Enrique Bellido Muñoz
Las últimas estimaciones hablan de 600 euros por español lo que nos va a costar el rescate de Bankia. Unos tres mil euros en una casa de cinco miembros, lo que para un cabeza de familia mileurista le supone trabajar tres meses para entregarle el sueldo a los accionistas e impositores de un banco del que posiblemente no haya pisado en su vida una sucursal, si es que en su lugar de residencia existía esta.
La verdad es que la historia más reciente de esta entidad resulta kafkiana y la antigua me imagino que será tan vergonzosa como la de la mayoría de cajas de ahorros de España.
Aquellas entidades sin ánimo de lucro que en lugar de repartir beneficios destinaban los mismos a obras sociales y a financiar el desarrollo de los territorios en los que se asentaban, se fueron convirtiendo, desde que la mano de la política puso su marchamo en ellas, en meros instrumentos de poder con los que, desde la izquierda a la derecha, sin excepción de ningún tipo, manipular una parte muy importante de la economía buscando un beneficio electoral y, en muchos casos, el lucro personal.
Sería muy interesante poder acceder a los beneficios crediticios que los partidos políticos han recibido de las cajas de ahorros o a la facilidad de acceso a puestos de trabajo que han tenido quienes, familiares o no de los representantes políticos en ellas, han hecho uso de la puerta de atrás para conseguir una estabilidad laboral que le ha estado vetada a otros con muchos más méritos.
No digamos ya si pudiera hacerse a un balance objetivo de las empresas y sectores que se han visto favorecidas en su financiación por la decisión política de unos y otros partidos, asumiendo riesgos que en otras circunstancias hubiera sido de locos asumir.
Todos, ya lo digo, todos, PSOE, PP, IU, CiU, PNV, etcétera, han participado, y siguen participando, de esta bacanal financiera que ahora está dando la cara, obligándonos a los españoles a tener que hacer frente a ella cuando ni siquiera hemos probado bocado y nuestra principal participación se ha limitado a depositar nuestros fondos y ahorros y a pagar religiosamente los créditos obtenidos - con avales- en las citadas entidades.
Por ello que no sea de extrañar lo que viene sucediendo con respecto a la antigua Caja Madrid, hoy Bankia, que tras descubrirse el agujero financiero que va ya por más de 23.000 millones de euros –veremos si algún día sabemos cuál es el real- aún se mantienen serias dudas sobre la disposición de los principales partidos implicados en su gestión -PSOE y PP- a investigar en profundidad sobre las causas reales que la han llevado a la nacionalización puesta en marcha por el Gobierno.
No excluyo a Izquierda Unida de este lamentable espectáculo, con su participación en la gestión de la entidad a través de su consejero José A. Moral Santín, designado por la coalición, que jugó un papel fundamental en el juego de alianzas que se establecieron en el seno de la misma, obteniendo de ello suculentos beneficios.
Porque, no lo olvidemos, la situación de Bankia no deriva de una mala gestión profesional de la antigua Caja, sino de una nefasta gestión política de la misma, de la que son responsables todos y cada uno de sus consejeros -que percibían emolumentos por serlo- y, no lo olvidemos, el Banco de España, como organismo superior de control, que no sólo permitió la fusión de varias entidades, sino su posterior salida a bolsa, lo que ha llevado a perdidas cuantiosas a sus accionistas.
Es triste que los acuerdos se establezcan en torno a intereses de partidos y de espaldas a los de los ciudadanos, pero sí, parecen haberse puesto de acuerdo para tapar sus miserias mientras el país se desangra a la espera de que sus representantes adopten en común medidas que nos hagan superar la actual situación.
Enrique Bellido Muñoz
Exsenador del PP
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