Mientras voy y vengo cada día en el coche al trabajo, durante todo el trayecto, voy escuchando la radio. Me gusta sintonizar con programas que tienen en sus plantillas periodistas o contertulios de renombre, con sus secciones de actualidad, política, humor y entrevistas o noticias serias, con sus titulares de ocio y propuestas culturales variopintas.
Esta semana casi todas las radios y televisiones han dedicado algún tiempo al comienzo escolar. Incluso han dado rienda suelta a los mensajes de audio de whatsapp, en las que familias exponían sus opiniones sobre: las ganas que tenían de sus pupilos empezarán el colegio, los costes de material y/o libros de texto en las etapas, niveles y/o los lugares donde no existen cheque-libros, los gastos en vestuario deportivo y uniformes, la variedad de actividades extraescolares a las que los apuntan a los pequeños, sus horarios de rompecabezas, la ayuda indiscutible de muchos abuelos y abuelas, los complementos tan diversos de papelería e informática de los que dotan a sus hijos e hijas, etc.
Me gustó especialmente el día que la conversación fue derivando hacia los grupos de whatsapp, donde cada curso los padres y madres solían apuntarse. “Introducir mil teléfonos distintos, para estar informados sobre los hechos más relevantes de la logística organización escolar de la clase de sus churumbeles”.
Aunque la mayoría de los padres y madres que intervinieron, reconocían que estos chat de whatsapp no eran operativos, el 75% de las veces. Porque se destinaban a los saludos matutinos de gran parte de sus integrantes, así como de preguntas que no venían al caso, donde se generaban muchas respuestas u opiniones que no eran resolutivas, aparte de la molestia que suponía los saludos nocturnos en horas intempestivas de la noche.
También decían los interlocutores en sus audios, se preguntaba una y ciento de veces la misma tarea, la que debían hacer sus nenes diariamente, porque no había nada anotado en la agenda de sus susodichos infantes, las fechas de entrega de exámenes o trabajos, se pedían fotos de las páginas o libros, si sus rapaces olvidaban sus textos en el cole, lo cual fomenta la supervisión de la familia, que está bien, pero favorece la poca responsabilidad de sus ahijados...De igual manera, en estos grupos de whatsapp, se opina sobre los viajes de los chavales, sobre el vestuario o disfraces de los eventos del cole, sobre el regalo a la maestra o no, el desayuno de tal día o las invitaciones a los cumples sin ir más lejos.
Y sobre todo en muchos momentos, estos grupos de whatsapp invierten mucho tiempo y energía en cuestionar la labor de los docentes que impartían clase al común del grupo de niños y niñas, que completa el círculo comunicativo este adorable grupo de adultos. Se habla y machaca el carácter de tal maestro, como da las clases tal maestra, sus atuendos, estados civiles, se debaten o publican calificaciones de sus hijos en las que estaban en desacuerdo con los criterios educativos aplicados a sus pequeños, así como otros asuntos en aspecto, forma o cotilleo sin fundamento pedagógico, en los que al personal, se nos va el norte de vez en cuando...
Llegados a este punto, algunas familias no leían nunca la multitud de mensajes del grupo, por falta de tiempo e interés para ellos/as, otros silenciaban los grupos de whatsapp o directamente los más atrevidos se salían de ellos.
Menuda papeleta para la madre delegada, porque casi siempre es una mujer la que ejerce este cargo, que generalmente con criterio, apacigua ánimos dentro del chat, da razones o interviene en rabietas familiares, añadiendo sensatez, cortando esas líneas de conversación que se va de sus funciones, o toma un punto negociador entre los intereses de su grupo de escolares, equipo educativo de maestros y grupo familiar, cada uno con sus verdades incompletas o puntos de vista subjetivos.
“Hasta que una mente sensata de turno”, con mucho acierto, nos ilustro a todos los oyentes, comunicando que la dichosa aplicación de whatsapp tenía su truco: “que su administradores pueden configurar grupos de padres y madres de difusión, que rige y gestiona la madre delegada, difundiendo una noticia de interés al grupo, un vídeo, unas fotos o cualquier tipo de archivo soportado por el sistema Android o Windows Phone, en el que se puede responder de manera privada, pero esa respuesta, sólo la verá la madre o padre encargado”. De manera que este gestor censura y filtra estos grupos de whatsapp, reconduciéndolo para preguntas concretas, para cuestiones relevantes que atañen al proceso logístico-educativo de sus educandos, evitando los canales de cotilleo, los saludos diarios, las últimas noticias del corazón o los chistes malos de moda en el momento.
Y digo yo, cuanto bien nos hacen las nuevas tecnologías, disponemos de dispositivos que caben en la palma de nuestra mano, que nos facilitan información y comunicación casi infinita con el universo, que nos permiten centenares de gestiones, con aplicaciones tan diversas para casi todo. Y al mismo tiempo que complicados somos los humanos de todo género o condición, tan sociales, tan racionales, tan creativos, tan políticos, tan capaces de dar la vuelta o tirar del hilo para invertir los procesos constructivos de nuestra socialización, interacción interpersonal, obligándonos con normas básicas y restricciones, para que reine la cordialidad en estas comunicaciones de grupo por whastsapp.