muestres o no lo aparentes. Tu cerebro con su pensamiento interior va rumiando sus ideas, mientras sigue con sus funciones, desarrollando su actividad, materializándose en hechos, al mismo tiempo que avanzas caminando, en coche o con cualquier medio de transporte, con la puntualidad obligada.

En algún instante de la marcha te asaltará la duda, ese no sé mayúsculo, ese no lo tengo claro, ese dudo en este lugar, pese al dispositivo G.P.S del móvil, que no te ayuda, porque eres tú con tu nerviosismo, el que no acaba de procesar por donde entrar, en este recorrido que ahora inicias...

Pero aquí estás, ante la portada del edificio, ante la puerta principal, aunque existen otros accesos más alejados, ajenos a la portería o la cartelería que te indicará por donde entrar, subir o bajar, seguir y continuar hasta la nueva meta.

Una vez dentro de esa edificación nueva, que nos parece más grande de lo que realmente es... Desconocemos en parte que hacer... Te sueles dejas llevar por la situación que discrepa entre preguntar, esperar o actuar: ¿Mirar o ver? ... ¿Oír y escuchar?... Ante la tesitura de lo desconocido, la parálisis que infunde la duda, la opción contraria a la impulsividad, optar por continuar avanzando con paso firme y pies de plomo, con la seguridad que infunde la observación a los demás, antes de tomar la iniciativa.

Tomarte tu tiempo, desde un papel reflexivo, con cierta discreción, te permitirá ver, mirar, analizar al resto, su ritmo, sus gestos, su atuendo, su marcha oscilante, pausada, rápida, lenta, insegura, despistada, ingenua, rabiosa o tristona... Gente, personas dejándose llevar, imitando, decidiendo liderar con sus discursos o no en ese espacio y momento que compartes... Toda esa mezcolanza de sensaciones y emociones se dan en ti, seas niño o niña, adolescente, joven, mayor, hombres y mujeres de barro, que grano a grano forman su ser, su razón, su existencia, dándole sentido a tu personalidad, en ocasiones enfrascada por las situaciones o normas interiorizadas, otras veces libre, crítico con todo y con nada, político o apolítico e independiente a todo.

Mi ir y venir atravesando puertas a lo largo de mi vida, vivenciando tantas primeras veces, tan distintas, algunas negativas y muchas positivas. Puertas que se abren y se cierran a lo largo de nuestra subsistencia.

Puertas atravesadas, trayectos que resumen etapas unas veces fracasadas o equivocadas al valorarlas con posterioridad, otras exitosas, ansiadas o abandonadas en la desidia, porque requerían tiempo, esfuerzo, distancia física o emocional, que no se ajustaban a tus necesidades o expectativas...

Mi contemplación del umbral, del dintel, su traspaso y travesía de cualquier puerta no es diferente al tuyo, tengas la edad que tengas. Mi sentir descriptivo, mis miedos narrados, mis seguridades compartidas, mis responsabilidades personales, mis valores, mis certezas humanas no son divergentes a las tuyas. Sólo que yo las escribo, con cierta ambigüedad, dejándote espacio propio, compartiéndolas en este medio.