Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

El ocho de marzo y la vida

A primeros de mes, Santiago Abascal afirmó que gritar «Viva el ocho de marzo» significaba igual que «gritar viva la enfermedad y viva la muerte». El líder de Vox no se ha andado con retóricas ni eufemismos para continuar en su empecinamiento en que las manifestaciones del 8M son culpables del coronavirus en España, con motivo de establecer una relación que no tiene otro fin que desprestigiar una efeméride imprescindible para los derechos y reivindicaciones de la mujer en nuestra sociedad. Y es que el ser humano tiene memoria selectiva, tiende a acordarse de unas cosas sobre otras, porque él podría haber dicho lo mismo del mitin de su partido o del cine. Así, no es una cuestión de la cantidad de personas que asistieron a uno u otro lugar, sino de la intención; sobre todo, teniendo en cuenta que los primeros políticos contagiados por el virus habían asistido a ese mitin y que al poco se anunció que la ministra de Igualdad también lo había pillado, suponemos bien dónde. Actitudes políticas que no son lo mismo, pero es igual, parafraseando a Silvio Rodríguez.

Con el feminismo a este partido le ocurre como a los ateos con los dioses, que no pueden dejar de hablar de lo que no creen, porque su fin último es otro; por ello, Abascal verdaderamente va más allá de si el Gobierno fue responsable o irresponsable, o si ocultaba información, aunque parezca importarle. Su objetivo es otro: el 8M, a lo que significa, a lo que reclama.

Por supuesto que hay muchas cosas que se le pueden reprochar al Gobierno en su gestión (lo relacionado con las mascarillas, por ejemplo), también a esta oposición (por citar algo: votar contra el estado de alarma a finales de abril, cuando aún había alrededor de 400 muertes diarias), e, incluso, a la propia ministra de Igualdad (ya sabemos lo que dijo el 9 de marzo), pero no es el asunto. Como dijo don Manuel Alcántara: no hay que tener ilusión por la condición humana.

Lo que resulta preocupante es que, a medida que la mujer gana relevancia y reconocimiento social, exista un sector político que actúe contra ello y que considere que el feminismo es uno de los causantes de los males de este país. Llega a ser alarmante que haya, no digo mujeres sino personas con responsabilidades políticas, que de pensar que el 8M no tenía que haberse celebrado como se celebró (entiéndase, sin medidas sanitarias de prevención, sin avisar de que el virus ya campaba a sus anchas por el país, etc.), pase a creer que el 8M es sinónimo de enfermedad y muerte. Por ello, ante tales afirmaciones, que pretenden ser un desprecio con tintes de misoginia, se hace más necesario que nunca defender la celebración del Día Internacional de la Mujer. Y viva el ocho de marzo, porque hay vida.