“La honestidad es una inversión a largo plazo”
Mr. Manzoor
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que, dado que mi cámara de fotos es de muy mala calidad (cada foto valdrá 500 ó 600 palabras a lo sumo), voy a escribir unas partituras de letras. Las fotografías estimulan la imaginación, no cabe duda. Las palabras son más bien como una meditación/imaginación guiada, dan menos lugar a ensoñaciones o fantasía, que normalmente conducen a la idealización de lo que ese muestra.
Y es que hay que tener en cuenta que hay gente que solo sonríe cuando le fotografían. Que idea más equivocada nos llevaremos con esa foto. Sin embargo las palabras van encaminando los pensamientos del lector en base a los deseos del que escribe. Por esto y porque ya hay demasiados turistas que también son fotógrafos, o lo parecen, o lo intentan (con el tiempo siempre se consigue), prefiero contar un poco sobre las impresiones de este viaje en forma escrita, que ha sido junto con la música y el cine, mi manifestación cultural favorita. De todas formas intentaré intercalar alguna foto. Siempre ayudan a dar forma a las ideas.
Tras una llegada a Delhi calamitosa, o más bien extenuante y tras descansar en un hotelito cualquiera, decidí, por mucho que haya por ver en Delhi (que no es mucho) moverme a otra región. Siguiendo el consejo que un conocido anglo/indio me dió en Bristol, subí a las tierras montañosas de los Himalayas, donde reside el dios Shiva, y donde la vida transcurre con más parsimonia. Por un precio que parece caro para la India, me alojé en una habitación/bote en el lago Nageen, en Srinagar, capital de la provincia de Cachemira. Lejos de encontrarme con Shiva, aunque tiene un templo aquí en Srinagar, la población es mayoritariamente musulmana. Srinagar está cerca de la frontera con Pakistán, China (el antiguo Tíbet) y Nepal. También hay alguna comunidad tibetana de exiliados y por supuesto, hindúes. Pasó que en Delhi compre un paquete turístico y dado que los individuos que me enviaron aquí no me daban muy buena espina, llegue algo desconfiado. Mr. Manzoor me recogió en el aeropuerto. Es la primera vez que me bajo en un aeropuerto y alguien me espera sujetando un papel con mi nombre: “Mr. Serrano”, aunque una vez me recibieron con globos. Como digo, andaba yo algo mosca y cargado de incertidumbre. Mr. Manzoon se llama Mana (pensamiento en sánscrito). Hacía todo lo posible para que me sintiera relajado. El barquito es precioso y muy espacioso, por lo que de barquito nada. Cortinas típicas de Cachemir, lámparas de papel mache típico de aquí, totalmente alfombrado y amueblado. Todo de madera tallada a mano, la terraza da al lago Nagee y las vistas son soberbias. Tras el lago hay otro más grande: el Lago Dal, y tras este, los Himalayas, saludando a los turistas despistados.
Mana no se separaba de mi en todo el día, lo cual a mi me parecía bien hasta cierto punto, porque la privacidad es la privacidad. Me repetía mucho que estuviera tranquilo y que al día siguiente me llevaría a visitar la ciudad. Como de dinero no hablaba, yo, quisquilloso, pensaba que ya me estaba organizando tours, que no estaban incluidos en el paquete que compré. Cuando le pregunté por el precio me dijo que lo que tanto como costase el taxi o el rickshaw (moto/taxi). A todo esto yo le contestaba con cara de sorpresa y desconfianza un “vale”.
Hablaré un poco de los sitios que he visitado en la ciudad pero primero comentaré algo sobre Manay sobre cuán equivocado estaba yo respecto a él (sigo manteniendo que los individuos de la oficina en Delhi eran y son unos indeseables). Mana no me suelta en todo el día, llevo una semana aquí cuando escribo esto y es el primer rato que encuentro para escribir unos pentagramas.
Al lado del barco vive Mr. Manzoor con su familia, como todo el mundo. Esposa, dos hijos, una hija y sus padres también. Mana es como él dice: “un mal musulmán”, pero simplemente lo dice porque el no hace el “Shalat” (las cinco postraciones diarias) y porque de vez en cuando se toma una cervecita. Los viernes va a la mezquita con su hijo pequeño, Sahib. El hijo mayor como que pasa un poco de ir a la mezquita. Para ellos es el día obligado para ir a rezar, como ir a misa los domingos.
Mr. Manzoor es un hombre de una talla moral (que no rigidez) inconmensurable. Realmente me hace sentir bien en todo momento, por no hablar de los servicios que me presta como anfitrión, o mejor dicho “hospedador”. Desayuno y cena están incluidos en el precio, así que todas las mañanas y noches pone la mesa y la quita. Como no hay cocina en el barco, su mujer es la que se ocupa de mis cenas. ¡Y vaya que se ocupa! Aunque es un “mal musulmán”, la visión de Mana sobre el Islam me ha sorprendido por su talante respetuoso, y también por haberme abierto los ojos a cosas que desconocía. De mente abierta pero tradicional a su manera, Mana desdeña tecnologías y cosas modernas, pero es muy comprensivo y dice que mientras haya respeto y buena educación, lo demás es secundario, incluso la religión que cada uno profese.
Aunque Cachemira ha estado bastante tranquila durante los últimos años, hay una gran presencia militar, especialmente en las zonas turísticas, y más que proporcionar sensación de seguridad, creo que surten el efecto contrario. Riyaz conduce nuestro rickshaw, la moto taxi que nos lleva de punta a punta de la ciudad. En medio de un tráfico caótico, hemos visitados unas mezquitas, como la enorme Jama Masjiel, hecha de madera (nogal y pino son muy usados hoy y hoy en día es madera muy cara) y con cuatro enormes minaretes. Al lado hay un fuerte del antiguo imperio Moghul, que hoy sirve de residencia a parte del numeroso ejército desplegado por la zona. También he visitado un santuario bastante popular. Es el santuario sufí Makhdoom Shib, donde se encuentra la tumba del santo sufí del mismo nombre que el santuario. Este era una especie de predicador musulmán que extendió el islam por esta zona, que antes era budista y antes todavía, hinduista. Se le trata como una especie de santo cristiano, la gente viene a rezarle y a pedirle favores. Quizás también a darle gracias. Algunas familias vienen del campo y traen un cordero que sacrifican en un sitio reservado para tal. Luego hacen una comilona y si coincide, quien sabe, igual comes cordero fresquito.
Hay un santuario que me ha llamado la atención especialmente, al igual que llamaría la de cualquiera. Circula por ahí una teoría cuyo investigador fue un tal Holger Kersten, que afirma que Jesús de Nazaret, nuestro Jesús, viajó a la India y allí se hizo viejo y murió. El libro se llama “Jesús vivió en la India” (qué original) y hay algún documental subido a youtube. No sé si es cierta tal teoría, pero ahí está la tumba. Supongo que los profesionales ya se habrán encargado de hacer la prueba del carbono 14 pero en cualquier caso la Iglesia lo negaría igualmente, fuese cierto o falso. Lo más curioso es que los musulmanes le rezan como a un santo más. Según el Corán, Jesús (Moisés entre otros también), fue otro profeta de Alá ya que proclamaba un único Dios. Mahoma conocía bien el Antiguo Testamento y tomó prestadas muchas ideas de él. Su primera revelación, en el año 610 fue del Arcángel San Gabriel. El origen del ser humano está en Adán y Eva. Mahoma quería integrar el Islam con la tradición judío/cristiana existente, de esa forma seria más accesible para susodicho pueblo. Mahoma no era solo un genio religioso, sino también político.
Bazares, mercados y mercadillos, especias, pollos vivos y muertos, corderos despellejados colgados en pequeñas carnicerías, vestidos de mujer con mil diseños y de mil colores, comida frita y todo tipo de oficios es lo que más veo por la calle. Los negocios son familiares, pasan de padres a hijos. Esta forma es la única a la que yo llamaría: “una sociedad sostenible”. Todo el mundo se conoce dentro del mismo barrio, tus padres conocen a los padres de los vecinos y así sucesivamente. Al no haber mucha vida nocturna, si la gente quiere beber, lo hace en casa. El alcohol es legal en India y los musulmanes, aunque acuden por millares a la licorería, sobre todo los jóvenes, no se ven borrachos por la calle. Sobra decir, que si no fuera por Mana, muchos de estos detalles me pasarían desapercibidos.
También he visitado los jardines de los Maghul. La India estuvo dominada por el imperio musulmán de los Maghul desde 1.526 hasta 1.761. De ahí vienen el Taj Majal, muchos fuertes defensivos esparcidos por el Norte de la India, palacios y por tanto, jardines. Los jardines son hermosos y enormes. Se encuentran en un enclave fabuloso, y si bien no tienen la belleza concentrada que tienen los jardines de la Alhambra, merece la pena darse un paseo por ellos. Las vistas son hermosas, te encuentras a un montón de gente local pasando el rato, muchos turistas indios, y se puede apreciar el poderío y esplendor de lo que un día fue el imperio que dominó la India por más de 200 años. La mayoría del turismo que hasta aquí se acerca es indio. Una nueva casta hindú, la nueva clase media viene buscando una paz que en el resto de ciudades indias deber ser difícil de encontrar, al igual que estos paisajes montañosos. La cara más internacional del turismo viene a hacer trekking. Aquí hay muchos picos nevados todo el año y hay rutas para elegir para todos los gustos y resistencias. Hubiera hecho alguna, pero al ir solo me salen muy caras, así que me las guardo para la próxima vez, pues seguramente vuelva por aquí algún día y asimismo recomiendo a todo el mundo venir aquí. No a la India, sino a Cachemira, especialmente al que le guste el trekking. Le he prometido a Mana, que algún día volveré con amigos para hacer alguna ruta. Hemos ido a Sonomarg, primer puerto de una serie de cinco, aunque igual sigue y yo no lo sé. Sonamarg es un valle a 2.600 m. de altura, está rodeado de montanas que rozan los 3.500 y como he dicho antes, tienen los picos nevados todo el año. Y eso que esto es el comienzo de los Himalayas. Hay que tener en cuenta que el clima en esta área es como en España. Ahora mismo está terminando el verano todavía hace calorcito pero por la noche refresca. Aprovecho para decir que las frutas y verduras también son de lo más parecido a España hasta el punto de sorprenderme. Nueces, almendras y más variedad de frutos secos, manzanas y peras que huelen como si loas rociasen con perfume. De hecho las exportan al resto de la India por ser las mejores del subcontinente, higueras, granadas, las típicas verduras de temporada de verano, membrillos… también hay arrozales y junto con España e Irán, Cachemira es el mayor exportador de azafrán del mundo. La comida es una delicia, aunque el picante es el “sabor“ predominante. Mezcla de comida árabe, india, persa y algo de china, la cocina de Cachemira está colmando mi paladar. Además, la mujer de Mana es una manitas en la cocina. Todas las noches me sirve tres guisos distintos, la mayoría de verduras y también con pollo o cordero. El chai es el te típico hindú, que lleva leche. Yo prefiero el te verde del Himalaya, que aquí aderezan con cardamomo, canela y azúcar. Una delicia.
Y hasta aquí creo que llego por ahora. En un rato iré a ver a mi sastre, que me está haciendo un traje típico de cachemir a medida, bueno dos, uno de ellos más bonito, con bordados, según parece el miércoles voy a una boda y no quiero ir vestido de turista. Parece ser que van a cocinar 500 kilos de carne para 800 invitados y 20 cocineros, por eso creo que voy a retrasar mi ida un poquito. El novio vive en Londres, pero sus padres ya le han concertado un matrimonio y ha venido a casarse. Tiene 25 años, ella, 24. A el lo he conocido y parece estar emocionado y contento. Así funcionan las cosas aquí, como han funcionado siempre. Claro que la juventud actual tiene ideas diferentes y quieren casarse como los actores de Hollywood: por Amor (y también con bailes, música, tiroteos, estrambóticas luces e infinitos colores. Todo a la vez).
Continuará…
Comentarios
India, Impresiones y espejismos (I)
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¿Qué decir? Me gusta. Últimamente casi todo lo que leemos es de crisis y problemas sociales, especialmente culpando a políticos.
Pues bien, este relato viene a traer un poco de agua fresca sobre un tema tanto original: Las aventuras y peripecias de un andaluz, afincado en Reino Unido y haciendo un recorrido cultural por un exótico, curioso e interesante país como es India.
Un relato, sencillo, real, curioso e interesante que creo que aunque algo largo (la primera parte), leerlo resulta distraído, ameno, natural e interesante, tanto para viajeros natos, como para aquellos que hemos visto menos cosas.
Ánimo y algunos seguiremos tu ruta y tus interesantes relatos. Espero ver fotos en la segunda parte. Suerte.
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