Enrique Bellido Muñoz
Por el hecho de no ser usuarios habituales del transporte aéreo no habremos de dejar de alegrarnos por el acuerdo alcanzado entre AENA y el sindicato de controladores.
Ciertamente, un conflicto como este, como todos aquellos que se establecen en el transporte -tenemos reciente el del Metro de Madrid o Auto Res- genera no sólo importantes trastornos a sus usuarios directos, sino también al resto de la sociedad que de alguna manera está ligada a estos últimos.
Son lo que se ha venido en denominar como servicios básicos, que enfrentan al derecho laboral y constitucional a la huelga de sus trabajadores, los que son de aplicación a toda una sociedad que se ve afectada por aquélla.
Pero no era hablar de las huelgas y sus consecuencias lo que me ha traído a escribir estas líneas. No.
Realmente lo que me interesaba destacar son los datos que en torno al conflicto de los controladores aéreos se han venido manejando y que en esta ocasión, curiosamente y en la situación de crisis y penurias que vive el país, no han tenido una especial repercusión en los medios de comunicación y, por ende, en la opinión pública.
Datos económicos y laborales que no son nuevos pero que pudieran herir muchas sensibilidades.
Parece ser que el acuerdo entre el ente estatal AENA, adscrito al Ministerio de Fomento, y el sindicato USCA, establece una jornada laboral de en torno a las 1.450 horas anuales, dos días de descanso por cada cuatro trabajados, un máximo de 80 horas extraordinarias y un salario medio de unos 200.000 euros al año.
El ministro de Fomento, José Blanco, ha pedido a los españoles que tras la firma de este acuerdo transformemos la mala imagen que teníamos de los controladores en otra positiva, como si la calidad de los profesionales tuviese que ser valorada en función de su capacidad para entenderse con el Gobierno y no de su cualificación para el cargo que ostentan.
Por cierto que, hablando de cualificación y al margen de la que pueda obtenerse en la Universidad Camilo José Cela a partir del próximo curso, el título que da acceso al ejercicio de esta actividad se obtenía hasta ahora en escuelas privadas, tras 39 semanas -un curso académico- de formación, siendo requisito para su ingreso estar en posesión del COU, BUP o FP de segundo grado. Bien es cierto que hasta los 21 años no puede desempeñarse la actividad profesional.
Por ello que sin pretender crearme una imagen negativa de los controladores, no porque lo diga Blanco -¡hasta ahí podíamos llegar!-, sino porque cada cual defiende sus intereses como mejor le conviene y, en este caso, le permiten, sí que no les pueda negar mi perplejidad ante las cifras acordadas con el Ministerio, cuando es precisamente este mismo Ministerio el que ha decidido paralizar la mayoría de la obra pública del Estado con el fin de ahorrar.
En este caso, como en otros muchos, la perplejidad nace, también, de la comparación, y yo no puedo sino comparar los datos del acuerdo con aquéllos que me son más cercanos, los de la profesión médica.
De acuerdo que controlar el tráfico aéreo conlleva un importante nivel de responsabilidad, pero seguro que no es, al menos, distinto al que soporta un médico cuando diagnostica en una consulta al paciente, interpreta una exploración radiológica o interviene quirúrgicamente a un enfermo. Al menos a mí así me lo parece sin cargar en ningún modo las tintas.
Curiosamente, el médico necesita para formarse seis cursos académicos, más cuatro cursos más para obtener una especialidad que le capacite para optar a un puesto de trabajo. O sea, diez veces más, en tiempo, que el exigido a los controladores en su formación. Supongo que ello indica algo.
Por tanto, hasta los 28 o 29 años, en el mejor de los casos, el médico no tiene acceso a una plaza. Por supuesto, con precariedad laboral.
En cuanto a la jornada de trabajo, junto a las 35 horas semanales, que deben sumar en torno a 1.650 horas anuales, debe realizar las horas extraordinarias que en forma de guardias se le exijan, por necesidades del servicio, hasta los 55 años, descansando, en caso de no tener guardia en sábado o domingo, dos días después de cada cinco trabajados.
Queda por valorar el apartado retributivo. La media del salario de un médico debe situarse en torno a los 50-60.000 euros brutos anuales, incluidas guardias, antigüedad y complementos, cuatro veces menos de lo que percibirá, tras el acuerdo con José Blanco, un controlador aéreo.
Algo hay en esta sociedad española que no cuadra. Algo que, además, no es nuevo ni sobrevenido con los socialistas, pero que el Gobierno del PSOE está convirtiendo en verdaderamente grotesco.
Tal vez para quienes dirigen los destinos del país resulte más importante mantener el tráfico en nuestros aeropuertos que la actividad en nuestros hospitales y centros de salud, pero, en todo caso, no dudo que existen desequilibrios sociales -algunos mucho más hirientes- que el socialismo no ha venido a resolver.
Enrique Bellido
Ex senador del PP y miembrodel Consejo Asesor del PP-A
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