Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Todos somos impedimentos para algo

Todos somos impedimentos para algo, según lo que hacemos y según lo que promovemos con lo que decimos; ayudamos a que la Naturaleza no sea tal cual sin nuestras decisiones, ayudamos a que la sociedad no tenga al fin un sano entendimiento por nuestras terquedades intelectualizadas o sociabilizadas sin cesar.

Todos impedimos un respeto de corazón y digno a todos los animales; impedimos la digna supervivencia de las zonas rurales; impedimos que las disidencias políticas puedan tener una protección; impedimos que se utilicen energías alternativas; impedimos que las mujeres puedan ser nazarenas o sacerdotes.

Si no practicamos tolerancia, impedimos asimismo libertad a los demás; si no practicamos el deporte o los buenos hábitos, impedimos por seguro la salud (y eso fomentamos a la sociedad); si no escuchamos a los demás, impedimos la comprensión de los demás o el amor a los demás. ¡Cierto!

Igualmente, vamos impidiendo la democracia si no aceptamos el juego democrático (y el que todo el mundo se exprese); vamos impidiendo la razón o la cordura si no permitimos que alguien nos muestre y nos demuestre la razón (en una cerrazón egocéntrica); vamos impiendo la decencia si no permitimos que lo decente se proteja socialmente o tome al fin prestigio en cualquier lugar.

Además, lo que vetes lo vas impidiendo, lo que no leas o no consumas lo vas debilitando y así impidiendo, ¡por supuesto!, lo que infravalores en vanidad o en sinrazón lo vas frenando o, en suma, impidiendo.

La historía nos ha demostrado que un buen progreso se ha impedido, o una reducción mundial del CO2 se ha impedido, o el final de un conflicto en opresión (el de Palestina) se ha impedido. Es decir, en obviedad miles de cosas buenas o miles de bienes se impiden porque se impone la maldad de unos o de otros al bien que deben todos practicar siempre. ¡Eso sí que está clarísimo como el agua cristalina!

Se impide que se deje al fin de protegerse a la desinformación o a la telebasura, se impide la no confusión o que los que confunden no tengan tanto poder en cualquier grupo o institución o país de seres humanos. ¡Así es!

Hay políticas que impiden claramente derechos a mucha gente o a la más desfavorecida desde siempre. Hay políticos que impiden que algo se arregle de alguna forma, ¡pero que se arregle ya!; no solo algo material como una calle, un camino o un puente, sino algo inmaterial como una crispación o un malentendido que algunos han sobrealimentado gratuitamente.

En fin, de “infinitas” maneras se puede impedir un bien, un buen remedio o una buena solución para muchos en un pueblo o en cualquier sitio. Pero, cuando la voluntad no quiere, o cuando la buena voluntad (con su total amar a la ética) no quiere, pues no se impide y entonces todo va hacia lo más digno o hacia lo mejor.

Solo cuando la voluntad no quiere (queriendo “lo más humano”), la de uno, la de otro, al fin la de muchos...