Cualquier miedo o un miedo muy preparado o determinado por algún poder en verdad siempre ha comprado el silencio de toda la sociedad. Ocurre que muchos mandatos o violencias instrumentales o un “no buscarse problemas con algún poder” en total eficacia han comprado el silencio de demasiados ciudadanos porque, en realidad, quizás no tenían el coraje suficiente para enfrentarse a ellos o la integridad ética a la que irremediablemente, en consecuencia, han de sujetarse.
Sí, es evidente, el servir, el servilismo, el acomodo o la obediencia a la voluntad del que explota o manda o tiene la voz cantante o “mandante” en una sociedad siempre han podido más, ¡siempre!, que ese juicio crítico o rebelde tan necesario (de una vez por todas) realizado a todo lo que es abusivo o irracional.
Obvio, el miedo (como un trasfondo que domina en la sociedad) puede mucho sobre cualquiera, sí, sobre cualquier persona, dejándola “fuera de juego” porque aspire a valores fundamentales que garantizan la ética o la libertad misma de los pueblos; en efecto, es eso así, tras el miedo solo se espera ya… un silencio, un silenciar alguna opresión o alguna indignidad o alguna tiranía de alguien “de arriba”, de algún poder fáctico. ¡Nada más cierto!
También cuando, poco a poco, se va comprando el silencio de todo un país (o de un pueblo en concreto), ahí lo primero que se produce (al mismo tiempo) es un “silenciamiento de la verdad”, un recelo o temor a que la verdad “enfurezca” aún más a los establecidos o acomodados opresores en sus buenos sillones de poder; y, ya con tal base, aún más esos amenacen sutilmente a todos los “pobreticos” que de verdad están aguantando o sufriendo sin parar.
Sin duda, el silencio se lo compra un poder a alguien casi siempre por facilitarle comodidad y las mínimas molestias (una aceptación); aunque también por darle dádivas o premios o puertas abiertas para conseguirlos.
¡Eso es un chollo!, por eso más y más se prestan muchos “disimuladamente” para que un poder les compre muy pronto el silencio (o acaso cualquier maldad imperante desde quienes mueven la sociedad con muchos recursos).
En fin, en fin, durante toda la historia, si existe una injusticia muy arraigada por tener muchas rentabilidades para solo unos pocos, pues casi siempre, los que la realizan, han deseado vehemente solo el que no se hable de tal injusticia y van comprando voluntades para que, por muy injusticia que sea, todos la tengan sepultada o en secreto (aunque cause millones de sufrimientos) y en adelante nunca la mencionen siquiera; sí, por lo que se dedican a muchos entretenimientos que ya hay preparados y sobreayudados porque un silencio mafioso se desarrolle.
En la vida, ¡piénsese!, ocurre que puedes honrar a una dignidad del mundo o, por el contrario, ya vivir a costa de la sangre del mundo (o de su mismo dolor). ¡Que Dios nos dé a todos una humildad de verdad para que todo sea de otra manera!