Aquella mañana de la primera veintena de octubre, que ya casi estaba acabando, no había tenido tiempo de pararme mucho, de mirar el teléfono móvil, aunque lo tenía en modo vibración, no dejaba de parpadear la luz dentro del bolso, transparentándose en la tela del mismo. Sabía que no era nada urgente, nada de familia o trabajo, porque entonces me habrían hecho la llamada de teléfono para hablar directamente conmigo, sin usar mensajería, chat o correos. Tampoco me había llamado el personal de telefonía, empresas energéticas u otros vendedores, porque esos suelen hacerlo a las horas más inoportunas del día e insistir hasta el aburrimiento extremo. Por curiosidad en el tiempo del desayuno aproveche para fisgonear en el teléfono, en ese grupo desbordado con casi 90 mensajes tipo WhatsApp.
Era el cumpleaños de una amiga, una componente del grupo, por ello la aplicación de mensajería instantánea estaba saturada de saludos, emoticonos, tik tok, fotografías antiguas, recientes, retocadas con filtros y sin ellos, mensajes de respuesta entrelazados entre las integrantes del grupo en tono serio y jocoso. Surgían propuestas para quedar y como las personas implicadas ya habían dicho posibles fechas, lugares e ideas para celebrar, sin acabarse de ponerse de acuerdo en el día y hora en cuestión, se entremezclaban los discursos. La información del grupo, respondía al caótico orden de respuestas múltiples, sin conexión en su conjunto. Toda la conversación escrita o visual y con sus audios diversos correspondientes... Pero entre todos ellos alguien le pregunta: ¿Qué? ... ¿Te ha llegado ya la carta? ... ¿Con tu cita? ... ¿La de Cabra?...
La carta de la que hablamos, hace alusión a la primera mamografía que debe hacerse una mujer, según el protocolo sanitario español y Andaluz, para la detección precoz del cáncer de mama, sí antes no ha tenido algún problema o susto relacionado con esta temática. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado en todo el mundo a octubre como el mes para la sensibilización sobre el cáncer de mama, con el objetivo de aumentar la atención y apoyo a la detección precoz y el tratamiento de esta enfermedad. El cáncer de mama es el tipo de cáncer más frecuente. Una de cada 12 mujeres enfermará de cáncer de mama a lo largo de su vida, es la principal causa de mortalidad en las mujeres y de los que más posibilidades de cura tiene, sí se detecta precozmente.
Siempre existe un porcentaje de misterio y desconocimiento en las enfermedades, pese a las investigaciones. La mayoría de los cánceres tienen un componente genético, una predisposición, a la que se suman los cambios celulares que suceden a través de la vida de una persona como consecuencia natural del envejecimiento y la exposición a factores ambientales como el tabaco, los hábitos alimentarios insanos, el consumo excesivo de alcohol y la radiación entre otros. Las mutaciones en el ADN pueden causar que las células normales del seno de un hombre o una mujer, se vuelvan cancerosas en el tiempo.
El mes de octubre es llamado mundialmente el mes rosa, ya que durante este mes se busca concientizar a hombres y mujeres sobre el cáncer de mama y la importancia de una detección oportuna.
Pero sabéis realmente, ¿Cuál es la historia del lazo que no era rosa? En 1990, Susan Haley, una ciudadana americana, superviviente de cáncer de mama, emprendió una campaña de venta de lazos de color melocotón con la siguiente leyenda: «El presupuesto anual del Instituto Nacional del Cáncer es de 1,8 billones de dólares y solamente el 5% está destinado a la prevención del cáncer. Ayúdanos a despertar a nuestros legisladores y a EEUU utilizando este lazo, para que las inversiones sanitarias cambien nuestra atención médica>>.
Esta norteamericana Charlotte Haley, eligió su fabricación y venta de lazos melocotón, ella misma los confeccionaba en su casa y los repartía en supermercados y locales de su barrio, pero también se los enviaba a distintas mujeres de renombre mediante cartas postales, todo de manera humilde y rudimentaria. Valiéndose de sus propios recursos.
Estas acciones de Susan Haley, llegaron hasta a editora de la revista Self, Alexandra Penney, y la vicepresidenta de la compañía cosmética Estée Lauder, Evelyn Lauder, ambas se percataron del potencial que podrían tener estos lazos. Las dos le propusieron que su lazo formara parte de la publicación de la revista Self que iban a destinar a la concienciación del cáncer de mama, pero Haley rechazó la oferta porque consideraba que era una propuesta “demasiado corporativa y comercial, que se escapaba de su control y posibilidades personales”. Debido a este rechazo, el asesor legal de Penney y Lauder les aconsejó que eligieran otro color, porque así no sería necesario tener la autorización de Hayley, ni podrían ser demandadas judicialmente por copiar la idea . https://images.app.goo.gl/
Finalmente se decidieron por utilizar un lazo de color rosa, para poner énfasis en la importancia de la autoexploración para prevenir el cáncer de mama y así fue como nació el símbolo. Y con ello su auténtica artífice Charlotte Haley, quedó relegada al anonimato. ¡Pero la vida sigue!... Fue protagonista por primera vez el lazo rosa, en la edición de octubre de 1992 hizo su primera presencia en un gran medio público, el hoy icónico lazo rosado que identificamos todo el año con el cáncer de mama y se hace especialmente visible durante todo el mes de octubre en nuestras vidas porque se celebran una serie de actos, cenas, competiciones deportivas para recaudar fondos, concienciar de dicho mal y sus posibilidades de cura, etc.
Tenemos la suerte de vivir en un lugar donde la sanidad pública es buena, atiende a todos sin preguntar por su color, afiliación, creencia, en todas las circunstancias (con el coste que eso conlleva) ... Desde que apareció el COVID ha menguado nuestra asistencia pública en la atención sanitaria directa, han aumentado las listas de espera para acudir al especialista, realizarse pruebas, operarse, ser visto/a por tú medico/a de familia. Han mejorado en orden los centros de salud, los hospitales, se han liberado de las salas de espera inmensamente llenas de pacientes durante horas, también del trasiego exagerado de las familias de los pacientes hospitalizados, se resuelven muchas recetas o trámites telefónicamente con él usuario de la sanidad...
Pero sus protocolos de detección, aun con las demoras, que espero y deseo que disminuyan en las tardanzas temporales que actualmente sufrimos, salvan vidas. La presencialidad va ganando terreno en nuestra cotidianeidad. Espero y deseo que también lo haga en el ámbito sanitario, para ello el gasto no puede bajar, ni las plantillas profesionales dejarlas sin cubrirlas o reutilizar al personal sanitario de un lado para otro hasta saturarlos o sobreexplotarlos, estableciéndose diferencias de sueldo tremendas entre trabajadores de las diferentes comunidades que integran España, o contratos continuos de interinidad que se perpetúan o no en el tiempo. Un país sin una sanidad pública universal, está condenando su futuro. ¡Los políticos prometen más de lo que hacen realmente!. Es positivo, que el 19 de octubre se visualicen los lazos rosas, que se hagan actos recaudatorios públicos o privados para sacar fondos. Que los famosos aporten o colaboren con su imagen pública por tantas causas justas. Es indiscutible, que nuestras vidas de nuevo regresan a las calles, las actividades ociosas, deportivas, culturales multitudinarias son cada vez más frecuentes. Espero que él envió de cartas, a quién le corresponda con su cita para realizarse una mamografía cuando le toque, le llegue sin tardanza o pérdida, incluida la de mi amiga que al cumplir su media centuria recibirá su cita, su carta, para formar parte del protocolo rosa de detección precoz del cáncer de mama. ¡Bienvenida al club de las citas, con una carta!.