Jacob Lorenzo
El analfabetismo castellano asentado en Cataluña cada vez me sorprende más. La marioneta política de Juan Puigcercós ha insultado al pueblo andaluz diciendo que “en Andalucía no paga impuestos ni Dios”. Además de paleto, por no ver más allá de las fronteras borrosas de su comunidad autónoma catalana, es un mentiroso y un iluso. Mentiroso, porque sabe, como cualquiera que esté un poco al tanto de las actividades financieras y administrativas de este país, que Andalucía y Galicia son las comunidades que lideran el primer índice de transparencia de las administraciones autonómicas realizado por la ONG Transparencia Internacional, ambas con un 87, 5 puntos sobre 100.
E iluso, porque piensa que estas declaraciones lo van a catapultar al liderazgo político en Cataluña, cuando lo que ha conseguido es un par de votos de los más radicales a la izquierda de la izquierda. Los datos que maneja el político (español) de Esquerra Republicana no son muy fiables. Dice que 1 de cada 4 ciudadanos catalanes viven en la pobreza y que la fuente de ingresos de Cataluña está siendo controlada por Madrid. Pues bien, debería tener en cuenta a la hora de dibujar balanzas en el panorama económico español, que en el intercambio entre Cataluña y Andalucía, los andaluces salimos perdiendo, ya que Andalucía compra muchísimos más productos catalanes que ellos de Andalucía. Además, no se le tiene que olvidar que los andaluces han contribuido a levantar España, y porqué no decirlo, también a encumbrar Cataluña. Tras sus declaraciones me he dado un revitalizante paseo por algunas de las historias sobre España: En época romana, mientras que el latín de la provincia Bética alrededor del Guadalquivir, era culto, conservador y las formas de vida eran típicas de la finura del Imperio Romano, en la provincia Tarraconense el latín se fue adulterando hacia lo popular, el habitante de allí era más rudo, siendo esto ya un motivo de los primeros cambios y de las revoluciones culturales y lingüísticas de nuestro testimonio histórico. Más adelante, con los árabes en la Península, mientras que en Al-Andalus ya había agua caliente, bibliotecas, canalizaciones y tratados de leyes, en el territorio que hoy es Cataluña, todavía echaban los restos de las escupideras por las puertas de las casas. Estos datos no me los invento yo, los defienden historiadores contrastados como Mitre o Mata Carriazo. Pero no hace falta que nos vayamos tan lejos en el tiempo, en este año 2010 Andalucía, mientras reparte ordenadores portátiles a los alumnos de 5º de primaria (aunque esto sea discutible desde otros prismas a mi modo de parecer), en Cataluña se deja de estudiar en los colegios el castellano. Y esto me lleva a una reflexión, ¿saben ustedes porqué la mayoría de adolescentes catalanes y las generaciones inmediatamente anteriores, hablan tan mal el castellano? Pues bien, para empezar en el colegio no se les enseña a escribir ni hablar castellano, el español que saben es el que aprenden al hablar con sus abuelos, que en su mayoría son andaluces, andaluces además, que tuvieron que marcharse a Cataluña a trabajar, y que no tenían una formación académica correcta o mejor dicho normativa. Por eso los jóvenes aprenden un castellano incorrecto según la norma. Esta pataleta política, nos hace ver que algunas veces los políticos nacionalistas son como niños, y es verdad que el lloro de un niño es una de las cosas más tiernas y conmovedoras que hay, pero sólo durante la primera media hora, ya estamos cansados de extremos tan alejados, que se tocan por las puntas, de políticos de Esquerra que critican el capitalismo y llevan un móvil de 300 euros en el bolsillo, de pseudo-políticos como el señor Juan Laporta que ha dejado las arcas del Barcelona vacías y ahora quiere llevar las riendas de Cataluña, de políticos que sólo les preocupa la autogestión antes que los verdaderos problemas de sus ciudadanos, ya esta bien señores, de ser okupas en las mentes de los votantes.Otra perla que nos regaló el político catalán fue en enero de 2004, cuando Puigcercós dijo: “Si fuera católico, crearía una Iglesia Catalana propia, como hicieron los anglicanos”. Con semejante afirmación refleja su alta sabiduría. Y entre tanto revuelo, Puigcercós me ha abierto los ojos de la fe, creo que Dios debió de ser casi catalán, (y no hablo de Iniesta), porque siempre estaba pagando por los demás, puso a representantes de sus ideas por todo el mundo, (como La Caixa), pero todo se lo cenaron unos cuantos, y además ya tenía un tripartito (o Santa Trinidad) poco fiable y de origen dudoso. Pero lo que tengo claro es que vivía en Córdoba, que prefería estar amparado por el Arcángel San Rafael y el eterno Guadalquivir que por los límites peligrosos e independentistas de San Jorge y sus aventuras pisando dragones como naciones. Usando la filosofía del austriaco Wittgenstein diré que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, por eso los límites del mundo de Puigcercós se reducen a la palabra vacío.
Jacob Lorenzo. Poeta y filólogo.
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