La cultura patriarcal, a la cual pertenecemos asume un sistema de vinculación basado en el dominio, consumo, y conquista. Es decir, está regulado por el poder de unos respecto a otros. Para imponer este poder, es necesaria la guerra, la cual define a los ganadores y a los perdedores, es decir dominadores y dominados. A través de las peleas se consigue asumir autoridad, jerarquía y poder .Las eternas luchas con el único objetivo de imponer nuestras creencias o razones por sobre las razones de los demás, no han conocido límites. Podemos pensar que el odio, la confrontación, y la competencia son inherentes al ser humano y su condición, pero sin embargo NO son intrínsecos a lo humano. Es una modalidad adoptada, pero no es obligatoriamente humana.
Hoy se conocen muy pocas culturas prepatriarcales, que se desarrollaron entre siete mil y cinco mil años antes de Jesucristo, donde no se han encontrado vestigios de guerras, ni signos de diferencias jerárquicas. Es decir un modelo solidario, en el cual la diversidad no se interpreta como superioridad o inferioridad de condiciones, y el amor era lo cotidiano. Hoy no podemos imaginar una cultura basada en la solidaridad. Sin embargo, la solidaridad nos hace humanos. ¿Cómo se logran instaurar las diferentes formas de dominación?. Muy sencillo: separando el cuerpo del recién nacido del cuerpo de su madre. Frente a tanta hostilidad, tenemos dos opciones. La primera opción es permanecer PASIVOS, incluso con el riesgo de morir: así nos convertimos en DOMINADOS. La segunda opción es luchar, confrontar para obtener aquello que necesitamos. Un bebé, frente a una situación tan hostil como es el hecho de carecer del cuerpo amparante de su madre, va a reaccionar volviéndose pasivo (dominado), o volviéndose agresivo (dominador). ¿Para qué queremos guerreros?, pues sencillamente porque sin guerreros no hay patriarcado, es decir no hay dominación de los más fuertes contra los más débiles.
Este sistema se implementa desde el mismo momento del nacimiento de cada individuo. Todas las crías de mamíferos humano nacemos con una exquisita capacidad de amar intacta, y obviamente, esperando ser amparadas, nutridas y cuidadas, ya que al inicio de la vida es la única manera de vivir (y no sobrevivir) en el amor. Cada niño separado del cuerpo de su madre apenas haya nacido, se convertirá en guerrero o futura procreadora de guerreros. Ya sea en guerreros activos o guerreros pasivos. Los mecanismos de supervivencia consecuentes del desamparo vivido durante nuestra niñez, son muchísimos y muy variados, respondiendo a esta lógica patriarcal, teniendo claro que el guerrero es la única pieza absolutamente necesaria para la dominación. De hecho no es casualidad que separemos a los niños de sus madres. Todo esto tiene un propósito muy aceitado, si ampliamos nuestra mirada a través de siglos y siglos de historia. Un niño convertido en guerrero estará siempre listo para matar o morir. Del mismo modo, generar ejércitos de soldados masivos, anestesiados y desconectados de sus propias emociones, nos convierte a todos en dominados. Faltos de deseo, de vitalidad, creemos infantilmente cualquier idea y organizamos nuestra vida copiando caminos ya trazados, aunque no vibren ni remotamente con nuestro ser interior. Si las mujeres SINTIÉRAMOS la poderosa necesidad de no separarnos de nuestra cría, nadie podría imponernos ese alejamiento.
Comentarios
Hace 7000 años no había
Hace 7000 años no había ciudades ni medios de comunicación, por esto hay que adaptarse a las circunstancias. Los guerreros (solares) son la evolución histórica de los iniciados o elegidos (lunares).
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