Solo hay algo muy concreto en el mundo que da bellotas (una encina o un tipo de Quercus), solo hay algo en el mundo que da pensamiento (el cerebro), solo hay algo en el mundo que da fotosíntesis a las plantas (la luz), etc. Eso está muy claro y, salirse de eso, es neto error y sus consecuencias de engaño, de confusión, de manipulación y de ignorancia.
Al igual, solo hay algo en el mundo que da verdad: la razón o todas las buenas conclusiones del íntegro procedimiento racional (y el procedimiento racional es ése que siempre ha tenido reglas irrebatibles u obvias: todo tiene causa, a toda causa le corresponde su efecto, todo interacciona, todo tiene su singular interacción, regla de no contradicción, etc). En resumidas cuentas, tener un buen-íntegro uso de la razón sin que de ninguna forma (tal uso) ampare a una sinrazón; he ahí la coherencia o la demostración racional.
También, el procedimiento racional no es propio ni atribuible a nada o a nadie de antemano. ¿Qué significa esto tan esencial? Pues el que no se puede decir: “el ser humano tiene el procedimiento racional”, “la ciencia tiene el procedimiento racional”, “ése con sus diez premios Nobel tiene el procedimiento racional”, “ésa academia tan prestigiosa tiene el procedimiento racional”, “ése periódico leído por todos tiene el procedimiento racional”, etc.
En verdad (o en el sentido común de un niño), el procedimiento racional solo es atribuible a quien demuestra con todas las pruebas habidas o por haber que lo usa, sin beneficiar a la vez a alguna sinrazón y sin influir-presionar (en todo eso) con un “soy humano”, “soy importante”, “soy científico”, “soy payaso”, etc. Quiero decir, ¡y con honra!, nada puede decirse o anteponerse primero al mismo procedimiento racional, per se. Dicho más claro: Lo que reforzará o validará el procedimiento racional será únicamente ésa aportada coherencia o demostración racional, nada más.
Pero ¿por qué es tan esencial la razón por encima de todo? De una vez por todas, la respuesta es obviedad pura (“luz que nadie puede tapar”), sí, porque no hay ningún bien, ¡ninguno! (ni puede haberlo en posibilidad mínima), que no funcione con razón; en un amor a la verdad (incorruptible) quiero decir: cualquier bien solo funciona bien con la razón. He ahí que se debe amar con toda el alma a lo que aporta la razón en el mundo, en conciencia inesquivable.
Piensen, el que las mujeres escapen del machismo solo lo posibilita la razón, el que una violencia gratuita se acabe solo lo posibilita la razón, el que sea posible el arte en mitad de las violencias solo lo concede o lo posibilita la razón, el que se evite un error cualquiera solo lo posibilita la razón, el que una gobernanza o una política sea la correcta solo lo posibilita la razón, el que un prejuicio se elimine solo lo posibilita la razón, etc. He ahí que la actuación y la supervisión de la razón (la que es verdadera) en el mundo ya garantiza que tantos estúpidos o equivocados no hagan más daños por todos sitios. Así es.
Pero el ejercicio de la buena racionalidad es la razón, no el presumirla o el cantarla o el difundirla con charlatanería. La racionalidad ha de evidenciarse en cada persona que se la atribuya, en honra, y la ha de mostrar sin trampas o demostrar claramente a solo razón, sin sumar aquí algo más por ya confundir lo que es esencial.
Por ejemplo, actuar en función de las verdaderas-reales necesidades del pueblo es algo que lo dice solo la razón; y el no actuar en función de tales necesidades, sino de unas interesadas o artificiales o creadas (por rentabilizarlas), ya es un grave error hacia la maldad.
Lo que el mundo no sabe es que descuida el ayudar a la razón; y no lo sabe por muy diversas causas (aquí los intelectuales aprovechados de cualquier sinrazón tienen mucho que decir). Pero eso no justifica que la esencialidad, injusta o miserablemente, esté tan desprotegida.
¡Sí!, las cosas como son (incluida la vergonzante indignidad).