José A. Caballero
Para que nos conociésemos tendría que haber existido una previa comunicación. Pero son tantas las formas de hacerlo…, que algunas de ellas nos cambian la imagen del interlocutor.
Las estrategias de comunicación han sido llevadas a cabo por el hombre desde la más remota antigüedad, como puede ser el caso en la antigua Roma, no muy distinto a otros tiempos o a lo que se hace en la actualidad. Nada de lo que hacemos ahora es un invento propio, limitándonos a quitar la pátina a lo ya existente, lo que nos permite seguir “vendiéndonos”.
No hay nada más que echar la visión, por ejemplo, dos milenios atrás para encontrar casos de aplicación del marketing en la mejora de la imagen, en la transmisión de las ideas, etc.
Durante las representaciones teatrales en el período de la República, era frecuente que el clac de actores de una compañía de la competencia se infiltrase entre el público para realizar mofas sobre la actuación que se llevaba a cabo, menoscabando la misma, y con ello el interés del público ¿Nos recuerda a algo de lo que ahora vemos?
En otras ocasiones, durante dichas representaciones teatrales, las compañías de gladiadores y saltimbanquis hacían publicidad de sus espectáculos en el exterior del teatro lleno, a las puertas mismas, aprovechando que su comunicación tuviera una mayor difusión con el mínimo esfuerzo. También la técnica es aún aprovechada por ejemplo en las redes sociales, en la inserción de publicidad en medios de comunicación, etc., a diferencia que ahora se paga por ello y en la antigüedad no. Ahora somos más civilizados.
Así, Tito Macio Plauto tuvo que combatir a su competencia, contrarrestando el efecto perturbador en el público, durante la representación de su primera obra la comedia “La Asinaria”, ante el por aquellos entonces joven Edil de Roma, Publio Cornelio Escipión, que posteriormente derrotase al general cartaginés Anibal, ganándose el apelativo de “Africanus”, no sin grandes dosis de marketing entre sus tropas y las de su enemigo.
Plauto tuvo que hacerse camino en aquella Roma de pobreza y miseria, envuelta en su segunda conflagración con Cartago, escribiendo comedias, y no tragedias, como hacía Nevio. El pueblo buscaba escapar de la realidad, de sus sufrimientos, de la guerra, y Plauto lo conseguía, satisfaciendo las necesidades de su público. ¿Casualidad o análisis de mercado?
Pero también los grandes prohombres de la ciudad empleaban estrategias simples de marketing, pero sumamente efectivas.
La “gens” Cornelia, tomó como cognomen (rama de la familia a la que pertenecían) “Scipio”, que trataban de ensalzar alguna cualidad manifiesta de la familia, en este caso el significado era “bastón” o “báculo”, que trataba de describir el carácter de la gen Cornelia, en la que unos se “apoyaban” en otros, formando una tribu.
Los “nobilitas” de la ciudad trataban de ganarse el afecto y congraciarse con el pueblo, para lo que cuando eran elegidos para el desempeño de funciones públicas, era frecuente que éstos realizasen dádivas a la plebe, de una u otra forma, como la realización de sacrificios rituales, entrega de alimentos o sufragar gastos de espectáculos, proyectando una adecuada imagen entre los ciudadanos, pero creando frecuentes reacciones encontradas en el resto de patricios, al igual que ocurre actualmente con competidores. ¿Les suena a algo las fundaciones que mejoran la imagen de multinacionales o gobiernos?
Cuando Domiciano fue nombrado emperador, su primera acción fue la de aumentar las pagas al ejército, y más concretamente a los pretorianos, garantizándose de esta forma la tranquilidad frente a conjuras futuras. Esta acción de marketing también es muy frecuente hoy en día para el “público interno”, como por ejemplo ocurre en el caso de directivos.
Las familias patricias decoraban sus casas con mosaicos en los que se mostraban las hazañas de sus antepasados, sus victorias, etc., pero nunca se representaban hechos luctuosos, indecorosos o de deshonra. ¿No hacemos lo mismo con los currículos para acceder a un puesto de trabajo? ¿Y cuando hablamos de nuestra familia?
Eran muchas las profesiones en las que se cuidaba la imagen para la venta de productos o servicios. Tales eran los casos de comerciantes. Pero uno de los más sorprendentes era el de meretrices, que mediante la publicidad y el adecuado tratamiento de su imagen, trataban de transmitir de muy diversas formas los placeres que podrían proporcionar sus servicios.
Como es patente, el marketing nos rodea y modela en cada uno de nuestros actos cotidianos, y mediante la aplicación de sus técnicas tratamos de mejorar nuestra imagen frente a los demás.
Pero es en épocas convulsas como la actual, cuando más se acierta en el cuidado de la imagen, de la comunicación, debiendo ser considerada más como una estrategia de supervivencia que como un gasto. Es una inversión.
Es ahora cuando más tienen que invertir las personas y empresas en comunicarse, de forma concreta y acertada.
Ahora ya me conoces, aunque yo a ti no.
José A. Caballero
Ingeniero Agronomo
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