Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Ramón G. Medina - Con el calor de la mirada

“El mundo es como aparece ante mis cinco sentidos, y ante los tuyos que son las orillas de los míos”

Miguel  Hernández

Altura a flor de trigales,  amapolas, llegará la grana,  sembrado poético de Ramón G Medina, poeta y prosista, salida con brillo propio ofreciendo sencillo resplandor de claridad ascendente. Su primer libro de poemas sólido y humano.
 
 Voz de resonancias en el amplio mundo de la lírica, abarcador de una  variedad palpitadora de sensibilidades con poemas tallados desde la constancia, poseídos de expresión meridiana, sentida, gracias el rico fruto de la experiencia didáctica en su oficio de artesano de mucho oficio,  solidario en la riqueza que día a día viene calmando su sed y saber en el rico manantial de la buena lectura y el recreo contenplativo de lo natural: “Deja que mire la mar / que al verla yo me consuelo / por que encuentro la llanura / besándose con el cielo”

 Con este son de camino que se abre al andar van llegando sus aromas “Como heridas hojas de otoño, que fueron haciendo su honor por la senda callada de poemarios corporativos”.

En su poética la presencia del hombre como protagonista resulta ser la constancia de lo humano, que protagoniza la identidad “meditada sobre el curso de las ideas”, con las que el poeta sostiene su vivir y desvivir de lo interior de la diversidad de su propio yo mostrando el rodar de su expresiva existencia meditada: “El tiempo es el camino de los hombres. / Donde todo se encuentra y revenderse / y donde acaba siendo el todo / y alguna dignidad. Viento que pasa / sobre  calcado escrito e insondable. / Bien merece su copa la ambrosía / y el duelo del fandango melodioso, / con su mármol de luz, / su persistencia, / la voz y el signo de la blanca gubia / con que erige la Gloria de El Quijote”

Amigo de hondas entrañas, corazón y sentimientos; no es ni ripio y en absoluto tópicos al uso, todo resulta mármol de sólida cantera compromiso de sereno poeta social  que nivela el hecho de ser extendiendo su  mano  amistosa, apresando por el colorido abanico de su pasión por la naturaleza: “Si fuéramos abril...vana esperanza / que la naturaleza nos deniega. / Seríamos un dulzor sin precedentes, / una gota de sed dentro del agua”  Insobornable en ella se refugia para sostenerse con suplicante sencillez lírica: “Amanéceme. Se mi asilo /. Espejo de unánime esplendor / y encúbreme bajo toda  luz”

Ramón G Medina, vio la luz allá por Almaden de la Plata, y en  esa preciada geografía ya de niño inició su andadura por los senderos de la vida, donde la búsqueda del pan de cada día no era una metáfora poética, sino la señal imborrable de toda niñez marcada por los signos de personajes de Arniches en los Caciques. Las  madrugadas de la lucha por la vida de criatura barojiana que se alimenta de la copla y la  canta:
 
“Dejadme ese camino que es flor y que es lo verde.
Que quiere ser la noche o que ha de ser el agua.
Esa costumbre viva donde yo sé encontrarme
con la luna celeste que acompaña.”

Reseña que dedico con alegría a “Con el calor de la mirada” a modo de saluda por la vereda ancha de la poesía de este Ramón dueño y señor de estos poemas, que nos saludan como hojas de otoño que parecen anunciar en su caída los futuros versos de una cercana primavera en otro de sus variados poemarios.