Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Desfaciendo entuertos o los tópicos sobre la Guardia Civil

Qué duda cabe que una de las tareas principales que se le encomendó a la Guardia Civil en el momento de su creación, en 1844 por el Marqués de Ahumada, fue el control y persecución de la delincuencia por causa social en el mundo rural (o bandolerismo) y unos pocos años después el control a las organizaciones de los trabajadores en general, y de los campesinos en particular, que iban adquiriendo mucha fuerza desde la I Internacional.

No obstante, el desconocimiento y la historia no contada nos suele hacer caer en tópicos repetidos sobre la Guardia Civil y sus posibles vinculaciones ideológicas.

Por ello me gustaría recordar (al hilo de la petición hecha por diferentes colectivos para rescatar el cuerpo desaparecido de Bernabé López Calle, guardia civil y a la sazón anarquista y guerrillero) que durante el Golpe de Estado fascista del 18 de Julio de 1936 108 comandancias de la Guardia Civil permanecieron fieles al gobierno legal de la República junto al Inspector General del Cuerpo, el general Pozas, frente a las 109 sublevadas, al igual que la mitad del Ejército que también permaneció fiel al gobierno republicano (aunque las milicias obreras y campesinas fueran fundamentales para la contención del Golpe).

En Barcelona, tanto los comandantes de la Guardia Civil, Aranguren y Escobar, como sus hombres se mantuvieron fieles a la República y combatieron eficazmente la rebelión. En Madrid los efectivos fueron fieles y ayudaron más tarde a reprimir tanto la rebelión del Cuartel de la Montaña como los focos rebeldes que había en los alrededores de la capital. En Valencia también se mantuvo fiel e incluso algunos mandos del Cuerpo repartieron armas a los obreros.

En Pamplona se dio la circunstancia que el comandante Rodríguez Medel fue leal al gobierno republicano, mientras que su guarnición estaba del lado de los golpistas, y de hecho Rodríguez Medel fue asesinado por la espalda por sus subordinados (también el comandante José Martínez Friera y el capitán Ricardo Fresno Urzaiz, de la misma comandancia de Pamplona, que secundaron a Rodríguez-Medel y aún hoy permanecen desaparecidos ).

La contribución en vidas humanas fue muy alta para la Guardia Civil durante la guerra. Una estimación aproximada es la de 2.714 muertos (7,83% de la plantilla) y 4.117 heridos. En un estudio llevado a cabo por el Servicio de Estudios Históricos del propio Cuerpo, un 83% aproximadamente de la cifra de muertos corresponde a guardias civiles que fueron leales a la República.

Esa fidelidad al gobierno republicano fue castigada con encono por los generales sublevados desde el primer día. Así, Queipo de Llano, como nos refiere el militar-historiador Gil de Honduvilla, ejercía desde Sevilla una justicia cargada de resentimientos y benevolencias, distribuidas a su gusto entre los que de alguna forma habían sido fieles a él y entre aquellos con los que tenía deudas pendientes.

Según el historiador y Coronel de la Guardia Civil Guardia Civil, Jesús Núñez, este apoyo de la Guardia Civil al gobierno republicano fue la causa de que, al terminar la guerra, Franco pensara en su desarticulación...aunque finalmente mantuvo a la Benemérita (con las oportunas depuraciones y fusilamientos). El historiador filofranquista, Ricardo de la Cierva, asegura también que Franco tuvo sobre su mesa el decreto de disolución de la Guardia Civil, que no llegó a firmar al ser convencido por el general Camilo Alonso Vega, director general del Cuerpo, de la efectividad de la Guardia Civil en la lucha contra la guerrilla del maquis republicano.

Ya durante la Guerra Civil se destacaron muchos guardias civiles en el bando republicano, como el cabo Manuel Hernández, que desde Albendín-Baena evitó represalias de los golpistas avisando a los miembros de las organizaciones obreras (hecho que le reportó cárcel y padecimientos).

El también cabo Máximo Ocampo Cid, en 1936, se enfrentó al golpe militar en Asturias llegando a Comandante de División del Ejército Popular Republicano para, tras la derrota, engrosar las filas de la guerrilla asturiana y, tras ser apresado, ser fusilado en el cementerio de Oviedo y arrojado a la fosa común junto a otros 1.700 antifascistas.

Caso similar fue el de Bernabé López Calle, guardia segundo de caballería y después llamado “comandante Abril” como jefe de la Agrupación Guerrillera Fermín Galán en las serranías de Ronda y Grazalema (curiosamente de ideología anarquista) verdadero héroe anónimo que después de ser capturado y fusilado fue echado a una fosa del cementerio de Medina Sidonia (hoy hay diferentes colectivos que piden la exhumación de la misma).

Sirvan estas breves líneas como homenaje humilde y póstumo.