Puedo analizar por mí mismo. Ser crítico en este involuntario arresto domiciliario para defenderme de la garra de un virus terrorífico, que nadie sabe cómo está llamando a nuestras puertas.
Estado de sitio, pánico y temblor. Ganancias de desalmados pescadores que parecen olvidar que todos los humanos somos casta de muerto, independiente del rezo y el escapulario. Y colas de hambre o ganancia en las espaldas
Estoy sentado frente a una ventana con un libro abierto entre las manos: Luego pienso, luego existo. Puedo analizar por mí mismo. Ser crítico en este involuntario arresto domiciliario para defenderme de la garra de un virus terrorífico, que nadie sabe cómo está llamando a nuestras puertas.
Escuchando con atención nos resuenan verdades de aquellos humanos que arriesgan la vida por salvar al prójimo, frente a las mentiras que se valen del cruel y sangriento estado de sitio. Luto y desesperación sin fronteras, repartiendo solidaridad frente a las aves de rapiña de todos los colores y falsos golpes de pechos patrioteros, que cada día con más descaro muestran sus apetitos ensangrentados con su falsa patriotería.
Leo los versos de Antonio Machado “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas ha de helarte el corazón. El sentimiento andaluz de Luis Cernuda:
Retorno al 1984 de Orwell, la verdad y el sentimiento sea la dicha: “Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano”. Leer benditos que no malditos filibusteros. Lees luego piensas, analizas, espantas al aburrimiento. “Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano. ... “
Juan Ramón Jiménez nos llama al saber estar, el vivir, el sentido de la vida, la defensa contra la mentira envuelta en falsa palabrería alienadora, sed de ganancias e incultura voluntaria desde los pesebres de las gaviotas sedientas de rapiñas y ganancias:
No es lo mismo el llanto del rico ante un cadáver querido, que el llanto de un pobre con el corazón gastado. Ni tampoco la madera del ataúd, ni la esquela mortuoria según el tamaño y el precio. Los de abajo solo han sido proletarios oliendo a Universo cuando los cantó el poeta.
Tened cuidado, taparse la nariz con la mascarilla de la palma de la mano, cuando escuchéis decir “Ayudaremos a los menos favorecidos”. Les da miedo decir la palabra desnuda de ser pobre porque el hombre se come al hombre y luego reza.
Leer, no dejarse engañar por el pesebre, no caer en la trampa de los escribidores a sueldo de esos medios de comunicación mamadores de cheques en blanco y pleitesía al frío mármol de Carrara.