Enero de 2014, salón de plenos del Ayuntamiento de Cabra. Sensaciones contradictorias se agolpan en mi mente y en mi corazón, tristeza y liberación, rabia y agradecimiento, dolor y fortaleza. Tras casi veintisiete años de dedicación a la administración local como representante político, ya sea como gobierno (puntualmente) o como oposición (generalmente) había decidido hacer caso a las voces que dentro de mí me aconsejaban desde tiempo atrás dejar la vida pública, si bien antes lo habían hecho en forma de susurro, y ahora lo hacían a voz en grito, sin margen alguno a la duda o a la controversia interna.
Ha pasado cerca de un lustro desde entonces. En este lapso temporal he de reconocer que no he echado de menos la actividad política como aliada en mi vida personal, pero algunas huellas tienen carácter indeleble y son imposibles de borrar y la política (o lo que yo entiendo por este término) me aguijoneó y marcó de manera tan imperceptible como profunda.
Desde hace un tiempo, más por afloramiento inconsciente que por deseo expreso, la idea de retomar la senda abandonada en enero de 2014 ha rondado de manera insistente por mi cabeza. ¿No has dedicado ya demasiado tiempo a la política?... ¿No crees que muchas personas pensarán que tu tiempo ya pasó?... ¿No te has planteado que serán muchos quienes piensen, aunque no te lo digan directamente, que si vuelves a la escena política es porque algún interés personal estarás buscando?... ¿No es claramente masoquista exponerte de nuevo a ser objeto del dardo inmisericorde de parte de la ciudadanía? Éstas son algunas de las preguntas que me hace continuamente no sé si el angelito o el diablillo invisibles que todos tenemos revoloteando a nuestro alrededor. No tengo respuestas pragmáticas a las cuestiones planteadas, sólo sé que le he hecho caso a mis sensaciones más profundas, posiblemente irracionales, y he decidido continuar transitando por el camino otrora abandonado, y si el camino ya no existe, lo iremos construyendo al andar.
Llegados a este punto, ya con la decisión tomada, es decir, otear la posibilidad de volver a la política y siempre en el único ámbito de lo local, había que subir otros peldaños igualmente importantes y comprometidos. ¿Cómo? ¿Con quién? Obviamente, siempre he tenido rotundamente claro que soy una persona de izquierdas, asumiendo como tal una serie de principios que considero irrenunciables y que sin ser exhaustivo en la descripción, son los siguientes: Anteponer la rebeldía a la resignación ante las injusticias, el diálogo a la imposición, el beneficio de la colectividad a lo individual, la solidaridad a la caridad y el reparto de la riqueza sobre las desigualdades.
Una de las cosas que con el tiempo he tenido cada vez más clara es que nunca se puede pensar que tus ideas tienen la exclusividad de la verdad absoluta y que las de los demás están ajenas a la razón. Es posible que esté equivocado en algunos de mis planteamientos ideológicos, pero son los que mi humilde sentir, saber y entender consideran como más apropiados para conseguir un fin tan complicado como, a la vez, inexcusable como es mejorar la vida de quienes nos rodean. En mi opinión, siempre hay que ponerse en el lugar de tu interlocutor y partir de la hipótesis que, aunque exponga criterios radicalmente distantes a los tuyos, hay que darle un tanto por ciento de posibilidad de que dichos argumentos están adobados de razón y que lo que tú planteas yerra en mayor o menor grado. Soslayando esta digresión vuelvo a donde lo dejé… ¿Cómo?... ¿Con quién?
He tenido la oportunidad de dialogar con varias formaciones políticas de izquierdas que tuvieron a bien contactar conmigo para ver mi disponibilidad para trazar un proyecto de cara a las elecciones municipales del año entrante. Les agradezco enormemente la deferencia hacia mi persona, pero desde hace tiempo la posibilidad que he barajado como más cercana a mis pensamientos es la de intentar configurar una alternativa ciudadana independiente de izquierdas.
Sé que es la más tortuosa, la más compleja, posiblemente rayana en lo imposible debido a los múltiples escollos que la normativa vigente impone para poder crear una agrupación independiente de electores, pero también es la más ilusionante y creo que la más valiente ya que no depende, en forma alguna, de ningún partido político, lo que conlleva que la posibilidad de gasto es insignificante al carecer de ingresos, igualmente se carece de infraestructuras y hay que enfrentarse a formaciones políticas que, económicamente hablando, son gigantes. Además, es necesario un proceso burocrático extremadamente complejo.
Lo más importante, sin duda, es que el proyecto que ahora comienza a dar sus primeros pasos cuenta con la ilusión de un grupo de mujeres y hombres que han antepuesto los intereses de la comunidad a los suyos propios. Yo sólo soy uno más de los componentes de este núcleo inicial. El camino por hacer es duro, largo y con seguridad lleno de sinsabores, pero cuando la voluntad prima sobre el miedo ninguna meta es imposible.