Las elecciones andaluzas celebradas el 2 de diciembre del año 2018 supusieron un antes y un después en la historia política y democrática de nuestra tierra.
Por primera vez desde las primeras elecciones autonómicas celebradas en el año 1982, el PSOE de Andalucía y por ende la izquierda perdía el Gobierno de la Junta de Andalucía. A partir de ese momento, fueron sucesivas manifestaciones las que tuvieron lugar en algunas de las capitales de provincia de Andalucía, todas ellas motivadas por el temor de la izquierda andaluza ante la irrupción de la extrema derecha en Andalucía y la posibilidad de la existencia de un futuro gobierno en el que esta ideología tuviera un protagonismo de importante calibre.
Todo parecía pensar que los resultados solo eran el reflejo de un descontento puntual del electorado de izquierdas con los dos partidos de dicha ideología que concurrieron a estas elecciones, Adelante Andalucía y PSOE-A (lo cual explica el gran abstencionismo existente en estas elecciones) y que pronto serían capaces de recomponerse y volver a gobernar una tierra caracterizada por la notable importancia de mano de obra agrícola.
Sin embargo, a lo largo de estos dos años y medio en los que la derecha ha gobernado nuestra tierra, las disputas internas existentes en los sectores más extremistas de Adelante Andalucía y la división del partido en varias corrientes o vertientes ideológicas, así como las intenciones existentes de desbancar a la líder socialista, Susana Díaz, no han ayudado a mejorar las encuestas. En este sentido, cabe destacar que ante el temor de un adelanto electoral y el reacio de algunos pesos pesados del PSOE a que Susana Díaz volviera a ser la candidata socialista en unos nuevos comicios andaluces, el pasado 13 de junio de 2021, los más de 45.000 militantes censados en la circunscripción más importante del PSOE, decidieron apostar mediante el sistema de primarias característico de este partido, por una candidatura nueva y fuerte partidaria de “la unidad y la renovación”, liderada por el actual alcalde de Sevilla, Juan Espadas.
En función de lo anterior y tal como hemos visto en multitud de medios de comunicación de nuestra Comunidad Autónoma, así como en determinada prensa nacional de cierta envergadura, a lo largo de este mes, los/as socialistas andaluces han atravesado por momentos de total incertidumbre ante los diferentes cambios que se estaban realizando en su partido, y especialmente, en el Grupo parlamentario, lugar en el que más de 30 hombres y mujeres defienden la ideología del socialismo. En las filas del socialismo andaluz entienden esta transformación más que necesaria y crucial para volver a ser un partido mayoritario y volver a tomar las riendas de la región en la que gobernaron durante casi 40 años. De esta forma, con un PSOE ciertamente consolidado tras la celebración de unas primarias y la división de Adelante Andalucía en dos partidos diferentes (la propia Adelante y UP), la realidad radica en un mal augurio para el futuro de la izquierda andaluza, y es que apenas un mes después desde que el PSOE-A decidiera a su candidato a las elecciones andaluzas que previsiblemente tendrán lugar en noviembre de 2022, si hoy 13 de julio tuvieran lugar dichos comicios, la izquierda en conjunto obtendría el peor resultado de la historia democrática de Andalucía. Tanto es así que en la encuesta elaborada por el CIS andaluz que fue dada a conocer en el día de ayer, 12 de julio, los/as socialistas obtendrían un número de escaños inferior al conseguido en los comicios de 2018, perdiendo así 4 escaños. Por su parte, Adelante Andalucía y UP que actualmente unidos ostentan 17 asientos en el Palacio de San Telmo, obtendrían un máximo de 12 diputados autonómicos, dejándose en el camino 5 escaños.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, la izquierda perdería 9 escaños lo que supondría obtener un total de 41 escaños, quedando muy alejada de los 67 asientos obtenidos en el año 2015.
¿Pero cuál es el verdadero problema de la izquierda? Si hacemos un análisis de las diferentes elecciones andaluzas celebradas entre los años 1982 y 2018, podríamos hablar de una debacle del PSOE-A merecida de un profundo e importante análisis desde un punto de vista crítico ya que como dijo en su día el que fuera vicepresidente del Gobierno de España, Alfonso Guerra, “A veces, el arte está en los críticos. Estos inventan el arte”. Si hacemos ese recorrido electoral observamos que los mejores resultados obtenidos por aquellos partidos situados a la izquierda del PSOE desde un punto de vista ideológico, estos datan de los años 1986, 1994 y 2015 pero nunca superando los 20 escaños. Continuando con este estudio, vemos como el Partido Socialista ha perdido 23 asientos en el Parlamento andaluz en tan solo 10 años. La realidad no sería tan cruel para el conjunto de la izquierda de Andalucía si los miles de votos perdidos por el PSOE-A hubieran recaído en otros partidos de izquierdas. En cambio, lo cierto es que mientras que en las elecciones de 2008 la izquierda sumaba 62 escaños, en 2018 alcanzan solamente los 50 escaños, haciéndose Adelante Andalucía con tan solo 11 diputados de los perdidos por los/as socialistas en una década.
Partiendo del análisis realizado previamente, si comparáramos los resultados del PSOE obtenidos en el año 2018 con los obtenidos por IU en los años 1986, 1994 y 2015, los datos demuestran que en las dos últimas elecciones citadas el PSOE obtiene los peores resultados de la historia previos a diciembre de 2018. Pero como hemos señalado anteriormente, ni la izquierda ni mucho menos el PSOE-A pueden sentirse satisfechos por los resultados alcanzados, ya que mientras que, en el año 1994, el PSOE pierde 17 diputados, IU solo obtiene 11 escaños adicionales, recayendo los 6 restantes en la derecha andaluza. Pero esta realidad es aún más cruel en la noche electoral del 2 de diciembre de 2018, ya que, si bien es cierto que Adelante Andalucía, en la que se encuentra representada la antigua IU, obtiene 11 escaños de los perdidos por el PSOE en 10 años, a fin de cuentas, la realidad radica en una bajada del Partido Socialista de 14 diputados y un descalabro político para la familia socialista de Andalucía tras conseguir el peor resultado de la historia democrática en nuestra tierra y perder el Gobierno de la Junta de Andalucía.
Una vez realizado un breve y rápido repaso de las últimas convocatorias electorales en nuestra región y habiendo puesto de manifiesto la sangría de votos por la que atraviesan los/as socialistas andaluces, cabría preguntarse a qué se debe este descalabro monumental, ya que si bien en las elecciones municipales del año 2015 el PSOE obtiene 90.525 votos menos que en las andaluzas celebradas apenas 2 meses antes, en los comicios locales del año 2019, el PSOE obtiene 422.260 apoyos más de los obtenidos en las andaluzas celebradas unos meses atrás. En función de esta información y teniendo en cuenta que no disponemos de medios suficientes para llevar a cabo un análisis más exhaustivo, podemos determinar de manera muy simple que estos resultados son la combinación de una preferencia o postergación por las personas que lideran las candidaturas socialistas en los diferentes municipios de nuestra tierra en las diferentes elecciones municipales, pero en cualquier caso, los comicios locales reflejan que Andalucía es un territorio mayoritariamente de izquierdas y concretamente de carácter socialista.
Por todo lo expuesto anteriormente, desde los órganos internos del Partido Socialista tienen que preguntarse seriamente si el regidor de la ciudad hispalense y candidato del PSOE a liderar la Junta de Andalucía desde el pasado 13 de junio, tendrá la capacidad suficiente para frenar el descalabro que vive el PSOE-A desde hace ya algunos años. Pues como ya hemos podido observar a un candidato a la alcaldía por el PSOE en cualquier rincón de nuestra tierra no le resulta excesivamente complicado alcanzar un número de votos considerablemente importante para poder hacerse con el gobierno de su respectivo Ayuntamiento o simplemente obtener una cifra importante en cuanto a número de concejales se refiere. Sin embargo, en la actualidad, y teniendo en cuenta las diferentes encuestas, la realidad se torna diferente a nivel andaluz, determinando así que al nuevo PSOE de Juan Espadas no le va a resultar sencillo hacerse con la Junta de Andalucía teniendo un difícil reto por delante que tiene como misión principal frenar el hundimiento electoral de su partido a nivel regional, ya que resulta prácticamente imposible que la izquierda vuelva a gobernar Andalucía si el PSOE-A no recupera gran parte de su tradicional electorado.